L'home dels ulls compostos
FANTASÍA CATASTROFISTA
 
     
 
 
 
 

l'HOME DELS ULLS COMPOSTOS
Fuyanren (複眼人)
(2011)

Wu Ming-Yi

Editorial:
Chronos
(2022)


Colección:
Arcàdia

Núm:
02

Páginas:
484

Traductora:
Mireia Vargas Urpí

Il·lustradora:
Elisa Ancori

Otras ediciones:

CASTELLANO
No existe edicón en castellano

 
     
L'Home dels ulls compostos

La colección Arcàdia de la editorial Chronos ha centrado su línea de acción en obras críticas, de esas que aportan mucho más que un mensaje: A menudo avisan de lo que nos depara el futuro o de una posibilidad distópica cada vez más plausible. Son novelas que pueden mezclar filosofía y ciencia en un espíritu transgresor premonitorio.

Lo descubrimos sobradamente con la brillante Llengua materna y ahora nos llega el turno de un autor completamente desconocido a nuestro país como es el taiwanés Wu Mong-Yi. La obra que nos ocupa es L’home dels ulls compostos y aunque refleja las características que antes comentaba, también hay que añadirle aquí un componente positivo importante y es su encomiable prosa. Probablemente la traductora, Mireia Vargas Urpí, sea en buena parte culpable pero de hecho lo primero que nos llama la atención (bueno, lo segundo, lo primero es la magnífica portada de Elisa Ancori) es el estilo, cuidado y diáfano, con que nos encontramos nada más empezar el libro. Y es que Wu Ming-Yi es un buen escritor, sin duda, y esto se evidencia enseguida. Ahora bien, la propuesta que nos hace con L’home dels ulls compostos no es ni sencilla ni resolutiva, quizá impactante sí.

La novela nos propone dos líneas de acción protagonizadas por un lado por un chico de la isla de Wayo-Wayo y por otro por Alice, una profesora traumatizada que vive en la costa este de Taiwán. Mientras que la primera línea de acción —la más estrambótica y fantástica— se va difuminando a medida que avanza la obra, la trama encabezada por Alice —o sea, los hechos que ocurren en la isla de Taiwán— se van bifurcando en diversas ramificaciones de personajes secundarios que exploran varios aspectos de la isla asiática. Descifrémoslo todo un poco:

Atrie es un chico de Wayo-Wayo, una supuesta isla ubicada en medio del Pacífico, un lugar remoto donde alguna vez han pasado los blancos pero que sigue rigiéndose por las tradiciones y por una rica mitología propia. Los Wayo-Wayoneses admiran el Mar, fuente de toda vida para ellos dado que la isla no proporciona demasiados recursos. El segundo hijo nacido de toda relación debe marcharse de la isla en una especie de rito iniciático: Debe marcharse para controlar la población y para buscar otro mundo donde vivir... o morir. Atrie así lo hace y pese a la cierta ayuda que recibe de los espíritus de los segundos hijos que viven en el océano va a tropezar con una misteriosa isla que se mueve. Sí, en estos primeros capítulos Wu Ming-Yi incorpora elementos fantásticos a través de un realismo mágico que entra la mar de bien y que nos deja con ganas de saber más de Atrie y su aventura.

Por otro lado tenemos a Alice, una viuda que ha perdido al hijo y también al marido mientras escalaban. Una mujer preparada para suicidarse. Pero algo se acerca a Taiwán, una catástrofe nunca vista —y que hoy en día es una realidad nada especulativa— y eso le cambia la vida. Alice es nuestra representante en la isla de Taiwán y a través de ella y de sus amigos entenderemos la realidad de un territorio, de un estado del que a menudo sólo conocemos sus trifulcas con China. Porque si a algo me ha abierto los ojos el autor es a descubrir el montón de etnias aborígenes que habitan la isla, que actualmente combinan los trabajos y las aldeas tradicionales con la modernidad intrínseca de una de los llamados tigres asiáticos. Esta polarización entre la tradición y la modernidad, entre los espíritus y misterios de la Tierra y las excavadoras y el cemento, entre el incipiente turismo y la emigración del campo a la ciudad son aspectos remarcables para hacernos una idea de cómo funcionan las cosas en Taiwán.

Pero sobre todo, y aquí es donde quiere incidir especialmente el autor, la gran diferencia del mundo moderno y la base tradicional es el tratamiento del medio ambiente. Porque L’home dels ulls compostos es sobre todo una novela ecológica con elementos fantásticos, es también una obra que avisa de un problema actual —que ya se conoce desde hace décadas— especulando lo que acontecería si estallara en una isla como Taiwán. Y sí, realmente lo que se explica es aterrador aunque el autor no utiliza una prosa más dura hasta el brillante último capítulo que es una pequeña maravilla que te araña por dentro.

Ahora bien, durante buena parte de la novela, no sabes hacia dónde te quiere llevar Wu Ming-Yi. Creo, después de leer su epílogo que ni él sabía. Y esto se nota en una historia disgregada, que envuelve amorosamente a veces a sus protagonistas (especialmente al principio) pero que se dispersa con secundarios y con diversos aspectos de Taiwán, que si bien, siempre son interesantes, sacuden el ritmo de la novela la y también su objetivo final. Hay momentos en medio de la trama que te preguntas si el autor quiere contarnos una historia suya o simplemente divaga sin darse cuenta sobre su país.

¿Qué significa todo esto? Pues que la novela es mayúscula en cuanto a estilo pero que el ritmo y la emoción se mueve a trompicones. Creo que deja demasiado a un lado al personaje de Atrie una vez que las líneas de acción se encuentran y también creo que resulta demasiado ambivalente con la búsqueda interior de Alice, traumatizada con su propia catástrofe familiar. Una búsqueda que se convierte casi en onírica en algunos momentos.

Sea como sea, es obviamente una novela a tener en cuenta, por su planteamiento original —y estremecedor— pero que quizás el autor hubiera podido pulir un poco para que ésta fuera dirigida al lector de manera más firme, Me ha hecho gracia leer en la contracubierta una frase de la misma Ursula K. Le Guin reconociendo que le encantó la novela. Digo que me ha hecho gracia porque mientras leía a menudo pensaba que el estilo de Wu Ming-Yi era muy parecido al de Le Guin: Brillante, inmenso con las letras y poco penetrante y emocionante con las tramas.

Seguiremos en la colección Arcàdia de cerca pues esta fantasía ecologista es sin duda una atención a los graves problemas medioambientales que sufre el Pacífico, especialmente la superpoblada costa este asiática, y que Wu Ming-Yi nos ha presentado de forma distinta y con el espíritu crítico que busca la colección.

Eloi Puig
28/05/2023

 

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