La serie de Terramar.
La mirada de Úrsula K. Le Guin .


Alicia Gili (2008)

 

"La razón pura es inaccesible para mí; mí razón trabaja a través de la imaginación". Úrsula Le Guin 2008

LA FANTASÍA Y ÚRSULA K. LE GUIN
Ursula K. Le Guin es una de las autoras modernas que ha trabajado en más tipo de literatura, narrativa, poesía, ensayo. Y dentro de la narrativa dos de los aspectos que más ha trabajado son la ciencia-ficción y la fantasía. A menudo le han preguntado cómo puede trabajar aspectos tan opuestos de la literatura:

"La fantasía es más antigua -dice Le Guin- nace del mito y la magia, que la literatura antigua y medieval por todo el mundo ya ha trabajado, es una literatura que vulnera la razón. En cambio la Ciencia-Ficción es la más nueva tipología de literatura, crea ficción sin nunca vulnerar la razón. Pueden aparecer sociedades ajenas, extrañas y desconocidas, pero con una explicación científica para su existencia, la exobiologia explicará su procedencia. A pesar de las apariencias la ciencia-ficción parte del realismo. En cambio la fantasía está llena de seres que no necesitan ninguna explicación, porque son de constitución mágica, fuera de la razón: dragones, duendes, etc. Y a pesar de eso ambas tipologías de literatura tienen un nexo en común y es que reflexionan sobre nuestra sociedad a partir del efecto espejo en sociedades diferentes y alternativas."

Hoy día se piensa que la literatura fantástica es cosa de niños, o de frikis, pero uno olvida que buena parte de la literatura fantástica es de hecho una recreación moderna de los últimos tres siglos de la literatura medieval trovadoresca. De hecho el racionalismo francés del XVIII y principios del XIX rompieron directamente con el mundo mítico y fantástico de la literatura medieval, del Cantar de Rolando, de Tristan y Isolda, o de la búsqueda artúrica, para huir de todo aquello que no tenía una explicación racional. Serán pues los autores románticos los cuales, dando la espalda al racionalismo, volverán a recuperar el misticismo y la mitología como fuente de inspiración, y de aquí nacen las raíces de la literatura fantástica: Levis Carroll con Alícia, detrás del espejo, Lovercraft con el Necromicon, Tolkien con el Silmarillion. Serán claros representantes del nacimiento de este tipo de literatura, convirtiéndose en clásicos de la literatura moderna. Hay pocas mujeres que hayan trabajado esta literatura pero Ursula Le Guin y Ana Maria Matute son los mayores exponentes de la literatura fantástica de nuestros tiempos y que aunque ambas escriben bajo la sombra de Tolkien a partir de los años 60, la gran virtud de la literatura fantástica de ambas es que no se parece en nada a dicho autor.

A menudo se oye hablar de que Tolkien creó escuela con la literatura fantástica y muchos autores posteriores son herederos de la fantasía tolkiana, llena de magos, elfos y trolls. Sin embargo no tenemos que olvidar que hay otros tipos de sociedades fantásticas que no tienen su origen en la prosa de Tolkien. Michael Moorcock por ejemplo mezcla en su sociedad, mito y tecnología, planos diferentes y sociedades diferentes y salta de un mundo al otro creando el multiuniverso. Matute crea su universo de una península ibérica de riendas medievales y de sus mitos y leyendas, muy propios de nuestra casa, pero consigue congregar un mundo fantástico con raíces propias, muy diverso y rico; y Ursula Le Guin crea también un mundo muy característico, y con muchas diferencias a los universos de muchos otros escritores de fantasía.

Una de las características más importantes de este tipo de novela es que hace falta la creación de todo un mundo nuevo, con toda su cosmología, cultura, sociedad, lengua, historia, mitología. Para ello hace falta una documentación profunda y es una estructura compleja que implica mucho seguimiento a la hora de crear el argumento, pues hay centenares de hilos que se tienen que definir y que en una novela no fantástica no es necesario. Ursula le Guin llega al virtuosismo que muchos atribuyen a Tolkien, creando incluso una geografía propia, una lengua propia, el Hardic, para su mundo fantástico y un sistema religioso complejo.

Pero Le Guin no nos habla de grandes reinos, castillos y ciudades doradas y grandes caballeros. Nos habla de herreros, cabreros o marineros, de pequeños comerciantes y curanderos. Nos habla de pueblos, de artesanos como los sederos del Confín Sur, o los pequeños pueblos cabreros de la Isla de Gont, o de pequeñas ciudades portuarias, y villas de pescadores, donde llegan de vez en cuando comerciantes. La clase noble, los ricos comerciantes, los príncipes, casi no tienen cabida en su narración y sólo cuando un príncipe aprende de la nada, de aquéllos que no son iguales que él, entonces puede llegar a ser un verdadero magnatario.

