Tehanu
FANTASÍA
 
     
 
 
 
 

TEHANU
Tehanu
(1972)

Úrsula K. Le Guin

Editorial:
Raig Verd
(2021)


Colección:
Singulars

Núm:
---

Pàgines:
272

Sèrie:
Ciclo de Terramar/ 4

Traductora:
Blanca Busquets

Novelas relacionadas
Un mago de Terramar
Las tumbas de Atuan
La costa más lejana
Cuentos de Terramar
En el otro viento


Otras ediciones:

CATALÁN:

1995. Proa. Clàssics moderns

1986 Edhasa. Clàssics moderns

CASTELLANO:
2014 Minotauro. Biblioteca Úrsula K. Leguin

2007 Planeta DeAgostini

1986, 1990, 1994, 2004 Minotauro


 
     
Tehanu

En 1990, dieciocho años después de que Ursula K Le Guin concluyera La trilogía de Terramar, decidió volver al mundo fantástico que la había consolidado como una autora con un estilo excelente y con un mensaje rompedor por la época: Reivindicativo, feminista, ecológico y sobre todo pacifista.

Con Tehanu, la novela que nos ocupa, la cuarta del ciclo de Terramar, Le Guin quiso proporcionar un enfoque algo distinto al que teníamos en los libros previos: Ged, el archimago, el héroe, la persona que salvó el mundo, ahora queda relegado a un papel secundario e incluso le despoja de sus poderes, habilidades y los convierte en uno cualquiera, en una persona vencida. Su contrafuerte será Tenar.

¡Ah! ¡Tenar! Aquella chica inocente, pero decidida que protagonizó la hasta ahora mejor novela del ciclo: Las tumbas de Atuan. Sólo que ahora han pasado décadas desde que huyó de su destino como sacerdotisa y ahora es una mujer madura, viuda y con hijos mayores que ya se han marchado de casa. Tenar es una mujer fuerte y que sabe estar en su sitio. Un día la avisan que unos bergantes han maltratado a una chica, que le han quemado la cara y que yace medio muerta en un descampado. Tener la socorrerá, la ayudará y cuidará como una hija. La relación, tranquila, silenciosa entre ambas mujeres irá creciendo y convirtiéndose en cariño.

Entiendo perfectamente que Le Guin quisiera reencontrarse con el personaje de Tenar pues después de los acontecimientos ocurridos en Las tumbas de Atuan tuvo un final un poco agridulce, sin saber exactamente qué le ocurrió. Y era una lástima que un personaje tan bien moldeado y tan bien llevado (mucho mejor que Ged) hubiera caído en el olvido de la serie. Así pues, la autora ha matado a dos pájaros de un tiro: por un lado recupera a Tenar y por el otro centra el mensaje de esta novela en los personajes secundarios, normales, que hay detrás de las grandes historias. Porque, ¿Qué ocurre cuando los poderosos pierden el poder? Se vuelven más débiles y más insignificantes que nunca. En cambio, la gente normal mantiene el tipo. Y ésta es el relato de cómo Ged, el gran archimago de Terramar, vuelve a sus orígenes y de cómo Tenar, su amiga rescatada décadas atrás de unas oscuras catacumbas, protagoniza esta historia que realza el poder de las madres y en definitiva de las mujeres.

Le Guin sigue con su estilo calmado, con descripciones cuidadosas, pero sin resultar cargantes, con su pacifismo extremo que conlleva que la historia fluya sin prácticamente acción, sin gestas ni escenas vívidas para el recuerdo pero que igualmente penetra dentro de nuestro subconsciente, acomodándolo porque obviamente recibimos mensajes igualmente poderosos, escenas que nos exaltan y diálogos memorables.

Sin embargo, diría que el acercamiento a las reivindicaciones feministas es tímido, sin sentido de rebelión y con frecuencia en forma de queja hacia el poco activismo de las mujeres.

