Dejando a un lado Dune, la primera vez que una novela de ciencia ficción me hizo estallar la cabeza fue leyendo Segunda Fundación de Isaac Asimov. Yo venía de devorar las novelas previas del autor por orden cronológico desde las sagas de los robots y aunque obviamente algunas me habían gustado más que otras, la trilogía de las fundaciones era la obra primordial del autor y esperaba mucho de ella. Había comprobado cómo la trilogía iba de menos a más, con una Fundación que sentaba unas bases del plan Seldon, una Fundación e Imperio que rompía esquemas y resquebrajaba dicho plan con la aparición de un elemento imposible de prever y ahora nos aventurábamos a descubrir qué se escondía detrás de la mítica Segunda Fundación, aquella institución que muy inteligente Seldon había ocultado su ubicación pero no su existencia.
Y esa era la gracia, la idea brillante de un Hari Seldon, que, recordemos, a través de la ciencia de la psicohistoria, sólo intentaba contraer el período de barbarie que acontecería después de la destrucción del Imperio Galáctico a sólo un millar de años. Ahora, en este tercer volumen, la existencia de una poderosa y mítica Segunda Fundación obsesiona al el Mulo. El nuevo regente supremo y sus adeptos se afanan por encontrar dónde puede estar establecida la Segunda Fundación, el único punto que escapa al control total de la galaxia. En la Segunda Fundación hay psicólogos con poderes mentales parecidos a los del Mulo, o al menos eso sospecha él. Y este hecho le destroza por dentro.
En la primera parte, El Mulo inicia la búsqueda observaremos como por un lado, los generales del Mulo establecen estrategias para encontrar el emplazamiento de la Segunda Fundación mientras que miembros de esta institución se preparan para defenderse del mutante. Son unos capítulos llenos de paranoia creciente que les hace pensar que agentes de la segunda fundación están escondidos entre ellos, observando, espiando. Y como es de esperar la lucha no será entre grandes naves de batalla, ni con láseres y violencia (en todo el libro sólo se describe una batalla y ocupa poco más de media página), sino a través de las mentes más poderosas de la galaxia, en un combate mental perfectamente descrito, con sorpresas continuas y capas y capas de información escondidas, fintas, trampas y mentiras sobrepuestas a verdades que son una delicia narrativa.
Asimov nos hace disfrutar de un ritmo dialéctico vertiginoso que nos llevará a las interioridades del Mulo y sus obsesiones y donde la épica pasa por los estratos mentales de información verídica y falsa a la que deben enfrentarse los contrincantes. Tendremos una resolución eficaz, quizá incluso repentina donde he echado de menos un poco de protagonismo del propio Mulo, pero en consonancia con el talante de las novelas donde la violencia no es nunca la protagonista y donde las resoluciones se manifiestan de formas más calmadas —y no por ello menos sorprendentes—.
La segunda parte de la novela, La búsqueda de la Fundación está íntegramente dedicada a conocer si el plan Seldon podrá llevarse a cabo. Los estragos que ha provocado la aparición del Mulo parecen irreconciliables con un plan que preveía un futuro bajo unas premisas que no contemplaban mutación alguna. Poco a poco observaremos que aquí la cuestión de fondo es tratar de luchar contra un destino impuesto a través del plan Seldon o buscar el libre albedrío, el poder de tomar las propias decisiones sin que éstas estén manipuladas por la enigmática Segunda Fundación. Varios científicos sospechan que los psicólogos de esta fundación oculta están dirigiendo la galaxia, sus vidas y el futuro. La paradoja es que el plan Seldon les hace confiar en que la Segunda Fundación les quitará siempre las castañas del fuego frente a los peligros que surgen espontáneamente en sus sociedades pero a la vez temen lo desconocido que supuestamente rige y conduce sus destinos. Podríamos decir que el Plan Seldon para reestructurar el Imperio caído se cierne sobre el subconsciente de los habitantes de toda la Galaxia. Y esa idea me encanta; encuentro apasionante que miles de mundos humanos sientan a la vez temor y respeto por un lado, pero también un sentimiento de alivio sobre la construcción de su futuro.
Así que descubrir la ubicación de la Segunda Fundación con las pistas que dejó Seldon sigue siendo la pesadilla de muchos pero también encontramos nuevos emperadores y reyezuelos que creen —o quieren creer— que la supuesta Segunda Fundación no existe y ha sido un invento del psicohistoriador para mantener el miedo y el misterio y al mismo tiempo controlar y atar corto a los nuevos señores de la guerra que siempre aparecen cuando una civilización decae.
Ésta es una excelente culminación en la trilogía que consigue la perfección y que emana una sensación desbordante de euforia sobre lo que significa el plan Seldon, lo que ha representado el desbarajuste de la mutación del Mulo y cómo se ha afrontado todo.
Queda muy claro que la trilogía de las Fundaciones — elegida como la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos— son unas novelas avanzadas a su tiempo: Por la manera de enfocar un problema de escala cósmica, por la originalidad de la propuesta y naturalmente por cómo el autor ha sabido mantener el interés de una historia que se supera en cada volumen, que destruye nuestras previsiones y que logra reorganizarse y cumplir con la premisa de la que partía.
Visto con perspectiva, algunos dirán que a la novela le faltan mejores personajes, insinuaran que algunos puntos de la trama han quedado obsoletos o que la historia a veces necesita más empuje i tensión, pero vuelvo a insistir: Segunda Fundación es la culminación de una trilogía extraordinaria que golpeó a los lectores de su tiempo y a los de décadas posteriores, una historia muy inteligentemente llevada y repleta de sentido de la maravilla que nos hizo soñar y soñar... y que a muchos nos enganchó de forma irremediable a este género que es la ciencia ficción.
Por eso le sigo poniendo la nota máxima, no sólo por ser el mejor libro de la trilogía sino porque los complementa perfectamente y nos deja con la cabeza llena de un imaginario desbocado sobre una ciencia, la psicohistoria, sobre el plan de un genio, Hari Seldon, y sobre una galaxia que sigue creciendo y expandiéndose y que en las siguientes novelas del ciclo —escritas muchos años después— llegaría a su máximo esplendor.
Gracias maestro.
Eloi Puig
05/04/2025
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