En este aspecto es muy importante la documentación de formas tradicionales de artesanía, del trabajo, de la agricultura, la pesca, la náutica, la herrería, etc que hay que documentar para poder mostrar en las descripciones una sociedad. Eso también implica el uso en la narrativa de formas tradicionales de contadores de cuentos, de fórmulas repetitivas de narración y de lenguaje arcaico. Ursula Le Guin nos muestra una maestría espectacular en la creación de todo este mundo significativamente bien documentado, lo cual lo hace muy realista, con un lenguaje muy esmerado. Hay que decir que la traducción al catalán de Madeleine Cases ha sabido encontrar el punto justo en busca de las palabras en catalán que transmitan esta maestría, aunque la traducción de 1986, se permite todavía muchas licencias que el catalán normativo actual no permite.

Tenemos que decir que la formación cultural y social en su entorno familiar llevará a la autora a ser especialista en diversos ámbitos, lo cual hará que sus obras estén magníficamente documentadas: un padre antropólogo una madre escritora de literatura infantil la hace crecer entre mitos, leyendas y sociedades alternativas y diferentes a la nuestra. Una formación taoísta que conformará una visión más amplia del mundo, que por ejemplo la de Tolkien que navega entre el catolicismo y el puritano protestantismo. Le Guin es doctora en lenguas romances y precisamente su especialidad será la literatura romance europea. Todo este bagaje se refleja en su creación de mundos, trabajados desde la sociología y la antropología, pues Le Guin usa la extrapolación de culturas alternativas para reflexionar sobre nuestra cultura, la historia, pero también y sobre todo del estudio de la lengua, las lenguas romances que serán un eje importantísimo en toda su literatura, no sólo a nivel estructural y lingüístico sino a nivel argumental pues la lengua será la piedra clave entorno en la cual giran y conforman las sociedades leguinianas.

LOS LIBROS DE TERRAMAR
"I es que un mago y un marinero no son cosa tant diferente; ambos trabajan con los poderes del cielo y del mar, y doman los grandes vientos con el uso de las manos, trayendo cerca lo que era lejano"

LOS PERSONAJES

Ursula Le Guin cumple en su ciclo de Terramar todas las características propias de una novela fantástica, aunque al mismo tiempo es capaz de crear una fantasía imaginativa, enriquecedora y reflexiva sin nada a ver con los estereotipos ya creados por la escuela tolkiana.

Hay pero una cosa poco común en una novela y que es atractiva y al mismo tiempo curiosa. La autora, como narradora omnisciente, como si fuera un historiador que nos relata el cuento sabiendo su final, nos da algunas notas durante el relato que nos explican el final. Ya en las primeras páginas sabemos que el protagonista conseguirá su búsqueda porque la misma autora nos explica el futuro del mago. Incluso nos da ya pistas de lo que será del protagonista en su tercer libro. Conocemos el final de las cosas y a pesar de eso Le Guin no mata la intriga. A pesar de eso durante toda la novela Úrsula Le Guin consigue que nos olvidemos de lo que sabemos y que suframos por los peligros del protagonista con lo cual nos sentimos plenamente identificados.

En la segunda novela de la saga pasa exactamente lo mismo, ya que durante el final del primer libro la autora ya nos dice cómo acabará el segundo, pero es un dato que nos pasa desapercibido y Le Guin consigue crear intriga y hacerte leer la novela hasta el final para saber cuál será la suerte de los protagonistas, cuando en realidad ya la conocemos.

Los protagonistas, niños, a veces con pocas salidas, acostumbran a ser antihéroes, que alcanzan su poder del dolor y de la consecución personal. Le Guin dice que prefiere representar chicos y chicas porque así se puede acercar más al proceso de maduración personal del que le interesa reflexionar y la reflexión está en sus personajes por encima de la acción fantástica. Para repensar nuestro mundo explora metafóricamente sobre la propia existencia y la del mundo a través de sus jóvenes protagonistas.

A nivel editorial, Le Guin dice que escribir sobre personajes de menos de 20 años comporta el peligro de que te enmarquen en literatura juvenil. “-A los editores los encanta la literatura para jóvenes adultos porque tienen un público mucho más amplio, desde los niños hasta los adultos, pero entonces corres los peligro que los críticos te dejen fuera de la literatura en mayúsculas-dice la propia Le Guin- Pese a ello prefiero este tipo de personajes porque son más abiertos, más vulnerables, más frescos y apasionados”.