(...) “¿Qué podías hacer sino cerrar las puertas con cerradura y llave? Pero es como si pasáramos la vida cerrando puertas.” (...)

(...) "Miedo —dijo—. ¿De qué tenemos tanto miedo? ¿Por qué permitimos que nos digan que tenemos miedo? ¿De qué tienen miedo ellos? (...) al final, dijo, —: ¿Por qué nos temen?"

Este último extracto lo encuentro muy importante: ¿Los hombres, los poderosos se comportan así porque tienen miedo a las mujeres o a los más débiles? ¿La mayor fuerza y ​​poder que poseen los hombres les aplican de forma brutal contra el sexo femenino porque les tienen miedo? Porque saben que si ellas levantaran la cabeza y les miraran los ojos, ¿no podrían aguantar la mirada o no sabrían cómo afrontarla? He aquí un debate que podría llevarnos horas y que Le Guin define perfectamente en pocas palabras y que podemos liquidar con esta sentencia demoledora:

"Si tu fuerza reside sólo en la debilidad del otro, vives con miedo"

Pero volvamos a nuestra historia. Tehanu está íntimamente ligada a la anterior novela del ciclo: La costa más lejana. Y esto es así porque la acción ocurre inmediatamente después de los hechos de aquella novela, después del combate de Ged, después de que todo volviera a su sitio. Como comentaba anteriormente, el archimago, devuelve malherido y despojado de magia y es Tenar y su hija adoptiva Therru quien se ocupa de él. A nuestro Gavilán, sin embargo, lo buscan aunque él se esconda del mundo por la vergüenza y el sentimiento de vacío que le conlleva no poseer magia. Otros magos verán la oportunidad de crecer ante reyes y nobles y en cambio las mujeres que quizás podrían estar preparadas para alcanzar un estatus superior no se las tiene en cuenta: Son brujas, son curanderas, son herbolistas sin cultura.

“Una bruja de pueblo cualquiera, como Musgo, pasaba con unas cuantas palabras de la Lengua Verdadera heredadas como tesoros preciosos de brujas más viejas o compradas por un precio elevado a algún brujo, y con un surtido de conjuros ordinarios de localización y de reparación, un montón de ritos sin oídos, humos de misterio y tonterías. (...)”

La alta magia es para hombres, no para mujeres. Ellas tienen otro tipo de magia, más casera, más simple, ligada a la naturaleza y la curación del cuerpo. Aquí podemos ver claramente vínculos con una novela de sir Terry Pratchett publicada sólo tres años antes: Ritos iguales, donde el maestro ya profundizaba en este tema, aunque fuera de forma humorística. Tenemos, pues, un trasfondo crítico con el sistema pero donde los personajes les cuesta rebelarse contra esta injusticia, donde las mujeres siguen cerrando filas entre ellas y consiguen el calor de la madre, de la hija, de la amiga o de la compañera pero bajan la cabeza cuando el poder tradicional de los hombres las golpea (sea de forma metafórica o literal)

Incluso las injusticias más flagrantes sólo obtienen una respuesta firme en forma de diálogo voraz, pero no de violencia:

(...) “No podía odiarla más. Ser una mujer era su defecto. No había nada que pudiera agravarlo o rectificarlo en sus ojos; ningún castigo era suficiente” (...)

Sin embargo, las mujeres firmes como la Tenar saben que poseen otras armas, más sutiles para vencer a este orgullo masculino:

 (...) pero como ya no era una chica, no la intimidó, sino que sólo le sorprendió cómo los hombres organizaban su mundo hasta convertirlo en ese baile de máscaras, y la facilidad en que una mujer podría aprender a bailarlo.“ (...)

