La primera vez que intenté leer este libro, con unos 17 años, no pasé de la mitad. Entendía su importancia, el misticismo que le rodeaba como la parte central de la famosa Trilogía de la Fundación de Isaac Asimov, pero entonces me aburrió un poco. Lo dejé a un lado; en esa época quería emociones más fuertes.
Unos años más tarde, ya plenamente consciente de lo que me hacía, y después de leer la saga de los robots y del Imperio para seguir con los preámbulos de la Fundación y finalmente la misma trilogía... entonces sí que lo acabé. Y me di cuenta del error juvenil que había cometido unos años atrás: ¿Sabéis ese dibujo donde se ve a un hombre excavando un túnel buscando un tesoro y que abandona justo antes de descubrirlo al otro lado de la pared? Pues más o menos, Fundación e Imperio fue eso. Dejé el libro antes de conocer a el Mulo.
Vamos al grano: La primera parte de Fundación e Imperio titulada El general sigue la estela de los cuentos publicados años atrás por separado y que se integraron en el volumen anterior. En este contexto, un nuevo militar brillante, Bel Riose, siguiendo su propia intuición y apoyado por un emperador moribundo, intenta atacar a los planetas de la liga de la Fundación. Recordemos que nos encontramos en un momento de la historia en el que ya han pasado un par de siglos desde que Hari Seldon profetizó la caída del Imperio y estableció las Fundaciones. Ahora, el superior nivel científico de la Fundación es codiciada por los agónicos restos del Imperio y sus generales y la guerra estalla. La resolución, como siempre, siguiendo una lógica inapelable del autor se decanta hacia uno de los bandos... pero con un sabor algo escéptico, como si las predicciones de Seldon fueran tan infalibles que los gobernantes de la Fundación no tuvieran que hacer nada por cumplirlas.
En El general, Asimov esta vez ofrece varios puntos de vista, incluso también de fuera del planeta de la Fundación, especialmente de Biel Riose que se convierte en un personaje bastante potente e interesante por lo que quizás se merecía haberle dedicado un poco más de espacio. Tiene un final algo demasiado insulso para mi gusto. En esta parte, Asimov sigue el estilo de los relatos previos: mucho diálogo con poca acción y situaciones que parecen pertenecer a un damero cósmico desde el que Hari Seldon mueve los peones con una mano fantasma.
Si Asimov hubiera continuado escribiendo breves historias de cómo la Fundación acaba ganando siempre los intentos del resto de la galaxia por conseguir sus recursos científicos... la saga hubiera enfermado irremediablemente porque el lector tarde o temprano se cansa de oír los mismos análisis y de ver cómo el autor utiliza mecanismos similares para llevar a buen puerto las visiones de Seldon basadas en su psicohistoria.
Pero aquí es cuando el buen Doctor da un golpe de gracia y rompe con todo lo que había establecido anteriormente añadiendo un factor, un elemento, que Hari Seldon no podía detectar en modo alguno: El Mulo.
La segunda parte del volumen ocurre un siglo más tarde, cuando las luchas con el Imperio ya ha colapsado totalmente y Trántor, el planeta imperial, es un montón de cenizas. Sólo la Fundación se erige como un bastión de ley y orden en la Galaxia
"En tres siglos la Fundación había evolucionado desde un proyecto privado de un grupo reducido de científicos hasta un imperio comercial cuyos tentáculos se adentraban en las profundidades de la Galaxia"
La Fundación ya no es lo que había sido décadas o siglos atrás, también cae en el orgullo y la autocomplacencia y el saberse protegida por la profecía de Seldon la convierte en una civilización arrogante que se cree invulnerable. Los alcaldes —los gobernantes del planeta donde se establece la Fundación— se van corrompiendo y se convierten en pequeños dictadores, quizás permitiendo cierta flexibilidad pero sin perder el control de los mundos y las flotas que actúan por su beneficio.
“Vivimos en una cultura edificada sobre el principio ciego e incuestionable que un héroe popular del pasado lo tiene todo previsto y se encarga de que todas las piezas de la vida de la gente caigan en su sitio. Este tipo de mentalidad tiene muchos rasgos en común con la religiosidad, y ya sabéis lo que esto implica”
Sin embargo, también existe una Asociación de Comerciantes Independientes dentro del área de influencia de los mundos de la Fundación que actúa por su parte en libertad y que no comulga plenamente con su política. Se trata de planetas agrícolas, alejados de la burocracia de los alcaldes y que están tensando las relaciones de forma que se huele al aire una posible guerra civil.
Sin embargo, todos ellos tienen un enemigo común y ven a venir un mal que no parece tener freno y que puede comportar la desaparición de todo lo que siglos de bienaventuranza habían logrado. Este mal se llama el Mulo y es una incógnita que ni siquiera Hari Seldon pudo vaticinar en sus comparecencias holográficas cada vez que se avecina una crisis.
¿Cómo actúa esta misteriosa figura? ¿Cómo logra vencer a Señores de la Guerra, a mundos comerciantes, a flotas de naves con las que se enfrenta de manera fulminante? Aquí recae una de las claves de la novela y uno de los puntos máximos de inflexión de toda la trilogía. Ahora es cuando realmente las cosas se ponen interesantes en esta historia porque el Mulo no sólo quiere derrotar a la Fundación... también quiere descubrir dónde se esconde la mítica Segunda Fundación que Seldon construyó "en el otro extremo de la Galaxia". Lo quiere todo.
Una carrera contrarreloj donde una pareja que investigan al Mulo, en nombre de la Asociación de Comerciantes Independientes, se ven inmersos en una aventura donde tratarán de proteger a Magnífico, el bufón del Mulo, que han liberado de su servicio. Parece que este personaje, este bufón, puede tener la clave que se esconde detrás de la misteriosa figura del Mulo pues al haber trabajado estrechamente con él podría conocer sus intimidades y por tanto, sus puntos débiles.
La primera vez que leí esta segunda parte de Fundación e Imperio, me quedé estupefacto. La premisa con la que se movía Asimov me trastocó los esquemas. El hecho de que deshiciese todo lo que había construido de forma tan firme le otorgó a esta novela una nueva visión a la historia de las Fundaciones y lo valoré muy positivamente —ahora quizás no tanto, probablemente por la falta del factor sorpresa— pero eso no quita que la novela —y en particular la historia del Mulo— haya sido un gran revulsivo en la trilogía que la espoleó hacia la magnífica conclusión que podremos leer en La Segunda Fundación.
Eloi Puig
14/11/2024
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