Así Ged, es sólo un chico, a quien el orgullo pierde y que después tendrá que salvar la humanidad de sí mismo, del daño y el dolor que él mismo puede causar.

Tarm, en el segundo libro es un niño a quien la cultura, la tradición y su sociedad la mantienen en servidumbre y que a pesar de intentar salir de esta esclavitud no conoce nada más.

Y Arren, es también, en el tercer libro, un niño que cree saberlo todo porque ha nacido con estrella, y de repente se da cuenta de que está vacío. Curiosamente Arren es el chico que por educación y posición social tendría que ser el más seguro en sí mismo y es al mismo tiempo el más débil. El camino, la búsqueda, pero que ni él mismo conoce lo tienen que conformar como el hombre que tiene que dirigir Terramar, pero el propio chico no lo sabe. El camino es una formación. La búsqueda se convierte en una escuela de la madurez y de la responsabilidad. En el cuarto libro, Tehanu es una niña marginada y temerosa de sí misma y de su poder y del miedo que le tienen el resto. Y el cuarto libro Dragónvolador es otra niña que como Tehanu tiene que descubrir en su proceso de maduración personal el poder que tiene y el lugar en una sociedad que no le permite madurar.

Todos son niños que tienen que luchar por construirse a sí mismos, mientras construyen un futuro para su sociedad. Los tres son sólo niños que tienen que hacer un búsqueda, unas manos débiles, sin sabiduría y sin destreza sobre las que el destino ha dejado el futuro de su mundo.

Pero lo que es importante en los personajes de Ursula Le Guin, al contrario de la mayoría de novelas fantásticas, es que no es el destino quien define sus camino si no su libre búsqueda de la libertad, su capacidad individual y colectiva de mirar adelante. Si a la mayoría de novelas fantásticas, como la literatura medieval, el destino marca el camino de los héroes, los protagonistas de Ursula Le Guin, siguiendo tradiciones de oriente lejano basadas más en el equilibrio y dualidad del mundo, sólo ponen en marcha las herramientas para que cada uno se busque su propio camino. El destino puede estar marcado pero se tiene la capacidad de escoger.

Eso es lo que no puede hacer por ejemplo Aragorn en El Señor de los anillos el cual ha nacido y sus abuelos y padres ya nacieron para cumplir su misión. En cambio Ged, Arha, Tehanu, Dragónvolador o Arren pueden escoger para bien o para mal, pero es su decisión y esta decisión tiene consecuencias hacia los otros, y uno puede tener en cuenta estas consecuencias, pero cada uno tiene que decidir por sí mismo, todo el mundo es libre de escoger, y nadie tiene el poder de escoger por otro.

Úrsula Le Guin crea una cosmología, una sociedad, una cultura, una lengua, que como conjunto es nueva y creativa, pero que está basada en las tradiciones culturales y los mitos de la humanidad desde que el hombre tiene recuerdo de que es hombre. Le Guin crea una sociedad unitaria con una ley común y una lengua común, e incluso un rey común, aunque cada isla, cada suelo, tiene su lengua, su sistema político y sus particularidades culturales. Hay una runa de vínculo entre todo Terramar, un anillo mágico que permite la paz y el equilibrio entre todas las tierras y sociedades de Terramar. Los hombres pueden romper esta runa y entonces aparece la diferencia y el desequilibrio, la guerra y el hambre, el odio y la envidia.

Como muchas sociedades africanas, Le Guin separa el poder de la sabiduría y uno y otro se complementan y se equilibran pero no se juntan. Eso parte de sociedades de corteanárquico africanas que consisten en no unir el poder y la sabiduría para evitar las dictaduras en manos de pocos: por ejemplo como en el sistema político de democracia anárquica de los masais, donde la casta de los guerreros y de los sabios están separadas y una aconseja la otra pero ninguna tiene el poder de decisión único.

Le Guin nos muestra a una sociedad unida por una ley común, donde los reyes y príncipes detectan el poder y los hechiceros la sabiduría, y se aconsejan y equilibran pero no detectan el poder absoluto de la decisión única evitando así los totalitarismos.

EL PODER DEL NOMBRE

La magia, el poder, la esencia del ser humano está en la palabra. La capacidad de conocer, de dar nombre, de saber la esencia del otro es lo que da poder, lo que permite dominar al otro, lo que permite hacer magia. De hecho el creador es el primero a dar nombre a todas las cosas, el mundo se creó al ser nominado.

Desde siempre las sociedades humanas se han caracterizado por su capacidad de dar nombre, de nombrar las cosas, la palabra, la lengua es nuestra esencia, y Ursula Le Guin usa esta característica para confeccionar un mundo mágico de poder y dominio sobre la naturaleza, que al mismo tiempo es la propia naturaleza al existir la que nos proporciona.

