La maldición de Hill house
TERROR SOBRENATURAL/ PSICOLÓGICO
 
     
 
 
 
 

LA MALEDICCIÓ DE HILL HOUSE
The Haunting of Hill House 
(1959)

Shirley Jackson

Editorial:
L'altra editorial
(2014)


Colección:
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Núm:
---

Páginas:
278

Traductor:
Martí sales

Otras ediciones:

1992 Ediciones del Blanco Satén (Como "la casa encantada"

1999 Plaza y Janés (Como The haunting ( La guarida)

2000 Circulo de lectores (como The hauting (La guarida)

2008 Valdemar. Gótica

2010 Nemira. Séptimo Sello

209 Minuscula. Tour de Force

 
     
La maldición de Hill House

El subgénero de las casas encantadas es una temática que he comprobado recientemente que da mucho más de juego de lo que pensaba. Para mí, el clásico indiscutible de Richard Matheson, La casa infernal, siempre ha sido un referente de lo que me podría esperar encontrar con novelas de terror de este estilo, pero obviamente se encuentran ejemplos que van desde el más estricto salvajismo visceral (sí, estoy pensando en la perturbadora Un dios de paredes hambrientas) a sutilezas de una calidad literaria increíble como La maldición de Hill House.

Siento no haber leído nunca este clásico. Cuando fue publicado en catalán, en 2014, se me escapó (desconozco si me despisté o no se realizó suficiente difusión, al menos entre la SCCFF u otros canales habituales) y duele porque es una novela importante de Shirley Jackson, una autora casi unánimemente reconocida como uno de los referentes de la novela de terror del s. XX que influenció a escritores como Stephen King o Neil Gaiman. El premio internacional que lleva su nombre evidencia su importancia.

Pero es que además, La maldición de Hill House no se ajusta al tópico de la casa encantada si no que es mucho más. La novela posibilita una lectura en diferentes capas, algunas de ellas muy sutiles que se esconden tras la propuesta principal o lo que nosotros pensamos que es la trama conductora porque Jackson me ha demostrado que sabe desviar la atención por caminos que no parecen llevar a ninguna parte y que resultan atajos y senderos escondidos en subterfugios que nos traen el mensaje que realmente nos quería comunicar la autora. Así que podemos hablar de terror psicológico, de horror sobrenatural, pero también intuyo asuntos menos fantásticos como un coqueteo con el lesbianismo o también un acercamiento a una ruptura de la realidad interior.

Hill House es una casa victoriana, perdida en un pueblo de mala muerte, con sus propios misterios, chismes y supersticiones. Un investigador de fenómenos paranormales, John Montague, lanza un llamamiento a voluntarios para pasar una temporada y así compartir sensaciones, notas, experiencias para el libro que está escribiendo. Finalmente, sólo asisten 3 personas: Luke, heredero de la casa que va un poco por compromiso y dos chicas: Theodora y Eleanor que supuestamente han demostrado antes cierta sensibilidad con experiencias fuera de lo normal.

Theodora es una persona segura de sí misma, vital, impaciente, risueña y bromista;
Eleanor es soñadora, fantasiosa, huye de su vida anodina y quiere descubrirlo todo; busca su propia personalidad, la cual le ha sidoprohibida debido a la abducción que ha sufrido al tener que cuidar durante años su madre enferma. Luke es un joven que parece adaptarse a las situaciones que se encuentra en la vida. Simpático y posiblemente un poco escéptico pero colaborador con todo lo que le es posible.

La vida de estas cuatro personas (y dos más que se añadirán más tarde bajo roles muy marcados) serán la verdadera apuesta de Shirley Jackson en esta novela porque La maldición de Hill House es ante todo un magistral retrato psicológico de todos ellos y en especial de Eleanor. Es un descenso a la locura colectiva o de quien posea una sensibilidad más especial o una mente más maleable.

La autora nos ofrece por un lado una descripción detallada de la casa pero sin abusar de ese estilo barroco que otros autores a menudo ejercen para acumular páginas. Fíjáos con el comienzo del capítulo dos:

"Ningún ojo humano puede aislar la desgraciada coincidencia entre línea y lugar que sugiere la maldad de la fachada de una casa, y sin embargo, una yuxtaposición maníaca, un ángulo mal girado, una azaroso encuentro entre tejado y cielo, convierten Hill House en un lugar de desesperación, más espantoso aún porque la fachada de Hill House parecía despierta, vigilaba con las ventanas vacías y la ceja de una cornisa mostraba cierta satisfacción (...). "

Jackson crea una atmósfera sutil y premeditadamente vaga que no busca un enfrentamiento directo con los personajes, no al menos de forma constante; prefiere antes que los aspectos que cuestionan la ciencia queden difundidos y aceptados como posibles. De hecho, nuestro investigador, el filósofo señor Montague, está siempre sobre una cuerda floja metafórica que busca el equilibrio entre la ciencia racional y todo lo que aborda la temática sobrenatural. En este punto, la aparición de la señora Montague es fantástica para precisamente presentar una postura radicalmente diferente a la de su marido (y con una excelente puesta en escena por parte de la autora).

Jackson utiliza grandes diálogos de una cotidianidad excelsa que te hacen sentir cómodo en todo momento, que propicia que los diferentes personajes actúen con gran naturalidad y por tanto de forma relajada en un lugar donde supuestamente las corrientes psíquicas y sobrenaturales lo hacen inhabitable. Es una mezcla de sensaciones muy curiosa pues dejando de lado el miedo que pueden sentir los personajes, el compañerismo que recrea la autora a través de las conversaciones provoca un efecto contrario al de la inquietud: una retroalimentación que insufla coraje de cómo superar un obstáculo o una sensación sin tener que irse de la casa encantada.

Sin embargo, las percepciones que produce la casa a menudo se quedan dentro de los personajes y no las expresan en voz alta. Aquí, un ejemplo que me parece clave:

"(...) al quedarse de pie en medio de la habitación, el silencio opresivo de Hill House la volvió a envolver. Soy como una pequeña criatura que un monstruo se ha tragado entera, pensó, y el monstruo nota mis pequeños movimientos en su interior ".

Así pues, Shirley Jackson nos ofrece más un retrato psicológico de sus personajes que una historia de terror o angustia. Las dosis de horror son más bien escasas pero las sensaciones de impotencia o escalofrío, de que algo no funciona bien en la casa y en los cerebros de ciertos personajes (la autora nos descubre pistas en algunos momentos de la lectura), son más importantes, más primigenias.

Un clásico del terror psicológico y sobrenatural que hay que reivindicar y que nos puede ayudar a comprender mejor este subgénero tan fascinante de las mansiones encantadas. L’altra Editorial ha publicado también Sempre hem viscut al castell, otra novela clásica de la autora.

Eloi Puig
26/03/2020

 

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