Subsolar
CF- EXPLORACIÓN
 
     
 
 
 
 

SUBSOLAR
(2020)

Emilio Bueso

Editorial:
Gigamesh
(2020)


Colección:
Novum

Saga:
Los ojos bizcos del Sol/3

Núm:
---


Páginas:
380

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Subsolar

Pues no sé por dónde empezar.

Sí, ya sé que me diréis: Reseñar una obra de Emilio Bueso es sinónimo, a menudo, de adentrarse en una literatura muy evocadora y donde tienes la sensación siempre dejarte cosas por el camino. Pero si esta base, le sumamos la epopeya que significa haber escrito la trilogía de ciencia ficción en castellano más original, irreverente e imprevisible de las últimas décadas... pues digamos que la cosa se complica.

Subsolar, como sabéis, es la tercera y última parte de la trilogía Los Ojos bizcos del Sol. He dicho trilogía, pero la podríamos considerar una única novela dividida en tres partes pues los hechos narrativos se suceden de forma totalmente armonizada con los precedentes y no existe ninguna discontinuidad de la trama.

Recordemos brevemente dónde estamos: El peculiar planeta donde transcurre la acción sólo tiene una franja plenamente habitable, un territorio transcrepuscular, una frontera delimitada entre la mitad del planeta que no ve nunca la luz y la otra mitad donde esta es perpetua. Bueso ya definió a nuestros protagonistas, humanos y simbiontes, cuando recorrían la mencionada franja transcrepuscular detrás una reliquia robada. En el segundo libro les llevó a descubrir civilizaciones aisladas en la oscuridad absoluta que preservaban el saber humano y que desconfiaban de las uniones simbióticas. Y ahora, la road movie integrada por el Alguacil, la Regidora, Pico Ocho, Wing Meling y obviamente, el trapo, se adentran en la parte luminosa del planeta, en busca de aliados para vencer la mente colectiva de Gran Colonia.

El desierto del mediodía, eterno, crudo y mortal será el nuevo escenario donde Bueso despliega las maravillas que le laten dentro de la cabeza: Ciudades de nidos de avispas, caravanas de escorpiones gigantes, tabernas con personajes que hablan con acento mexicano... un maraña maravillosa, un desbarajuste luminoso que te captura, te sacude, te marea por las implicaciones que se insinúan y te perforan la cabeza sin que puedas escapar de ellas. Y todo ello es como un aprendizaje que te va preparando poco a poco para la épica final. El autor vuelve a brillar describiendo los imposibles ecosistemas orgánicos que componen las ciudades y que despiertan el sentido de la maravilla. Un ejemplo:

“Muchas escenas nos resultaban incomprensibles. Solo veíamos masas de carne, seres deformes y vísceras de bestia mestiza, entregadas a actos enigmáticos, obscenos. Fue una visita a la más profunda de las simbiosis, (...), hablándome de seres digestores y cebadores, musculares y secretores, reactores y fotocaptores... (…) Se las apañó para fotografiar los bultos, antozoos, orificios, quistes, protuberancias, deformidades, miembros, enormes insectos, barricadas de seudomadréporas espinosas, moluscos a medio fundirse y bombeando entre ellos...(...)”

Como veis, una orgía descriptiva que invita a pensar con la plasticidad y adaptabilidad de un macroorganismo o de la suma de varios seres, todos ellos asociados bajo una sola tarea, más que un trabajo en equipo, una labor dirigida a alcanzar una meta concreta . Esta cita lo escenifica perfectamente:

(...)” La tendencia de todas las sociedades que han prosperado ha sido abordar enlaces simbióticos cada vez más masivos, estratégicos, profundos. A largo plazo, las formas de vida tienden a convergir; es inútil resistirse.”

La relación entre humanos y moluscos, esta simbiosis tan perfecta pero tan extraña a la que se han adaptado unos y otros es el quid de la cuestión. Después de los descubrimientos efectuados en la parte oscura del planeta las líderes del grupo intentarán convencer y hacer replantear a toda una civilización unas creencias basadas en una relación simbiótica que ahora se descubre como tóxica.