El nombre verdadero de todas las cosas define su esencia y eso es lo que da capacidad de poder. La magia consiste en conocer el nombre de las cosas verdadero para poder dominar su esencia y poder cambiarla o destruirla. Todas las cosas tienen nombre, incluso los no nominados como la sombra que persigue al protagonista, pero no todo el mundo conoce el nombre verdadero de las cosas, y las personas esconden su nombre a todo el mundo menos a familiares y personas de confianza, pues el verdadero nombre otorga poder sobre aquél que te lo da.

Por eso el protagonista de Ursula Le Guin pierde todos sus poderes cuando la sombra, a la cual persigue, consigue nombrarlos. La sombra sabe el nombre verdadero del pequeño mago, conoce su esencia y como tal lo puede dominar. Y la segunda novela son los poderes innominados, los sin nombre y su sirviente, la que no tiene nombre, los que oponen su poder oscuro al hechicero de los nombres

Las personas tienen un nombre de uso por el cual te nombra todo el mundo y el nombre verdadero, escondido, protegido. Y esta propia magia del nombre verdadero es lo que define la búsqueda de la novela, porque si bien nos parece que diche búsqueda consiste inicialmente en encontrar y luchar contra los poderes oscuros, al final nos damos cuenta que es la búsqueda de la verdad primigenia del ser humano y que esta al final empieza por uno mismo en cada una de las novelas, en cada uno de los protagonistas. De hecho Ged, el protagonista del primer libro, vence la sombra cuando la nombra, y la nombra con su propio nombre, porque es parte de su propia esencia.

Fijémonos que Ursula Le Guin de hecho aprovecha tradiciones y mitos de diferentes sociedades para definir su mundo mágico a través de la palabra. Las sociedades orientales como China o Japón, llevan el apellido en primer lugar, y el nombre en segundo, que sólo usan en el círculo familiar, pues es el nombre que define su esencia, pasión, luz, viento, dolor, alegría, comprensión.

En las sociedades persa o árabe cada nombre tiene un significado, muchas veces ligadas a la naturaleza o a la esencia del hombre: luz, viento, belleza… y el nombre va atado a tu personalidad. El cristianismo por ejemplo castiga a los niños muertos innominados.

En todas las sociedades, como en la sociedad de Úrsula Le Guin, el momento de dar el nombre es crucial, hay ritos de paso que te permiten alcanzar tu nombre, pensemos sino en el bautizo. Asimismo los niños de Terramar tienen que pasar por uno ritos, atravesando un río, para recibir su nombre verdadero. El nombre verdadero no lo reciben al nacer pues entonces no conoces la esencia todavía del recién nacido, y es alguien especial, capaz de ver dentro de ti, quién te tiene que nombrar, quien te tiene que definir. Esta era la facultad de los padrinos en las tradiciones medievales.

Pero hay otro punto importante, que es la lengua, porque toda la magia que nos muestra Le Guin se basa en el verdadero nombre, en la palabra, y por lo tanto en la lengua, la verdadera lengua, que define cada uno de los aspectos del mundo.

En realidad Úrsula Le Guin hace una creación monoteísta dónde un sol creador, el primero, Sengoy, dio nombre a todas las cosas, pero en cambio la mezcla con las ideas taoístas del equilibrio entre el bien y el mal. La magia del poder de los hombres está al recordar, descubrir aquel primer lenguaje creador. Cuando Sengoy nombró a las cosas, éstas aparecieron, éstas se nombraron.

Es un dios creador pero no impone un sistema religioso que haya que seguir. Es claramente una sociedad con libre capacidad de decisión porque nadie, ni lo que lo creó todo, puede decir lo que debes hacer:

"-¿Pero cómo puede peligrar el equilibrio del todo a causa de acto de un solo hombre, de la vida de un solo hombre? Seguramente no es posible, no sería permitido... -el chico se detuvo.
-¿Quién permite? ¿Quién prohíbe?
-No lo sé
-Yo tampoco"

Pero en el mundo de Le Guin no todo tiene nombre actualmente, porque muchos de los nombres verdaderos han sido olvidados y el trabajo de un hechicero es reencontrar estos nombres. Le Guin nos muestra un tipo de creación taoísta alejada de religiones monoteístas donde toda la gracia creadora se concede a un poder absoluto. Aquí no hay poderes absolutos, sólo hay una primera runa que nombró y una última runa que algún día será el fin. No hay dioses que impongan su voluntad, sólo una creación que ocurre de la propia naturaleza y que algún día terminará.

