Yo, Robot
CIENCIA-FICCÓN INTELIGENCIA ARTIFICIAL
 

JO, ROBOT
I, Robot
(1950)

Isaac Asimov

Editorial:
2001
(1987)


Colección:
Pleniluni

Núm:
1

Páginas:
236

Traductores:
Antoni Ibarz &
Joaquim Martí


   
Yo, Robot

No podía dejar pasar el centenario del nacimiento de Isaac Asimov sin leer o releer alguna de sus obras. No es que considere Al Buen Doctor el mejor escritor de ciencia ficción, pero sí uno de sus máximos impulsores y uno de los que me ha hecho sentir maravillado ante una imaginación tan fértil. Tampoco es que pretenda rememorar sus obsesiones y pasiones (bueno, eso un poco sí) pero estoy convencido de que no sólo para un servidor, sino también para muchos de vosotros ...

... con Isaac Asimov comenzó todo.

Y esto se merece un gran respeto. Y no una, sino muchas relecturas de sus obras clásicas que queramos o no tuvieron una enorme influencia en otros autor y lectores y que ayudaron a consolidar la ciencia ficción a su edad de oro. Hace muchos años, aunque ya había medio leído las Fundaciones una vez, cuando me enteré que Asimov había unificado sus diferentes sagas (Robots, Imperio y Fundaciones) en una sola que abastaba miles de años de historia futura de la humanidad, decidí empezarlo todo desde el principio y leerlas por orden cronológico (los cuentos de robots, las cuatro novelas de los robots, la trilogía del imperio y las siete de las fundaciones). Y así fue como aquel 1997 me tragué buena parte de toda la historia galáctica que Asimov había imaginado.

En cuanto a los cuentos de robots, a pesar de saber que el primer volumen era Yo, Robot, ataqué otra antología que tenía más a mano (Visiones de Robot) donde creía que todos los relatos de robots estaban incluidos. Y no era así, faltaban, tal vez, la mitad y además no guardaban la estructura de la antología original en forma de fix-up. Así que este fatídico 2020 (donde ya hubiera podido aparecer un holograma de Hari Seldon para avisarnos de los males que venían) aún tenía más razones para ponerme a devorar su antología más conocida y que abrió las puertas a todo un mundo: Yo, Robot. Y he elegido la edición de la mítica colecciónl Pleniluni que llegó a sacar hasta cinco ediciones en catalán en los años ochenta (un hecho dificilísimo de superar hoy en día).

Aquí, en Yo, Robot, es donde Asimov formula por primera vez las famosas tres leyes de la robótica (que ya sé que conocéis todos pero que reproduciré porque para mí son un hecho casi histórico que me hizo soñar por primera vez con las posibilidades de la ciencia ficción):

1.- Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano reciba daño.
2.- Un robot debe obedecer las órdenes de los seres humanos, excepto si entran en conflicto con la primera ley.
3.- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley

Y es en este volumen también donde el autor las estira, tergiversa, deforma, adapta y les da la vuelta para jugar con ellas, para provocar conflictos que dirigen su atención a la ética más que a la tecnología y donde se promueven historias donde los humanos deben resolver enigmas de porqué una serie de robots no funcionan correctamente a pesar de poseer unos parámetros infalibles. Estos cuentos, protagonizados por robots arcaicos sin pulir y que apenas pueden considerarse prototipos, son el preámbulo desde donde se basarán las premisas de las novelas de tipo policiaco posteriores protagonizadas ya por androides mucho más desarrollados como R. Daneel Olivaw. Y más allá con la conexión con el Imperio galáctico y el para mí mítico robot R. Giskard Raventlov.

Pero centrémonos un poco: Yo, robot, como comentaba, es una serie de relatos escritos para revistas en la década de los 40 e interconectados levemente entre ellos y que fueron unificados en 1950 a través de una estructura de fix-up (donde el conjunto proporciona una visión más amplia que cada historia por separado). El nexo de estos cuentos es la evolución tecnológica de los robots durante décadas bajo la vigilancia de Susan Calvin, la robopsicóloga de la empresa U.S. Robot & Mechanical Men Corporation, que cohesiona los cuentos y los pone en contexto. El hecho de que exista una profesión como la robopsicología ya lanza pistas sobre cómo trata Asimov a los robots y sus talantes: no como simples máquinas funcionales sino como algo mucho más enrevesado.

