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              Guillem López ha sido  uno de los descubrimientos recientes que puedo decir que más me han  impresionado. Su novela Challenger se merece un gran  reconocimiento dentro y fuera del fandom pero lo mejor de todo  es que he comprobado que la cuidada prosa que exhibía entonces no se  ha resentido y sigue siendo su carta ganadora. Y esto lo he  constatado leyendo La polilla en la casa del humo, una  novela diferente, perturbadora, poco sutil y más que notable que  como decía guarda una calidad literaria similar a la de Challenger. 
            López parece que quiere  continuar reinventandose y ahora nos presenta esta novela sobre las  desventuras de un anti-héroe en un universo distópico, o quizás  post-apocalíptico, el escenario no está definido al 100% de manera  que deja lugar a que el lector utilice su imaginación para situarse,  pero sin embargo es un mundo subterráneo, oscuro, descarnado y lleno  de miserias. Allí vive Veintiuno, un perdedor, un jeta, un muerto de  hambre entre la multitud de personas que malviven en el pozo,  un hogar construida a base de cuevas y galerías, pasajes  subterráneos que no llevan a ninguna parte, unas minas donde se  extraen minerales y donde las personas dejan la piel para seguir  existiendo sin ningún hito o esperanza, para toda la vida. Es más,  a la edad adulta entran de lleno en las ceremonias que los monjes del  dios de la mecánica ejecutan y que consisten en implantar artefactos  y miembros artificiales a los cuerpos de los trabajadores para  mejorar así su eficiencia. Se convierten en cyborgs y pierden  la poca humanidad que les podía quedar. 
             Veintinuo es uno más de  los drogadictos que pululan las casas de humo, los espacios donde los  jóvenes sin ningún recurso escapan de la realidad fumando y  colocándose con cualquier cosa. Tiene una familia, más o menos: un  padre, unos hermanos, - todos ellos ya modificados- y una hermana más  pequeña, Ancas, integrada en un grupo de chicas semi delincuentes  que se protegen entre ellas de los -textualmente- violadores,  caníbales o esclavistas. Son las polillas. Y un día, Veintiuno, sin  buscarlo se verá inmerso en una espiral de engaños y violencia que  lo llevarán a ascender en las lastimosas escalas sociales del pozo.  ¡Pero atención! Aquí viene lo mejor: Veintiuno será el causante  de este nuevo estatus, él solito, y sus mentiras y ansias de  acercarse a las comunidades mafiosas lo convertirán en un pequeño  capullo lleno de mala leche que no dudará en traicionar, matar,  engañar a quien sea para lograr su objetivo: Mejorar su nivel de  vida, ya de por sí patético. 
            ¡Ah! Sí señor, me ha  gustado que el autor nos hablara de un anti-héroe, que el  protagonista narrara en primera persona su vida y que no se cortara a  relatarnos todo lo que hizo para ser mejor que los demás . Y claro,  la mejor manera es hacerlo sin censuras y directo al grano. Ya en el  primer párrafo de la novela, el autor nos desvela sus intenciones: 
            "Este es el  trato.Yo contaré mi historia, la de verdad y vosotros la escucharéis  os guste o no, porqué hablaré de drogatas y marginados, de sexo,  violencia y muerte." 
             Y así es. El lenguaje es  visceral, directo y sin fisuras; la prosa, sin embargo, está más  que cuidada. Pero para que nos quede la imagen de cómo funcionan las  cosas en el pozo, de qué manera viven las personas - si es  que se pueden llamar así- en este submundo distópico, López nos  abre la mente a los abusos, a los juicios sumarios, a la miseria, el  hambre, las enfermedades y la deshumanización casi completa de los  que viven en el pozo; hasta el punto de que tanta exageración, tanta  poca esperanza, tanta inmundicia puede llegar a un límite que casi  supera aquella estrecha línea que separa el dramatismo de la  comedia, el terror de la broma macabra, del humor negro. Por suerte  no se supera este umbral pero hay que tener en cuenta que a menudo es  más terrorífico lo que se insinúa que lo que se nos muestra  abiertamente y aquí el autor nos ha querido abrir tanto las puertas  de este submundo protagonizado por Veintinuo que nos puede hacer  pensar que todo lo que vemos dentro es una ilusión poco creíble,  todo lo contrario de lo que se nos cuenta. 
            La polilla en la  casa del humo es una obra que juega con elementos del género  distópico pero aporta una profundidad inusual en una novela  relativamente breve. Porque recuerdo que Guillem López sabe sacar  mucho partido de sus personajes en pocas pinceladas. Y esta novela no  es una excepción. Un par de descripciones y unas reflexiones que  rodean el egoísmo innato de los personajes -normal en una sociedad  anárquica que no deja lugar para un mundo mejor de lo que existe-  son suficientes para que nos sintamos ya conocedores de los roles que  actúan en el pozo. Esta visión descarnada - también de forma  literal si pensamos en los cyborgs- es su punto de  originalidad. La polilla en la casa del humo es pues  una visión extrema de un posible mundo claustrofóbico y casi  hermético donde la humanidad ha dejado de luchar para seguir  conservando su nombre. Ahora sólo se trata de sobrevivir al precio  que sea. 
             Leedla, pues una vez  comenzada os costará dejarla. La historia es un bloque muy sólido,  tal vez con un final que busca demasiado la ambigüedad pero que nos  deja un mensaje pesimista que pocas novelas se atreven a mostrar este  tipo de novelas. 
             Eloi Puig, 17/06/16 
              
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