LAS MUJERES
Y aquí es donde el poder nace de la exclusividad, del clasismo, pues no todo el mundo conoce la lengua verdadera, no todo el mundo es capaz de nombrar: hay hechiceros y magos que conocen la lengua antigua, la lengua verdadera, y hay brujas que están un peldaño por debajo que son capaces de realizar pequeños hechizos. Fijémonos que las mujeres en la consecución del poder están un paso por debajo y que en la escuela de hechicería sólo asisten hombres, aunque en otras tierras las mujeres también tienen acceso a la magia, en esta cosmogonía acostumbran a ser malas, aunque en el tercer libro Akran es una mujer buena y honorable que ha trabajado en la hechicería por su artesanado. Pero Dragónvolador cuando intenta entrar a aprender el arte de la magia en la escuela de hechicería es rehusado total y claramente y de una forma machista y xenófoba por la mayoría de hechiceros.

Esta visión social no tiene que ver con la autora, destacada defensora de los movimientos feministas y de la defensa de los colectivos homosexuales y bisexuales, que tienen a menudo un papel importante en sus obras, sino que de nuevo son un reflejo de las tradiciones culturales en que la fantasía basa la creación de sus mundos.


En su saga de ciencia-ficción Ekumen Le Guin reflexiona sobre la dualidad sexual de la humanidad, y de cómo la libertad de pensamiento lleva a su evolución cultural y a la libre elección de una sexualidad escogida y madura bisexual u homosexual fuera de tabúes y complejos, cuando la antropología y la sociología nos muestran a muchas sociedades bisexuales en la madurez de su desarrollo cultural.

De hecho la propia Úrsula Le Guin nos muestra en su segundo libro a un personaje femenino central y de gran relevancia contextual, Artha, insospechada en aquel momento, lo cual ha llevado a muchos estudiosos a clasificar Terramar de feminista. La propia autora pero lo matiza. Cuando en 1954 nació El Señor de los anillos, apareció el prototipo de heroína de fantasía: “Eowin -dice Úrsula Leguin- una mujer que espera, al margen de la historia, del argumento, de la búsqueda de la novela”. De hecho, asegura Úrsula Le Guin, exceptuando Madam Bovari, quizás en aquella época el papel de la mujer en la literatura era de presencia marginal, las mujeres eran concebidas en su relación con los hombres.

Y cuando ella escribió Un Mago de Terramar todo el peso, todo el protagonismo lo tiene un chico, y sin olvidar a su tía, la su primera maestro, el chico siempre vivió rodeado de hombres de poder. Le Guin afirma, que entonces el único referente, no sólo con Eowin de Tolkien sino en la literatura en general era un mundo de hombres, y ella reflejó aquella sociedad en la cual vivía.

Sin embargo en el segundo libro dio un protagonismo insospechado a aquella pequeña sacerdotisa, como a mujer de poder, de sabiduría y de contenido. Es la primera novela de fantasía que coloca en el centro a una mujer y al hombre como partener, y la cual no puede conseguir su búsqueda sin la ayuda, sin la colaboración de su compañera.

De hecho en libros posteriores de la misma saga, donde Le Guin se adentra con los inicios de la magia en Terramar descubrimos que el poder inicialmente no sólo era compartido entre hombres y mujeres, sino que ellas serían las primeras hechiceras, pero que los hombres con el tiempo las fueron apartando del uso de la magia.

LOS DRAGONES

Los dragones son unos personajes de relevancia en la mitología leguiniana. De hecho son la sociedad paralela a la humana, con la cual antiguamente habían compartido destino, pero que las diferencias de pensamiento (los dragones quieren la naturaleza, la libertad y la contemplación filosófica de la vida; los humanos quieren las pertenencias, la identidad, y el poder político y social) hacen irreconciliable a la larga su coexistencia y los dragones abandonan los humanos. De hecho es una decisión. Puedes ser dragón o humano, está en tu genética, y tienes que decidir qué tipo de vida quieres. Muchos dragones escogen la libertad, pocos decidieron ser humanos.

Son personajes interesantes dentro de las mitologías humanas: como siempre están por encima del bien y del mal. Su casi inmortalidad, su sabiduría y su indiferencia ante el bien y el mal, los hace poderosos, y al mismo tiempo indiferentes a su poder, los hace malignos. Y Le Guin define la sabiduría de los dragones, porque son los únicos seres que viven bastante tiempo como para conocer toda la lengua verdadera, para poder nominar todo lo que existe.