Ésta es, pues, la lucha que ha arrastrado a la humanidad desde siempre: El poder omnipresente de los hombres sobre las mujeres, en este caso centrado en este mundo fantástico que es Terramar. donde Le Guin, como comentaba, se convierte siempre en voz reflexiva y transmite esta virtud a sus textos ya sus personajes. Quizás en este caso ha ensalzado de nuevo la figura de Tenar pero también veo cómo el final del libro se ha precipitado un poco (al igual que pasó con Las tumbas de Atuan) y no ha dado la oportunidad de revancha o de gloria a su protagonista.

Claro que... quizás esta era la intención de Le Guin: huir del belicismo innato de los hombres y presentarnos alternativas de cómo concluir un relato, una aventura... alejarse de la épica y buscar una conclusión firme pero pacífica, vivir el momento, sin pensar con enemigos o posibles peligros futuros. Quizás una mente masculina como la mía necesita imaginar personajes heroicos (del sexo que sea) donde se ensalza la valentía, o la astucia, o la fuerza y ​​encuentra más extraño estos finales más reflexivos que nos ofrece la autora.

Y esto me lleva a que os transmita una pequeña reflexión que me ronda por la cabeza hace tiempo con la obra de Ursula K. Le Guin: Por ejemplo me siento mucho más a gusto con el personaje de Tenar que con el de Ged (en cualquiera de las novelas) porque Tenar inspira superación o fortaleza. Ged promueve la meditación, el acercamiento entre los oponentes y sólo utiliza su poder en situaciones límite. Tenar sufre y rompe su status quo; Ged, se acomoda a su destino. Todo esto, se aleja, por tanto, de la épica y la aventura con la que he crecido leyendo novelas. Y esto es un tema que quizás hay que darle más de una vuelta: Siempre he pensado que Le Guin es una gran narradora y excelente escritora pero nunca me he sentido muy cerca de ella. La novela que marcó una diferencia de esa autora en mí en su momento fue El nombre del mundo es bosque. Y es que allí ocurrían cosas, había emoción y sufrimiento. Más adelante encontré también que Los desposeídos era una obra maestra pero sobre todo por el mensaje y el debate político que despertaba. Lo que quiero decir es que el hecho de que la autora americana haya huido de la acción, de la grandiosidad y del enfrentamiento, además de no profundizar en muchos de sus personajes principales, siempre me ha dejado un poco al margen de la historia (por muy bien que esté escrita).

De Le Guin me ha faltado emoción en muchos momentos, pues creo que su estilo calmoso e impertérrito no me proporciona todo lo que busco en una novela. Solo me llena una parte: la literaria, sin duda, pero no la de la trama principal o los personajes. No sé si el hecho de leer fantasía y ciencia ficción hace buscar a menudo ese sentido de la maravilla que se expresa en forma de épica o de grandes gestas... y en cambio Le Guin más bien tiende a la conciliación, te presenta los problemas, los debate y los soluciona de forma coherente pero sin la pasión esperada, sin violencia o efervescencia de ningún tipo.

Quizás Ursula K. Le Guin intenta que esta explosión de violencia que todo el mundo lleva dentro no quede agarrada a la solución de conflictos. Es difícil, creo, transmitirlo en una novela como Tehanu. Pero el intento es muy loable. Me hubiera gustado ver a una Tenar desbocada por las injusticias que sufría. Le Guin, sea como sea siempre será una autora a reivindicar (especialmente por rompedora en una época como los sesenta y setenta) aunque el estilo de mostrarnos sus obras choque con mi talante.

Raig Verd, pues, va cumpliendo su promesa de finalizar toda la serie con esta nueva reedición de un volumen de Terramar bajo la batuta de la traducción de Blanca Busquets, que sinceramente he encontrado excepcional. A partir de ahora, los dos volúmenes que fantan de Terramar son desconocidos en catalán, inéditos. Raig Verd ya publicó hace unos meses la antología Cuentos de Terramar (por cierto, con uno de los relatos, “Drago”, finalista de los Premios Ictineu de este año). Sólo quedará el último libro de la serie: El otro viento, que casi está a punto de salir a la calle.

Eloi Puig
08/05/2022

 

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