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            El  cambio climático está cada vez más presente en nuestras vidas, como una especie  de maldición perpetuada por un loco visionario que se va cumpliendo poco a poco  aunque no queramos asumirlo. Estos días, precisamente, se está haciendo una  cumbre del clima para tratar de avanzar en las medidas contra este problema. Y  como es lógico, esta preocupación también es intrínseca en nuestros autores.  Mercè Falcó, además, vive en una zona particularmente sensible a la falta de  agua como son las tierras del Ebro y ésta es una novela que quiere reflejar  precisamente una catástrofe que provocaría cambios radicales en nuestro mundo  después de un cataclismo climático. Nos  situamos en un lugar indeterminado de la geografía mediterránea —aunque el mapa  que acompaña a la novela se puede vislumbrar perfectamente que estamos en las  comarcas del sur de Catalunya— años, décadas, quizás siglos después que la  falta de agua haya hundido civilizaciones y culturas. En  este territorio post-apocalíptico la autora ha querido mostrar hasta tres  posibles tipos de civilizaciones surgidas y adaptadas a la falta de agua: Por  un lado tenemos a la sociedad tecnológica que vive en un lugar llamado La Vall,  acaparadores de agua y por tanto gestores del bien más preciado. Una sociedad  militarizada que protege lo que cualquiera quisiera: El acceso a reservas  potables de agua de pantanos, acuíferos etc. También  tenemos a los habitantes de la Plana, una población sin recursos hídricos que  dependen del agua proporcionada por los dirigentes del Valle para sobrevivir. A  cambio contribuyen explotando minas. Son personas donde el misticismo ha  arraigado —un sistema religioso animado desde La Vall— y ha impuesto que crean  en fantasías pseudo-religiosas sobre diosas que guardan el agua en las  montañas. Los de la Plana son la sociedad que más ha sabido adaptarse a no  poseer casi nada de agua (precisamente porque son los que menos tienen). Y  también tenemos el contrapunto a esta frágil pero funcional estructura social:  Los habitantes del macizo de Lerroques que, de forma voluntaria, se han aislado  para explorar caminos que promueven el retorno del ciclo del agua. Serían el  contrapunto más evocador y quizás más esperanzador en una zona donde la lucha  de poder parece haber llegado a un status quo desde hace años. Mercè  Falcó, pues, nos propone un ejercicio más que interesante para reflexionar  sobre las consecuencias de la falta de recursos hídricos apostando por una  novela coral, sin protagonistas absolutos y donde la acción va saltando de un  escenario a otro para mirar de mostrar los tres tipos de sociedades post  apocalípticas que comentábamos. Me gusta mucho el detalle de incorporar nuevas  palabras y expresiones adaptadas a la realidad del entorno como: pidolaigües, pulmabroc o filtramàsqueres. Sin  embargo, tengo algunos puntos a comentar de la novela con lo que me ha costado  más congeniar: Quizás es mi formación de geógrafo pero con la novela veo un  problema de escala: Sé perfectamente que esta historia podría pasar a cualquier  lugar de nuestro mundo, pero el hecho es que tenemos un mapa (muy reconocible)  donde podemos comprobar que las diferentes sociedades y pueblos están separados  sólo por unas decenas de kilómetros. Para mí es raro que, desde ciudades tan  poco separadas, éstas sean tan distintas y una incluso haya olvidado tanto del  pasado común. O que hablen distintos idiomas y no puedan entenderse entre  ellos. Son detalles que me hacen fruncir el ceño aunque no sean ni mucho menos  determinantes por el mensaje que la autora nos expone. Y  aunque en el fondo no importa demasiado qué desastre ecológico o climático  ocurrió en el pasado (estoy de acuerdo con que lo relevante es el hoy donde  viven los personajes) es paradójico que no se encuentren casi vestigios de las  antiguas civilizaciones terrestres pero que en cambio se sigan utilizando parte  de su tecnología, o de medicamentos (en un momento se habla de tomar  antihistamínicos por ejemplo ¿de dónde salen?), combustible, piezas de repuesto  etc... Me falla el sentido de la credibilidad: En mi modesta opinión,  Falcó se ha centrado en las sociedades y los problemas derivados de la  catástrofe de forma muy eficiente pero ha dejado de lado dar profundidad y  coherencia al worldbuilding Sobre  el ritmo de la novela comentaré que me ha parecido notable pero que a veces  éste se rompe para precipitar eventos de forma inmediata (desde asesinatos  hasta amantes que se separan...) por lo que hechos que deberían ser  particularmente importantes se ven resueltos en un párrafo o una simple frase.  Esto no ayuda a que conectemos demasiado con los personajes (algunos de los  cuales creo que no aportan nada a la historia). La  muntanya líquida, pues, es una novela bastante interesante y  que funciona con un tono didáctico, casi divulgativo sobre un futuro desastroso  sin agua pero que quizás peca de falta de empatía con personajes y situaciones.  Una visión sobre un futuro que me ha gustado por cómo la autora retrata  diversas posibilidades, caminos que pueden tomar las nuevas sociedades y que  queramos o no, siguen mucho con la línea de clásicos de la ciencia ficción  catastrofista del siglo pasado y que ahora también nos llega en forma de novela denúncia i de forma más urgente si cabe. Eloi  Puig16/11/2022
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