Encontraremos unos primeros cuentos con robots muy arcaicos y descubriremos cómo irán evolucionando en el tiempo hasta disfrutar de las historias de robots de aspecto humanoide indistinguibles de los humanos y que de rebote enlazarán con una de las obsesiones del autor: la preocupación por el devenir de la humanidad. Asimov establece que la ciencia robótica sea una muleta, una ayuda permanente para impulsar el desarrollo de las sociedades humanas (esto se ve claramente en los últimos cuentos) y para anticipar problemas que podrían ser catastróficos para este desarrollo —esta idea sería explotada significativamente más adelante con sus ciclos del imperio y de las fundaciones—.

Así pues, descubriremos nueve relatos escritos de forma muy directa y con un aire un tanto divulgativo, con los diálogos como motor de la narración y donde el autor, como comentaba, juega a hacer y deshacer sus propias reglas para acercarnos lo que imaginó él como vida artificial a mediados del s. XX. Disfrutaremos de los robots y de una de las recopilaciones más valorados de la ciencia ficción más clásica.

Empezamos con "Robbie", el primer robot, tosco, rústico, que ni siquiera habla y que sirve más que para demostrar el afecto que los humanos pueden sentir por una maquinaria autónoma. Sirve para introducirnos a Susan Calvin de pequeña y para atisbar los vínculos afectivos de la protagonista con la vida artificial.

En "círculo vicioso" es el primer cuento donde las tres leyes de la robótica entran en conflicto. En un escenario peligroso en el planeta Mercurio un robot queda paralizado sin saber qué orden cumplir mientras los humanos luchan por no morir. Una narración tensa y bien llevada. Muy bueno.

"Razón" nos cuenta la visión de un robot acabado de ensamblar en una nave espacial que demuestra curiosidad por la propia inteligencia y se permite, por tanto, aportar una filosofía y una teología distintiva en sí mismo. Es un primer rasgo evolutivo en un robot.

Otra manera de transmitir un problema de funcionamiento es cuando un robot posee la capacidad de dar órdenes a otros robots que funcionan como apéndices suyos. en "Atrapa el conejo" descubriremos algunas consecuencias.

Asimov realizó un salto especulativo muy grande con "Mentiroso" donde una Susan Calvin adulta protagoniza el cuento y debe averiguar, siguiendo las estrictas leyes de la robótica, el comportamiento de la psique de un robot que miente voluntariamente y las repercusiones psicológicas una vez se descubre que puede leer la mente de los humanos.

Otro cuento excelente es "El robot perdido" donde un robot se esconde entre sus congéneres siguiendo una orden directa y se cree más listo que los humanos. Se fuerza el cumplimiento de las leyes hasta límites muy interesantes.

Como comentaba, los robots son una base innegable para ayudar a la humanidad a evolucionar tecnológicamente. La construcción de un motor interestelar para poder viajar más allá del Sistema Solar pasa por este cuento, "Evasión" donde las decisiones de un robot pondrán las cosas difíciles a los compañeros técnicos de Susan Calvin.

Los últimos cuentos tienen un carácter especial y asientan la integración casi total de los robots en la sociedad terrestre. Asimov ya prevé que la incesante evolución robótica tendría enfrentamientos con parte de la humanidad, retrógrada y conservadora. En "Evidencia" Asimov nos presenta por primera una vez un robot indistinguible de un humano y que además, posee un cargo de relevancia y es donde este conflicto entra en juego.

Y finalmente, el autor nos liga la misma evolución humana a la ayuda intrínseca de la robótica, que a través de sus tres leyes sólo puede buscar el bien para la sociedad terrestre. "El conflicto evitable" es un cuento que conlleva mirar mucho más allá para determinar si los robots están dirigiendo y especulando las mejores decisiones para la sociedad a la que sirven. Ya aquí atisban la ley cero que desarrolló novelas (y siglos más tarde) mi querido robot Giskard Raventlov (si no recuerdo mal en Robots e imperio)

Poco más puedo decir. Finalmente he leído —de la forma correcta— una antología que hizo historia y que ciertamente, quizás literariamente se sitúa lejos de autores contemporáneos como Ray Bradbury, pero en cambio sí establece mejor las sólidas bases para el sentido de la maravilla que Asimov nos inculcó sobre las posibilidades casi infinitas de una humanidad en expansión por el universo.

Imprescindible para conocer de primera mano en el autor más influyente de la edad de oro.

Eloi Puig
09/12/2020

 

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Relatos que contiene esta antología:
Robbie
Circulo vicioso
Razón
Atrapa el conejo
¡Mentiroso!
El robot perdido
¡Evasión!
Evidencia
El conflicto evitable