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             Esta es la segunda novela que leo de Carme  Torras. La primera fue La mutación  sentimental (por cierto, recientemente traducida al castellano) una obra  notable sobre inteligencia artificial y dependencia tecnológica, una agradable  sorpesa en la ciencia ficción catalana actual. 
            Miracles perversos (Milagros perversos) es una historia  completamente diferente, muy alejada temáticamente de su ópera prima, una  novela que trata de muchos sentimientos, alguna que otra pasión y un pequeño  misterio ... una temática que une intriga y amor y que a priori no me inspiraba demasiado interés, hay que admitirlo. Esto  significa que he hecho un pequeño esfuerzo extra para acercarme a la presente  novela. Probablemente si no tuviera sobre la mesa la experiencia previa con La Mutación Sentimental,  me hubiera dedicado a bajar la pila de pendientes. 
            Miracle perversos, como decía, es  una novela enfocada a resolver un pequeño misterio en forma de correos  electrónicos que de repente recibe Paula, una enfermera catalana asentada desde  hace años en Estados Unidos, y viuda reciente de un famoso escritor. Los  correos la invitan a seguir una especie de serial por capítulos que son  enviados cada día desde una dirección extraña. Paula se preocupará e intentará adivinar  quien le envía unas misivas con elementos personales que la preocupan  profundamente. 
            La inspiración, las musas, la literatura y  el teatro ... son ingredientes importantes en esta obra. La novela se vuelca a  profundizar en el mundo propio de las letras, en la fuerza de la escritura, en  el arte del diálogo, de la seducción a través de las palabras, de las mentiras  necesarias y de las verdades prescindibles; un combinado que la autora nos  ofrece a través de los pensamientos de una protagonista que parece haber  enterrado la memoria bajo el impasible ritual de la rutina diaria. Una obra  intimista, conducida por un único personaje, Paula, sólo apoyada brevemente por  su amiga Margaret, y que como objetivo tiene más la búsqueda de respuestas  interiores que no desvelar grandes enigmas. 
            Carme Torras demuestra que su talento como  escritora - aparte de al robotista- está fuera de duda. La prosa se nota  trabajada, elaborada al mínimo detalle, con un vocabulario rico y en definitiva  agradable de seguir. Eso significa que tenemos delante una escritora que se  siente cómoda en varios tipos de registros, de temáticas y de prosas. Pensemos  que en esta novela mezcla a partes iguales capítulos narrados en tercera  persona con las cartas redactadas en primera persona, combinando además, el  pasado y el estricto presente. Es un esfuerzo intenso para que el conjunto no  se resienta, pero la autora lo consigue. 
            Cierto es que en algunos capítulos de la  mitad de la obra hubiera agradecido algunos clifhangers o recursos similares, algunos detalles que hubieran creado una necesidad de  continuar leyendo con más devoción, pero al tratarse de una obra corta tampoco  he tenido en ningún momento la sensación de que la lectura se aletargara o se ralentizara,  quizás sólo que no aporta momentos de intensidad y por lo tanto que se acomoda  pacíficamente. El final, eso sí, nos da respuestas impresionantes y realiza un  giro argumental completo y rompedor, que yo al menos no me esperaba, un acabado  original que parece tontear con la metaliteratura y que encuentro innovador. 
            En todo caso, recalco que mi visión de la  obra debe ser tomada bajo el prisma que no es un tipo de novela que me atraiga,  pero que he intentado valorar en su justa medida. Por el lado técnico (o más  bien artístico) no tengo ninguna queja: La prosa de Carme Torras está fuera de  toda duda. Por la parte más dramática, sobre la trama, la he encontrado  original que no es poco. 
            Eloi Puig, 26/12/12 
              
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