Pero aquí entramos en el terreno de la sutileza: ¿Quién domina a quién? ¿Los simbiontes de la Gran Colonia están poco a poco sometiendo a las mentes humanas a las que se acoplan? ¿O bien los humanos quieren pasar a ser los dominantes? Encontramos aquí una reflexión sobre quién debe someter a quien. De hecho, una simbiosis debería ser beneficiosa para las dos partes por igual pero cuando una de ellas consigue más poder de subyugación que la otra... la simbiosis como tal termina. Fijaos en esta apasionada arenga política que realiza la Regidora:

“—Víctimas de los caracoles que venís a defender la diversidad, la moderación y la tolerancia con las distintas formas de simbiosis; pueblos libres que la Gran Colonia lleva años devorando y desplazando: aquellos que hayáis sido violados, mancillados, habitados y fecundados sin miramientos: ¡Las personas no somos nidos de monstruos! ¡Nosotros sometemos a los animales!”

Comentaba antes, que todo este pequeño universo planetario que se agarra a la vida y que estalla por mil rincones imprevisibles nos lo ha estado mostrando el autor a través de la road movie que componen los tres libros de Los ojos bizcos del Sol y nos ha estado preparando para un final apoteósico, épico y obviamente intenso. Todo esto es cierto y aún habrá que añadir ciertas sorpresas de última hora. Quizás, sin embargo, también hay que insinuar una pequeña crítica por mi parte: Comentar que Bueso focaliza buena parte de la obra a desarrollar personajes y narrarnos escenas rocambolescas con el riquísimo —pero también sorprendente— vocabulario del trapo y los demás pero la trama de trasfondo, el cómo se va canalizando toda la información recogida por los protagonistas, como enlazan las ayudas, forjan las alianzas y elaboran en definitiva una guerra contra un mundo con una concepción de control holística, no queda demasiado diáfana, no se atisban del todo las causas y efectos del paso de la extraña comitiva de protagonistas por las diversas franjas habitables del planeta. Hasta el punto de que hay momentos en que no te acabas de creer que las llamadas y las peticiones hayan sido suficientes por lo que nos espera al final de la novela. Es una sensación de falta de atar cabos que no acaba de marcharse. Como también la escasa información recibida finalmente para diseccionar qué es y cuál es la historia detrás del trapo (tengo la sensación que Bueso se ha guardado este cartucho en la recámara por si un día ensancha su universo).

Pero claro, entonces llegamos al final de la novela —y de la trilogía— y estas naderías las perdonas fácilmente porque el castellonense nos ofrece un discurso que nos invita adejanor boquiabiertos, a comprobar como la lucha entre dos formas de vida, entre dos maneras de buscar la libertad (que no tienen por qué significar estrictamente el uso del libre albedrío) se enfrentan de una manera tan visceral y destructiva. Una dualidad que provoca antagonismos aunque pretenda una misma meta y que depara una gran pregunta: ¿Qué es mejor, huir de la tiranía de las máquinas o de la dictadura de una única mente orgánica? Subsolar nos hará meditar en definitiva en los polos opuestos de una lucha infinita, cíclica y que podemos exportar a muchos otros escenarios donde los ecosistemas han sido colonizados por la presencia humana.

Quizás Bueso concentra demasiado su mensaje en unos capítulos finales que son especialmente dinámicos y resolutivos y en cambio prefiere pasar por un desierto de conocimientos al resto de la novela, eso sí, amparado por el sentido de la maravilla que comentaba antes, desplegando un mundo increíble y tan vivo que da miedo.

Los ojos bizcos del Sol no se puede tomar a la ligera. No es una historia de ciencia ficción más. Tenemos ante nosotros una crónica épica con mayúsculas, singular, auténtica y escrita con pasión. ¡No la olvidaréis fácilmente!

Eloi Puig
13/01/2021

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