Cada vez que quedamos en la heladeria, te explota la puta cara
FANTASÍA/ BIZARRO
 
     
 
 
 
 

CADA VEZ QUE QUEDAMOS EN LA HELADERÍA, TE EXPLOTA LA PUTA CARA
Every Time We Meet at The Dairy Queen, Your Whole Fucking Face Explodes
(2016)

Carlton Mellick III

Editorial:
Orciny press
(2024)

Traductor:
Hugo Camacho


Colección:
Midian

Núm:
18

Páginas:
144

Traductor:
Hugo Camacho

Ilustradora:
Marta Maldonado

 
     
Cada vez que quedamos en la heladería, te explota la puta cara

A veces necesitas leer algo que te espabile, te reanime o que simplemente te haga sonreír con facilidad. Y Carlton Mellick III es un autor que es imposible que te deje indiferente y perfecto para desentumecer la mente lectora después de pasar por un julio especialmente apático.
¿Y qué mejor que un título bizarro que te explote en la cara? Y en este caso, además, literalmente, porque no sé si lo habéis notado pero «Cada vez que quedamos en la heladería, te explota la puta cara» define al detalle lo que le ocurre a la novia de nuestro protagonista, Telaraña, una chica tímida y extraña que se enamora de Ethan, quien nos narra sus vivencias en primera persona y nos traslada al fabuloso mundo del instituto juvenil.

Vamos por partes: Mellick escribe bizarro y por lo tanto utiliza con abundancia recursos propios de este subgénero tan divertido como litros de sangre, sexo, situaciones esperpénticas, surrealistas, grotescas... pero al mismo tiempo nos lanza un mensaje subliminal (o no) sobre algún tema del que quiere hablar. Y en este caso es el acoso escolar en el instituto y el primer amor, aquella época que todos hemos pasado y en la que nos hemos sentido perdidos, indefensos o simplemente inseguros.

Ethan es un chico normal y corriente, quizá un poco introvertido, sin destacar especialmente y carne de cañón del abusón típico del instituto. Pero un día se enamora de Telaraña (no me preguntéis por qué la llaman así... es muy desagradable y si pudiera le daría un sopapo al autor), una chica un tanto rarita y que no tiene amigos. Se sientan juntos en el autobús escolar y solo con una mirada ya se levanta esa complicidad del primer amor.

Poco a poco se miran, incluso se mandan mensajes o se dedican breves palabras pero cada vez que quedan en un lugar —como por ejemplo una heladería o una cafetería— a ella le explota la cara. La carne, músculos, nervios y ojos se esparcen en todas direcciones... y ella tiene que marcharse corriendo a casa llorando para que su familia le rehaga el rostro, casi como si fuera el monstruo de Frankenstein.

Eso, queridos lectores, es muy jodido, ¿eh? Cualquiera habría salido corriendo, cualquiera se habría levantado de la mesa y disimuladamente se habría marchado por la puerta de atrás, huyendo de una escena tan escabrosa. Pero Ethan, ¡no! ¡No! Él ama a Telaraña y por lo tanto sigue saliendo con ella, aunque le explote la puta cara cada vez que quedan para hablar. Porque el amor prevalece por encima de las explosiones, por encima de los rostros repletos de puntos de sutura.

Carlton Mellick III, a través de una prosa sencilla y de una trama que continúa apostando por poner el dedo en la llaga de ciertos temas de carácter social (recordemos la excelente Matrioshka y su análisis de las relaciones de pareja, por ejemplo), esta vez no se echa atrás y nos planta la problemática del bullying pero también de la ternura del primer enamoramiento, de la excitación de estar con la persona que te gusta, de los nervios del primer beso.

Cabe remarcar que siguiendo con su tradición de mostrarnos escenas y tramas que, pese al surrealismo inherente en el que se mueven, tienen siempre una muleta que se llama sentido de la credibilidad... el autor da explicaciones de lo que está pasando —por muy inverosímil que sea— o de cómo puede ser que a una persona le explote la cara y se la puedan reconstruir. También es cierto que hacia el final ese sentido de la credibilidad quizá flojea un poco y no es una apuesta tan segura como al principio, cosa que me ha descolocado un poco.

Sea como sea, esta novela corta, sencilla y efectiva, me ha dado lo que quería: Un mensaje precioso que especula sobre los efectos del acoso escolar, camuflado eso sí, con diversión bizarra marca de la casa.

Sin ser su mejor obra, mantiene el tipo y me ha dado un respiro entre el bochorno estival y las malas elecciones lectoras de este verano.

Eloi Puig
24/08/2025

 

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