Esta novela es un intento alabable, pero algo frustado de intriga
arqueológica. Katherin Neville nos presenta una novela muy
adictiva que persigue proporcionar una sorpresa detrás de
otra al lector, en un trasfondo de intriga constante.
La búsqueda de un mítico juego de ajedrez que contiene
una fórmula de gran poer es la premisa inicial para que la
autora se adentre en una aventura desarrollada entre el momento
presente (comienzos de los años 70) y en la resaca de la
Revolución Francesa (finales del siglo XVIII).
Pero el tratamiento es desigual. En la parte narrada en primera
persona, en el presente, la autora marea al lector constantemente,
introduciendo conspiraciones, secretos, asesinatos y naturalmente
partidas de ajedrez, sin llegar a conclusiones que quepan en el
argumento. En cambio, la parte que transcurre en el pasado está
mucho más bien construida y posee un aire más misterioso,
oscuro, radical. Pero buena parte del ineterés que despierta
la época radica en los personajes históricos que aparecen
en la novela: Marat, Robespierre, Catalina la Grande, Napoleón
y esto parece más bien una pequeña "trampa"
para atrapar al lector.
El Ocho quiere acaparar demasiado: Intenta dar una
visión de la historia ligada al juego de ajedrez de Montglane.
Así pues, mezcla temas y personajes universales intentando
ligarlos a un tipo de juego mundial que se está jugando desde
hace 1000 años: Filósofos griegos, civilizaciones
mediterraneas, babilónicas, teorías universales, intereses
geopolíticos, dinastías
todo esto y más
de intenta ligar en la novela y el resultado es irregular: Intenso
pero con demasiadas pretensiones. Neville proporciona pinceladas
de todos estos temas pero no profundiza en ninguno. Además
la infomación es tan sobredimensionada que a menudo el lector
queda desorientado sin saber si los hechos descritos tienen relación
con el argumento o son simplemente notas de ambientación.
La autora también intenta representar una partida de ajedrez
en la vida de los personajes y lo que podróa haber sido una
de las ideas más buenas de la obra se queda en un intento
ya que (aunque uno sepa jugar al ajedrez) la comparación
entre las piezas de este juego y los protagonistas es suplerfua
y engañosa.
En definitiva: Una obra muy intensa y adictiva, más relajada
hacia el final donde concuerdan las vías abiertas durante
la misma pero dejando un regusto de incompleto. Puede que un final
demasido fácil y directo para lo que uno se espera conun
planteamiento y un desarrollo tan rebuscado.
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