"Aunque el uso del Habla Antigua obliga a los hombres a decir la verdad, no ocurre lo mismo con los dragones. Para ellos es su propia lengua, y pueden mentir cambiando las palabras verdaderas con fine oscuros o erróneos, de manera que quien escucha, si es poco versado en estas habilidades, cae en una trampa de palabras espejo donde cada una refleja la verdad pero  ni una conduce a nada "

De hecho los dragones son lo más importante de la creación dentro del mundo de Terramar: los más sabios, los que hablan con la lengua verdadera la de la creación, los hijos de Sengoy el creador. Los primeros y los últimos, los que están por encima del bien y el mal, en perpetuo equilibrio.

"-¡Los Dragones! Los dragones son avariciosos, insaciables, traidores, sin compasión, sin remordimientos. Sin embargo ¿son el mal? ¿Quién soy yo para juzgar los actos de los dragones? ... Son más sabios que los hombres. Con ellos ocurre lo que ocurre en sueños, Arren. Nosotros, los hombres, soñamos sueños, obramos magia, hacemos el bien, hacemos el mal. Los dragones no sueñan. Ellos son sueños. No obran magia: ella es su sustancia, su ser. Ellos no hacen: son."

Los hombres incapaces de aceptar su decisión quieren ser humanos y al mismo tiempo tener el poder de la lengua verdadera que corresponde a los dragones, y esta sed de poder será lo que romperá el equilibrio, y llevará a la deriva Terramar.

LAS SOCIEDADES EN TERRAMAR

"Una pestilencia es un movimiento del gran equilibrio, del Equilibrio mismo; eso es diferente. Tiene la peste del mal  dentro. Cuando el equilibrio de las cosas se pone en su sitio podemos sufrir, pero no perdemos la esperanza, ni nos olvidamos del arte ni de las palabras de la Creación. La naturaleza nunca es antinatural. Y eso no es un ponerse bien del equilibrio, si no el equilibrio que se trastorna. Sólo hay un ser que puede provocar eso.
-¿Un hombre?
-Nosotros, los hombres. "

La sociedad leguiana es una sociedad maniquea, como acostumbra a pasar en la mayoría de sociedades fantásticas, el mal, es la oscuridad, es el no existir, es la nada, es aquello que no se puede nombrar. Las sociedades de la literatura fantástica suelen ser basadas en binomios antónimos: oscuridad/ luz, orden/ caos, Nombrado /innominado, esencia/ no esencia, muerte/ vida, Silencio/ palabra. Basadas en el imaginario taoísta de guardar el equilibrio entre los contrarios, Yin i Yang. Y lo más importante de todo es que esta dualidad es básica para la existencia. La palabra no puede existir sin el silencio. La vida es intrínseca a la muerte y el hombre empieza y acaba en este círculo que es su propio búsqueda.

De hecho la mayoría de literatura fantástica tiene sus raíces con las mitologías clásicas, grecorromana, nórdica o gaélica, aunque Le Guin mezcla, al contrario que otros autores, con maestría también tradiciones africanas y orientales, y hereda sus fundamentos de las leyendas antiguas y medievales. Es por eso que a menudo las sociedades fantásticas son una mezcla de las religiones monoteístas y de las sociedades medicinales, que basan su poder en la esencia curativa y la capacidad de dar la muerte, de la propia naturaleza.

Así, Úrsula Le Guin nos permite ver a las sociedades medicinales, que hemos heredado del mundo de los druidas pre-romano de la Europa gaélica, o de las sociedades africanas y hechiceros que son las sociedades que dominan el Gran Archipiélago, enfrentados a las sociedades monoteístas de Kargat, sociedades xenófobas y exclusivismos que con su intransigencia quieren destruir al contrario, al desconocido, en lo que le tienen miedo. Esta evolución que no es más que la descripción de las destrucciones sistemáticas que las sociedades nómadas, medicinales de Europa, de África o de Asia han sufrido ante las grandes religiones monoteístas.

EL PODER

El poder por definición es peligroso pues te da la capacidad de hacer nacer y de hacer morir. A todas las sociedades mágicas, encontrar el equilibrio personal entre la detención del poder para hacer el bien, o el mal es un hilo muy delgado que a menudo se rompe, y encontrar el equilibrio es parte del camino de la búsqueda. Obras como El Señor de los Anillos o la moderna saga de Star Wars tienen como principal eje la búsqueda de este equilibrio en el uso del poder. En Terramar, no obstante Le Guin rompe el equilibrio, la ambición y el orgullo de un niño demasiado inmaduro para encontrar el equilibrio provoca el desastre, abre el mundo a las puertas de la oscuridad. Su camino es cerrar esta puerta, aunque eso suponga su propia destrucción con el fin de proteger al resto.

