Titans
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TITANS
(2025)

Albert Font

Editorial:
Chronos
(2025)


Colección:
Parany

Núm:
02

Páginas:
336

Ilustradora:
Nadezda

 

 
     
Titans

Imaginaos a un gigante caminando pausadamente por el océano, sobresaliendo casi por completo de sus aguas. De hecho, su altura es tan desmesurada que sus pies y piernas simplemente chapotean sobre las olas. Solo tiene que alzar brevemente un pie para continuar su camino de forma imperturbable. Desde las alturas, entre las nubes, cuelga un fildorcador, un enorme tubo conectado a la boca del gigante que lo alimenta. Pero seamos más precisos: su figura es tan enorme que no podemos llamarlo gigante; es un coloso, un titán. Y en su cuerpo inmenso y desmesurado viven unos seres que forman ciudades y sociedades. Y estos parásitos, que se alimentan y se aprovechan de las secreciones del Titán para vivir… son los humanos.

Es imposible que, con un escenario así, no os vengan a la cabeza otras obras que han ofrecido un cuerpo gigantesco como territorio donde transcurren los hechos fantásticos de la obra en cuestión. El primero que descubrí fue Remolcando a Jehová, una sátira humorística sobre el cuerpo del propio Dios, caído sobre el Atlántico. Recientemente, y de forma más cercana, leía también Les terres dels cossos que es desfan de Roger Coch, una novela que se adentra en la creación de mitos y leyendas, pero que también ofrece un enorme cuerpo de carne y hueso donde los humanos desarrollan sus vidas. Ahora bien, este es el primer caso en que me encuentro que el gigante, el titán, está vivo y camina. Una perspectiva única —que me recuerda vagamente y a otra escala a juegos como Shadow of the Colossus— y que Albert Font nos presenta de forma fascinante, ofreciendo unos misterios realmente inquietantes alrededor de por qué unos humanos habitan sobre un ser de estas características.

Nosaür es el nombre del titán, pero nuestra protagonista es Ran, una chica de diecinueve años que vive sobre su hombro derecho, junto con sus padres y todo un pueblo con vistas infinitas al Grablau, el océano por el que camina el titán. Los humanos llevan siglos aprovechándose de los recursos que proporciona Nosaür. Han confeccionado caminos, ascensores, rutas para viajar por todo el cuerpo y aprovechar todo lo que puede ofrecer el titán: desde restos de piel, pelos o uñas que se utilizan para fabricar todo tipo de estructuras, hasta los residuos de la mesclissa, la pasta con que alguien alimenta al titán a través del fildorcador.

«Pasado el mediodía llegué jadeando al extremo del mirador de los lilas. A los balcones exteriores del hombro derecho de Nösaur, que es el titán inmenso, jorobado y granítico al que mi pueblo parasitaba.»

Ran es una chica inquieta que arrastra un duelo no superado: el de su hermana pequeña, que durante una visita a las partes inferiores del titán para recoger algas cayó y nunca más se supo de ella. Ran no ha superado este trauma y está convencida de que su hermana debe de vivir en algún lugar. Hace tiempo que idea un plan para visitar las partes altas de Nösaur, donde la Academia guarda secretos sobre el titán y sobre el mundo que los rodea.

Y este será, pues, el pequeño gran viaje a través de diversas partes del cuerpo del titán Nösaur, que sigue caminando sin objetivo pero sin detenerse por un inmenso mar vacío donde no se divisa ningún tipo de tierra o lugar habitable que no sea el propio titán. Ran se aventurará por regiones extremas como el rerebarba, repleta de bosques de pelos y peligros, y también contactará con otros pobladores. A través de su viaje descubriremos —de forma un tanto imprecisa— cómo funciona la sociedad jerárquica de los humanos que habitan sobre Nösaur. No todos reciben los mismos recursos, y parece que los estamentos más favorecidos no reparten de forma equitativa la mesclissa y otros bienes.
Pero lo mejor será descubrir este sentido de la maravilla de un ecosistema que se regula solo y del que se aprovecha todo lo que el Titán produce.

Me ha gustado especialmente, sin embargo, la parte más oscura de esta dependencia hacia el coloso, como por ejemplo la presencia de los nodrizos, personas adictas que quedan enganchadas de por vida al jugo vital que es la mesclissa. De hecho, todos los humanos beben esta pasta viscosa refinada, y los alimentos y el agua solo se consumen de manera opcional, como complemento. Todos están enviciados al alimento con que se ceba al titán… aunque no lo sepan.

«Los nodrizos eran considerados ascetas, soñadores de alto nivel. Yo hacía equilibrios entre el asco y la lástima. Pensaba que más valía lanzarse al océano con una roca atada a los pies que permanecer de por vida de aquella manera, como moluscos ebrios de sueños.»

Albert Font nos ofrece una lectura amena, con un gran dominio lingüístico a través de una narración que evoca imágenes muy poderosas sobre una historia centrada en una búsqueda imposible para superar un duelo. A veces el tono de la novela parece más juvenil y otras, en cambio, puede volverse cruel y salvaje de repente, señalando que el submundo de quienes viven sobre el Titán no es un camino de rosas y que puede ser, también, un infierno.

El ritmo es elegante y los misterios se van sucediendo de manera que el interés crece a medida que avanza la novela. De hecho, tienes la impresión de que este universo es mucho más enorme de lo que podría parecer, y de hecho así es. Pero te das cuenta de ello de forma abrupta y un tanto llana: el autor, en un momento dado, parece no tener paciencia para seguir dosificando la información. En un capítulo que me ha parecido algo artificioso, se nos narra el origen de Nosaür y, de golpe y porrazo: el de los humanos, el porqué de que vivan allí, el futuro y muchos aspectos que creo que el autor podría haber desarrollado con más cuidado y con más páginas, aunque reconozco que entonces quizá estaríamos hablando de más de un volumen.

La parte final de la novela da la sensación de estar comprimida, y que las resoluciones resultan algo precipitadas, con un cierto regusto de impaciencia por cerrar temas. Los últimos capítulos explican demasiadas cosas en poco tiempo. La narración fluye, pero entra en un tramo de rápidos, como si el autor buscara acabar pronto su historia.

Hay incluso un cambio de narrador y una búsqueda de reliquias cuyo sentido no he acabado de comprender. Mientras que algunos párrafos de los últimos capítulos son sublimes —especialmente el último, «Amor y sangre», que con un aire poético y épico a la vez transmite visiones hipnóticas que te dejan boquiabierto—, también tienes, sin embargo, la sensación de que Albert Font podría haber exprimido más adecuadamente algunas partes de la historia, aun encajándolas bien en la trama final.

Como segunda novela —recordemos que Font se dio a conocer en 2022 con la L’hereu de la mortTitans es un salto cualitativo por la propuesta original y la fascinación que nos produce una historia como esta, repleta de momentos emocionantes y de misterios que nos hacen abrir los ojos de par en par. Creo sinceramente que es una muy buena novela, aunque da para mucho más, para expandir un universo de forma extraordinaria, un mundo que quizá el autor se ha esforzado demasiado en detener en seco y del que —estoy convencido— todos querríamos saber más.

Eloi Puig
23/11/2025

 

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