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             Ésta es una novela que siempre pongo de ejemplo. Es una de las  obras más conocidas de uno de los maestros del relato de terror como fue  Richard Matheson pero el hecho por la que La recomiendo a menudo a quien me  quiere escuchar no es sólo por su originalidad o calidad literaria, es porque  esta novela, La casa infernal, es de las pocas obras que sabe transmitir  inquietud, angustia y en definitiva terror por sus páginas con una simplicidad  estremecedora. 
               
                “Levantó la cabeza sobresaltada.  Miró por toda la habitación. 
                El mecedora había empezado a moverse” 
                 
              Y es que proporciona lo que promete: Terror, a veces sutil, a  veces macabro, gore incluso. Pero  siempre expresado con la maestría de un autor que sabe perfectamente qué  sensaciones quiere transmitir. Un horror que cada uno se hace un poco suyo  porque el poder de la imaginación en frases como éstas es muy poderoso en  nuestras mentes. 
               
              La Casa Belasco ha sido durante decenas de años considerada como  encantada. Varias expediciones anteriores han sido abocadas al fracaso pero  ahora se prepara otra que pretende resolver los misterios que guarda la mansión  tanto desde la vertiente científica como desde la espiritual. Éste es el  argumento de base del que parte Matheson para recrearnos las desventuras de  cuatro personas que deben pasar una semana en la casa y desentrañar sus  misterios. 
               
              De hecho esta premisa es muy similar a otro gran clásico de este  subgénero como es La maldición de Hill House de Shirley Jackson publicada doce  años antes y no se me ocurre otra cosa que afirmar que le rinde un gran  homenaje. También aquí Matheson nos presenta una serie de personajes  antagónicos pero que deben colaborar para alcanzar un hito común, aunque todos  arrastren sus propios temores que se guardan para ellos mismos. De hecho  también son dos hombres y dos mujeres y algunos presentan talantes muy  similares a los personajes de Hill House,  especialmente en el papel de nuestro científico, así como por profundizar en  ciertos aspectos como la liberación sexual reprimida 
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              Pero creo que Matheson va un poco más allá que Jackson en su  novela y dejando de lado las similitudes de base entre las dos novelas explora  con mayor profundidad aspectos como el enfrentamiento entre la ciencia y el  espiritismo, entre la razón y el misticismo que proviene de Dios. El autor  mezcla ideas y crea conflictos entre la ciencia y la fantasía, entre los hechos  demostrables y la parapsicología más fantástica. Y éste es uno de los puntos  fuertes de la obra ya que el autor nos hace bailar a su ritmo mientras da  vueltas en torno a cuál de las teorías —la científica o la espiritual— tiene más  puntos por ser la verdadera. 
               
              Pero el otro aspecto destacable son los personajes que intervienen  en esta aventura. Matheson juega con ellos y penetra en sus motivaciones, sus  miedos, anhelos y relaciones entre ellos de forma admirable. El enfoque de la  novela es directo, crudo, sin concesiones y ciertamente te provoca miedo pero  también adicción como para que no puedas dejarla. Observaremos los misterios de  la Casa Belasco desde cuatro puntos de vista distintos: 
               
              Lionel Barrett es físico, afirma que la parapsicología es una  ciencia basada en la naturaleza, no en la esencia que proviene de Dios. A  través de una máquina de su invención busca la forma de demostrar sus teorías.  Es terco y perseverante, quizá el miembro del cuarteto más interesado en  desvelar la verdad de la Casa Belasco, aunque sólo sea para satisfacer su ego  personal. 
               
              La señora Florence Tanner es médium psíquica y clarividente.  Joven, y atractiva. Cree fervientemente que está destinada a desentrañar de una  vez por todas lo que se esconde detrás de las paredes del caserón. Nota a  menudo presencias, voces y no duda en seguir sus instintos para resolver las  situaciones más inverosímiles y terroríficas. Es la antítesis de Barrett,  aunque deben colaborar juntos por el bien común. 
               
              Edith Barrett es la mujer de Lionel. Su papel puede parecer de  simple acompañante pues ni es científica ni mucho menos posee la sensibilidad  mental de Florence Tanner.  Ama a su  marido, mucho mayor que ella, aunque hay aspectos —especialmente en el ámbito  del sexo— de los que no está plenamente satisfecha y que iremos descubriendo de  ella poco a poco. Es un personaje títere que se ve arrastrado por la fuerte  presencia del marido pero también por otras fuerzas que no entiende y que le  harán descubrir nuevos horizontes.  
               
              Benjamin Fischer es un caso aparte:  Décadas atrás fue uno de los médiums más brutales del país. Ya desde niño  desarrolló una sensibilidad increíble para percibir cosas que no podían  explicarse fácilmente por medio de la ciencia. Años atrás participó en una  misión de investigación en la Casa Belasco con otro grupo. Sólo él salió  vivo... y por los pelos. Para Fischer volver a entrar de forma voluntaria en la  mansión de sus pesadillas es como penetrar en el infierno. Pero lo necesita,  quiere saber porqué sobrevivió, quiere conocer el mal que lo habita... y al  mismo tiempo quiere huir muy lejos. Su talante sarcástico e impertérrito son consecuencia  de esta lucha interior. 
               
              Una trama, pues, bien construida, y unos personajes que encarnan a  polor opuestos como son la ciencia y la magia, o los diversos aspectos de la  psique humana, que pueden ir desde el egoísmo a la generosidad, o desde la seguridad  en uno mismo a la carencia de iniciativa—. Los diálogos son coherentes en  situaciones difíciles y en especial nos encontramos con una atmósfera que  transpira temor y misterio. ¿Qué más se puede pedir? Pues una buena dosis de  calidad literaria y ciertamente que Matheson la logra. 
               
              Seguiré poniendo en La casa infernal como un muy buen  ejemplo de literatura de terror, que no envejece sino que además, en cada  relectura descubres más motivos para amarla. 
               
            Felicidades, pues, a la editorial Laertes por traernos este  clásico indiscutible que rubrica el número 100 de su revitalizada colección L'arcà. 
            Eloi Puig 
              28/05/2022 
              
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