Jurgen
FANTASIA- HUMOR
 
     
 
 
 
 

JURGEN
Jurgen: a comedy of Justice
(1919)

James Branch Cabell

Editorial:
Gigamesh
(2017)


Colección:
Ficción

Núm:
65-

Páginas:
317

Traductora:

Marta Pérez


Otras ediciones:

1984 Laeres, Aventuras, 19
2017 Defausta, Otros mundos, 2

 
     
Jurgen

Parece que la editorial Gigamesh tenga el don de la oportunidad cuando saca a la calle algunas de las novedades de su colección. Especialmente con las obras más críticas y reflexivas. Claro que no es de extrañar teniendo en cuenta que la editorial apuesta de cuando en cuando por este tipo de iniciativas. Hace poco fue Ejército Nuevo Modelo, unos años atrás (y con con re-edición incluida), disfrutamos de La guerra de las salamandras, y ahora, sin dejar los clásicos se presenta el turno de Jurgen.


Menciono el don de la oportunidad porqué Jurgen es una novela que sufrió un intento de censura y secuestro a su época. En una semana donde el gobierno del estado y la presunta justicia española ha enviado a un cantante a prisión por sus letras, ha secuestrado la edición de un libro y también una entidad de ámbito cultural ha hecho retirar una obra sobre presos políticos de una feria de arte contemporáneo... hablar de Jurgen y de cómo en 1919 conmocionó a una sociedad puritana y completamente abducida por la religión y las formas, es cuando menos oportuno.


Sí, tal como se explica en la presentación del libro, por parte de Raquel Marqués, parece ser que la novela de James Branch Cabell, tocó la fibra a mucha gente acomodada. Sólo por eso ya merece ser leída. Naturalmente lo que hace casi un siglo (sí, la novela en pocos meses cumplirá cien añitos) era un escándalo ahora nos lo miramos con una sonrisa condescendiente. Pero no por ello hay que restarle mérito a una obra que al parecer ha inspirado a grandes autores como Robert A. Heinlein, Terry Pratchett o Neil Gaiman entre otros (me atrevería a decir que la obra conjunta que tienen los dos últimos, Buenos presagios, bebe directamente de aquí)


Pero si la novela es tan veterana, gustará a los lectores del siglo XXI que quieren acción, inmediatez, buenos personajes o cliffhangers?. La respuesta es imposible, naturalmente, pues los gustos y las preferencias del lector son infinitas. A mí, la temática picaresca me gusta. Y también el sentido del humor y del absurdo con que se nos presentan muchas escenas, aunque tengo que decir que en general el pasearse ante un cúmulo de seres inmortales, me suele aburrir un poco y la temática no me entusiasma especialmente; pero aquí entra la enorme capacidad del autor (y de la traductora, Marta Pérez, que realiza una gran labor) de disertar durante páginas y páginas sobre todo y nada y dejarnos hipnotizados en una prosa que sí, es rocambolesca, barroca y cargada, pero también a veces poética, divertida y salvaje. James Branch Cabell era sin duda un autor de talento y lo que tenemos que buscar en esta lectura es el placer de leerla y absorberla sin perjuicios teniendo en cuenta cuando fue escrita y sin que las histriónicas aventuras de Jurgen sean juzgadas más allá de la buena prosa y de los movimientos sísmicos que causó al ser publicada en la sociedad americana.


Lo primero que nos llama la atención, sin embargo, es la portada de Enrique Corominas. No sólo es espléndida y nos lleva a pensar en placeres prohibidos y en libertinaje masivo; sino que también está censurada! Oh Sí Gigamesh ha colocado unas pequeñas (bueno, no tan pequeñas) estrellas en la ilustración de Corominas para tapar ciertos atributos sexuales masculinos. ¡Dónde iremos a parar! ¿El Papa Alejo ha despertado y ha comenzado a prohibir toda expresión de ocio y subcultura? No, no ha sido eso, - no he podido evitar la broma-; lo cierto es que la maniobra de Gigamesh la encuentro una genialidad y con la autocensura también critican esta realidad a la vez que hacen un homenaje a la novela. Por cierto, las estrellas se pueden rascar para contemplar lo que hay escondido.