"El poder de llamamiento y transformación de un mago puede llegar a hacer peligrar el equilibrio del mundo. Este poder es peligroso. Es muy y muy peligroso. Tiene que ser sólo consecuencia de la sabiduría y sólo tiene que servir a la necesidad. Encender una vela es proyectar una sombra"

Como vemos en este fragmento la propia Le Guin define las características de su mundo mágico, peligroso, si se rompe el equilibrio. Dual, y antitético, la luz crea oscuridad y sólo el camino del conocimiento puede doblarlo. Y sólo es el hombre quien crea el mal. El equilibrio es la naturaleza y se equilibra naturalmente, puede tener oscuridad y luz, pero se reequilibran entre ellas, en cambio el hombre rompe el equilibrio y es lo que hace sucumbir la balanza en el lado del mal.

Es importante ver cómo la fantasía es una amalgama de tradiciones diversas mezcladas. Ursula Le Guin nos mezcla sociedades nórdicas, que sitúa en el norte del archipiélago, con sociedades africanas y asiáticas situadas en el centro y sur del archipiélago. Pero al contrario que muchos otros autores de fantasía da protagonismo a las culturas asiáticas y africanas por encima de las culturas blancas a las cuales llama bárbaros.

El poder nace de la palabra, del nombre, pero no olvida otros poderes ancestrales que existían antes de la palabra y que es interesante citar como por ejemplo: la naturaleza, el árbol que tiene su poder en las raíces que chupan la tierra, o el número nuevo que parece tener un sentido natural pues todas las cosas se rigen para el nueve: los nueve dragones, los nueve magos de la escuela, las nueve tumbas de Atuan, etc. O los poderes innominados que normalmente se transmiten a través de la piedra, antigua, milenaria, inmortal, perdurable e inamovible.

LA TIERRA Y EL MAR

Es un mundo con un equilibrio entre la tierra y el mar, donde el mar está por definición donde está el poder, donde está el bien, y la tierra que es habitada por hombres donde se crea especialmente el mal. De hecho Sengoy crea la tierra a partir del mar al pronunciar la primera palabra; el agua siguiendo tradiciones africanas es la creadora, la charca, donde, como en el cuerpo de la mujer, crea la vida en medio del agua.

Las antiguas potestades están encondidas en cuevas, en piedra, en la dureza y la frialdad. Mientras que el mar es el protector, y a pesar de los vientos y las tormentas es el que puede detener a los poderes no nominados. Este universo característico que define el propio título de la saga, Terramar, es muy propio de Ursula Le Guin, y como en otros autores de su talla ha creado escuela detrás suyo. De hecho va al contrario que las tradiciones nórdicas europeas que ven en el mar y en sus confines el mal y la nada. Si Lovercraft nos muestra a menudo el mar como eje de todo el terror, Ursula le Guin lo ve como el refugio, la zona neutra que te protege:

"En el mar se levantan tormentas y monstruos, pero no hay poderes malignos: el mal pertenece a la tierra. Y no había ningún mar, ninguna corriente de fuente o de río, en la tierra oscura donde la gente había ido alguna vez. La muerte es el lugar seco."

LOS LIBROS DE TERRAMAR
El primer libro, Un mago de Terramar, nos describe un gran búsqueda personal, partiendo de la idea maniquea del bien y el mal enfrentados, y que finalmente se definen en la esencia pura del ser humano. El bien y el mal están dentro de nosotros mismos y sólo nosotros podemos vencer y dominar los dos aspectos y crear el equilibrio.

El segundo libro, Las Tumbas de Atuan, de hecho se trata también de una búsqueda personal pero con consecuencias sociales y culturales a nivel de todo un mundo, pues el equilibrio ya parece imposible, y el hecho de que gane uno de los dos lados supone la desaparición y muerte del otro. De hecho se repite el mismo camino: una niña, una antiheroína, perdida, con miedo y sin recursos es la única que puede luchar contra la oscuridad. Aquí el poder está en los sin nombre y la única manera de vencerlos es nombrarlos. Su mundo es la oscuridad, y la luz es su enemigo. La protagonista ahora es Tarm que también parte del orgullo y de la confianza en sí misma pero que pronto se da cuenta de su desconocimiento, y de cómo los poderes oscuros la manipulan para hacer el mal. Su búsqueda es un búsqueda personal donde ella tiene que adjurar de su propia cultura y renacer, pero su consecución tiene consecuencias por todo un mundo pues garantiza la paz y la reconciliación entre sociedades enfrentadas.

