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              Hace unos años conocí  Dinamarca. De aquella tierra plana repleta de castillos me  sorprendieron muchos aspectos pero tres sitios me encendieron la vena  místico-literaria: El reconstruido asentamiento de Trelleborg, las  piedras rúnicas de Jelling - casi me imaginaba descifrando un texto  donde se indicaba la ubicación de un tesoro guardado por un tal  Smaug- y el museo de Drakars de Roskilde, la antigua capital.  Allí mismo me puse un casco de vikingo, cogí una espada a dos manos  y me hice una foto gritando como un bersekr en plena batalla.  Que queréis que os diga, soy así. Los vikingos representan un ideal  entre romántico y perverso de la libertad, el honor, la aventura  pero también del pillaje, el comercio y la batalla épica.  Los vikingos siempre han  despertado cierta fascinación entre los otros pueblos. Eran una  cultura que atemorizaba pero también se la envidiaba en parte.  Películas como El guerrero número trece o Outlander,  cómics como Thorgal, series como Vikingos o novelas  como la reciente Neimhaim de Aranzazu Serrano o incluso  la Trilogía del Mar Quebrado de Abercrombie ensalzan o  inspiran los pueblos nórdicos y su mitología. Y la presente novela  contiene todos estos aspectos que destacaba anteriormente, escritos  de la mano de un escritor que ya conocí precisamente leyendo una  pequeña joya totalmente sumergida en la mitología de los pueblos  escandinavos. Poul Anderson es un autor que siempre me ha sorprendido  muy gratamente. Sólo había leído dos obras suyas, pero señores:  ¿Qué novelas! Por un lado La nave de un millón de años, un  claro ejemplo de su vocación hacia la ciencia ficción; y por la  otra, La espada rota que el sello Runas tuvo el privilegio de  recuperar hace unos años. Si aquella novela era un claro ejemplo de  la pasión de Anderson por la mitología nórdica, la que ahora nos  ocupa, La saga de Hrolf Kraki, no lo es menos.  El mismo término de saga, tan común hoy en día, es de origen escandinavo y hace  referencia a una narración de larga duración que extiende sus  brazos por varias generaciones o por muchas de las ramas de una  familia. Y una saga es lo que nos encontramos al abrir las páginas  de esta fantasía histórica. Anderson por un lado recoge la  información existente en torno al rey danés Hrolf Helgisson, -  llamado posteriormente Hrolf Kraki-, un soberano que gobernó la isla  de Selandia y Escania (actualmente en Dinamarca y el sur de Suecia) y  tuvo una importante influencia en los territorios vecinos. Pero  aparte de los hechos históricos, el autor incorpora los elementos  fantásticos propios de la mitología nórdica y de su panteón de  dioses y criaturas. Esta es una mitología que en menor o mayor  medida siempre ha estado presente en nuestra literatura popular. Las  referencias a Thor y Odín por ejemplo son innumerables. O el  significado de la palabra bersekr es muy conocida por  cualquier aficionado a la fantasía o en la literatura de aventuras.  Y Anderson, nos ofrece un cocktail perfecto entre historia y  fantasía, entre las vidas, pasiones, traiciones y victorias de la  familia de Hrolf Kraki desde los tiempos de su padre y tío pero  también de los guerreros que le acompañaron a construir una  Dinamarca que era la envidia del norte de Europa.  Así pues por un lado  tenemos la vertiente histórica, la saga real que nos acerca a  la vida de la familia del rey (Hrolf Kraki existió, según las sagas  escritas, sólo que Anderson ha llenado los vacíos históricos con  magia y dioses caprichosos empeñados en guiar el rumbo los humanos)  y por el otro lado tenemos las incorporaciones fantásticas que  dictan el destino de los hombres: los engañosos elfos - que ya se  encargó de retratar a la perfección el autor en La espada  rota, las bestias-troll o los mismos dioses nórdicos -  especialmente Odín - que intervienen directamente en la saga, sin  olvidar las bersekrs, los cambiaformas, las brujas o el ritos  paganos que tan furor tenían en una época - finales del s. VI- y  naturalmente la lucha diaria donde el honor y el orgullo eran más  importantes que las personas. Toda esta fantasía, pero, sólo  acompaña la trama, lo envuelve en momentos puntuales dejando el  grueso de los acontecimientos por los hechos históricos, o al menos  los hechos extraídos de la saga que Anderson se encarga de novelar a  su gusto. Efectivamente, la vena romántica y me atrevería a decir  que nostálgica de aquellos tiempos también se hace notar en la  narración, y muchos aspectos de la vida cotidiana se ensalzan  mediante diálogos que quizás desentonarían en la vida real.  La saga consta de siete  capítulos, siete historias centradas especialmente en una figura  cercana a Hrolf Kraki y curiosamente ninguna de ellas es el mismo  rey. Y por estos capítulos pasarán numerosos personajes que  soltarán sus pasiones como si estuviéramos hablando de un culebrón  medieval: incestos, hijos ilegítimos, brujería, traiciones de los  más cercanos, pero también honores y gloria por los valientes.  Anderson es un gran narrador y sabe combinar la ambientación de la  fría Dinamarca con el estado de ánimo y el espíritu que guía a  los personajes principales. Puede recrear batallas épicas como  narrar un encuentro imposible entre madre e hijo.  Quizás comparada con La  espada rota, le falta más profundidad o más mala leche,  pero La saga de Hrolf Kraki es igualmente una gran  oportunidad de acercarse a esta mitología que siempre nos ha atraído  tanto y de la mano de una gran conocedor de la misma.  El sello Runas continúa  rescatando obras que no merecen perderse en el olvido. A destacar  también la nueva traducción de la mano de Lorenzo Martín que no  sólo me ha parecido muy notable sino que aporta algunos pies de  página más que instructivos.  Eloi Puig, 25/04/2016 
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