Pero centrémonos un poco con el interior: ¿Qué es, o mejor dicho quién es Jurgen? Jurgen es un personaje delirante, machista, libertino, romántico, embaucador, poeta, y sobretodo mentiroso. Se cree una persona muy inteligente y se auto-proclama "monstruosamente listo" y por tanto bordea también la repelencia. Es una parodia de cualquier novela picaresca pero también es un reflexión y una crítica a la fantasía que nos aportan las mitologías. Y es que por las páginas de Jurgen nos aparecen tanto seres propios de las fábulas griegas, como de las celtas, las leyendas artúricas y especialmente la mitología occidental (que tanto afecta a las tres principales religiones monoteístas de las que estamos rodeados). Y claro: Si alguien se ríe de Dios o de cómo ha confeccionado el infierno o el cielo, más de uno alza el brazo para quejarse. Si alguien insinúa que el protagonista practica el sexo constantemente a toda fémina que se le pase por delante, más de dos se taparán los ojos y atacarán la novela.


Y es que el autor por un lado no se esconde de dónde quiere llegar pero por otra parte utiliza subterfugios y metáforas para burlar y a la vez incidir con temas como por ejemplo las relaciones sexuales. Fijémonos en este párrafo de la página 121:

La espada vengadora de Jurgen, mi encantadora Silvia, es el terror de los hombres envidiosos, pero también es el consuelo de las mujeres hermosas.

Sin duda es una espada muy grande – dijo ella-; oh, una espada magnífica, según puedo percibir incluso en la oscuridad.

(...)

Hay mucho en lo que insinúo, no os quepa duda. Es la lógica más natural y más penetrante; y tan solo deseo descargarme de un deber.

Pero me turbáis con esa enorme espada vuestra, me ponéis nerviosa. Y no puedo debatir mientras sigáis blandiéndola de ese modo. ¡Vamos, envainad vuestra espada!

¿Quedan claras las intenciones de Jurgen? Pues así todo el libro. Como decía, nuestro protagonista es un vividor y una persona que posee el don de la palabra para manipular el problema del momento y acomodarse a ellos para huir del peligro. En las primeras páginas observamos como Jurgen parte en busca de su mujer que ha sido secuestrada por un demonio. Jurgen la busca alegremente mientras conoce extraños mundos oníricos repletos de seres mitológicos y conoce bellísimas damas y diosas con quien se casa con una facilidad sorprendente. Durante sus aventuras por estos reinos imposibles también descubrirá las curiosas formas políticas adaptan el infierno y el cielo. Pero probablemente lo que debía hacer estallar la cabeza de los puritanos de la época es que el autor negara a Dios como creador de todas las cosas y lo colocara en el cielo como un simple títere a las órdenes de la entidad superior como es Kóschei (personaje fantástico de la mitología eslava). O insinuara que las ilusiones de los mortales son las que crean el cielo o infierno a su imagen preconcebida; vaya que atacó de forma sutil (o no) algunos de los pilares del monoteísmo occidental (no me extrañaría que Terry Pratchett se hubiera inspirado en esta obra cuando escribió la memorable Dioses menores.

James Branch Cabell nos propone, pues, una obra que bebe de la poesía y por tanto de la locura, que se inscribe dentro una corriente crítica pero también humorística y que incluso nos hace experimentar con la metaliteratura hacia el final de la novela. Otra característica que avala que la lectura de Jurgen no es simple ni fácil y que está cargada de razones contra todo el mundo.

Cuando empecé a leer la novela se me hizo extraña y en un principio lo atribuí a la época y al estilo en que fue trabajada. A medida que avanzaba, especialmente después de los primeros capítulos, me sentía más cómodo, quizás porqué me saqué de encima perjuicios sobre la lógica de su estructura o el querer intentar aclarar las intenciones del autor. Cuando la finalicé me dejó un sabor de boca ambiguo: por un lado alababa la valentía y la personalidad de la novela (y por tanto del personaje de Jurgen) pero por otro lado la encontraba algo caótica o impulsiva. Pero al redactar esta reseña no puedo dejar de pensar que no es una novela que se olvide fácilmente; no tanto por los momentos concretos o escenas que se te graban en la memoria, sino por el significado final, por el mensaje tan racional a veces como poético y rompedor en otras que lanzó la obra ya hace tantos años pero que para muchos aún seguiría más que vigente. No deja de ser una obra no apta para todos pero sí para quienes tengan un mínimo de sensibilidad crítica y disfrute con el humor que juega a ser inteligente a veces y absurdo otros.

Jurgen es un clásico, entendiendo esto como una obra importante que sembró las pautas para el humor desenfadado pero punzante al tratar temas delicados.

Eloi Puig, 25/02/2018

 

Premios:

1985 Jurgen

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