El tercer libro, los poderes oscuros, los sin nombre, buscan la destrucción de la hechicería, y por eso consiguen que los hechiceros olviden los nombres, no recuerden los nombres verdaderos; pierdan su poder y su dominio sobre la lengua verdadera. Pero el mal como siempre deja muy claro Le Guin lo provocan los hombres, y la búsqueda de Arren i Ged es buscar a este hombre. Y de nuevo entramos en la dualidad, pues este hombre que busca destruir la hechicería lo hace prometiendo vida eterna a los hechiceros que dan su poder a cambio de la vida eterna, pero como el propio Ged dice, la dualidad es la fuente de la vida y por lo tanto no existen luceros sin oscuridad, no puede existir vida sin muerte, y el conocimiento de este hecho es el que da fuerza a la humanidad para seguir adelante, y el hombre que intenta destruir la hechicería, en realidad quiere destruir el mundo, quiere romper el equilibrio entre la vida y la muerte, porque la vida no puede existir sin la muerte. Y la muerte, la no vida, viene de nuevo de los sin nombre, de los innominados, pues lo que hace desaparecer la hechicería es que los hechiceros olviden los nombres, la esencia de la magia de Terramar.


La influencia negativa de este mal hace desconfiar de la hechicería, hace negarla, ocurre que la gente no recuerda las palabras de la creación y que sólo lo consideran ilusiones y engaños. Esta imagen de la hechicería que rompe el equilibrio liga de nuevo con los poderes innominados que ya con las creencias religiosas de Arha con el Sin nombre, niegan la hechicería, niegan la capacidad creadora del nombre. Así pues de nuevo con un nuevo argumento, y una nueva acción a Le Guin nos vuelve a traer a una acción donde la hechicería del nombre creador se enfrenta a aquello innominado.

De hecho el primer libro y el tercero, La Costa más Lejana, es un mismo esquema argumental, un mago que abre la puerta de la muerte, y que alguna cosa terrible y devastadora sale y destruye el mundo a causa del orgullo del hechicero que no se ha sabido estar de abrir la puerta. Pero esta vez es otro hechicero, en qué Ged se ve reflejado de su juventud y Arren es el que tiene que hacer el camino a su lado para cerrar aquel agujero, como hizo Ged en el primer libro, el arquemago cerró el agujero a costa de su vida y Ged persiguió la sombra. En el segundo libro Ged es ahora el arquemago que cierra el agujero, y Arren se enfrenta a la oscuridad, a la sombra innominada de la muerte, y gana, convirtiéndose así en el hombre capaz de gobernar Terramar.

Aquí los dragones como en los libros anteriores, vuelven a ser coprotagonistas de la acción en segundo plano, pues son los seres creados por Sengoy, magia, creación y palabra en sí mismo, y son los únicos capaces de ayudar a en Ged en su búsqueda, de enfrentar la sombra, aunque eso suponga su propia muerte.

De hecho este tercer libro es muy revelador de la cosmogonía leguiniana, pues al desaparecer una de las dicotomías, la muerte, la vida desaparece también, y así el mundo creado a través de la palabra se descrea porque todo el mundo olvida las palabras, la lengua de la creación, y si el lugar de la vida es el mar, las aguas creadoras de donde surgieron las islas, la muerte es el lugar seco, la tierra seca, donde incluso los arroyos no tienen agua.

En Tehanu y El otro viento, Le Guin explorará finalmente ya en primera persona a la sociedad de los dragones, en estos libros, son pues las mujeres y los dragones, los que toman el protagonismo, los que tienen la capacidad de cambiar el mundo, en un proceso reflexivo de Le Guin sobre nuestra propia sociedad, y del papel que tienen los diferentes, las parias en la fuerza social.

En Cuentos de Terramar, hace una leve descripción de Terramar, de la lengua, la escritura y la literatura, de la historia y la política, y del uso de la magia, y se adentra en los inicios de Terramar desde su creación.

Novelas de la serie Terramar

  • 1968.- Un mago de Terramar (1983, 1989, 1992, 1997 Minotauro)
  • 1971.- Las tumbas de Atuan (1986, 1990, 1994 Minotauro)
  • 1972.- La costa más lejana (1987, 1994, Minotauro)
  • 1990.-Tehanu, ( 1991, 1994 Minotauro)
  • 2001.- El otro viento ( 2003 Minotauro)

Estas novelas fueron recopiladas en varias edicones bajo el nombre de Historias de Terramar (2006, Minotauro)

Historias cortas de la serie Terramar

  • 2001.- Las doce moradas del viento (No traduït al català) Disponible en castellà: 2004 Edhasa, Fantasy Nebulae
  • 2002.-Cuentos de Terramar (No traduït al català) Disponible en castellà: 2002, 2007, Minotauro
    Traducción del texto original en catalán.
    Nota: algunos nombres propios de personajes pueden tener diferencias con la traducción oficial española.

    2008, Alicia Gili
    , mon_iskander@yahoo.es


 

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