Involución
TERROR
 
     
 
 
 
 

InvoluciÓn
Devolution
(2020)

Max Brooks

Editorial:
Reservoir Books
(2020)


Colección:
---

Núm:
---

Páginas:
329

Traductor:
Raúl Sastre


 
     
Involución

Hace catorce años, Max Brooks nos sorprendió a todos con una novela  singular que revolucionó todo un subgénero: Guerra Mundial Z. Y si aquella lectura no atrapó no fue por la originalidad de la temática sino por cómo enfocó la trama: Bajo una perspectiva que miraba hacia el pasado a través de entrevistas, artículos, noticias, reviviendo a través de la memoria colectiva una supuesta gran lucha mundial contra una pandemia que transformaba la gente en muertos vivientes. Convirtió aquella novela en un revulsivo que inició una reconversión del género zombi a gran escala.

Y ahora, en pleno 2020, el autor nos presenta Involución, una nuevo trabajo que no esconde seguir —aunque sea más discretamente— la perspectiva que comentaba anteriormente: Bajo una premisa que nos informa de cómo acabará todo, y a través de algunas entrevistas esporádicas realizadas a posteriori, Brooks nos traslada a los impenetrables bosques del estado de Washington y Oregon (EE.UU.) para narrarnos una enconada lucha por la supervivencia entre una pequeña comunidad experimental y el ataque de unos Bigfoot. No, no estoy haciendo ningún spolier. Recuerdad que el autor sigue la técnica empleada en Guerra Mundial Z y empieza siempre por darnos la información final pero no cómo sucedió todo.

En este caso tenemos una protagonista absoluta, la Kate Holland que a través de un diario personal nos narra su traslado a la comunidad de Greenloop, una aldea en las montañas rocosas, en el estado de Washington, donde se han establecido algunas familias que viven en armonía y consonancia con tecnologías adaptadas para convivir con la naturaleza y gestionar los residuos y el impacto ambiental. Son casas domóticas, efectivas que buscan maximizar los recursos para reducir al mínimo los residuos, y también para reciclarlos. Es una aldea de seis casas, aisladas de la civilización pero con todas las comodidades -—incluso reciben productos a través de drones—. Es un microcosmos de modernidad que queda aislado del mundo.

Kate y su pareja, Dan, llegan invitados por su hermano mayor que no puede ahora establecerse. El matrimonio es joven pero está pasando una crisis existencial y el cambio de aires podría ayudar a resolver la situación. Kate irá conociendo a las otras familias y sus particularidades, especialmente a Mostar, una viejecita de origen europeo con un pasado traumático —el nombre desvela cualquier misterio que el autor quisiera ocultar, por cierto— pero también a una pareja lesbiana que ha adoptado una niña india, un escritor en horas bajas, otra pareja de abuelos entrañables, y los Durant, claro, donde él es uno de los organizadores de Greenloop y ella una fantástica del yoga y de la conexión espiritual.

Este análisis involuntario de Kate a través de sus percepciones que escribe en el diario será uno de los puntos a tener en cuenta pues sin querer, Kate, irá definido esta micro-comunidad y sus reacciones frente al descalabro que provoca primero la erupción del volcán Rainier y la incertidumbre posterior, y después la pesadilla en forma de naturaleza desquiciada. Incluso podemos pensar que se enfrentan dos disciplinas aquí. La antropología y la etología. Ambas las tendremos que tener en cuenta a medida que avanzan las páginas de la novela.

Y claro, tenemos que hablar de los bigfoot. Las leyendas de monos gigantes se han oído en varios lugares del mundo. Quizá el más famoso sea el yeti del Himalaya pero los americanos también tienen su propia mitología —aunque reciente— alrededor de los Bigfoot, enormes simios que viven escondidos en las profundidades boscosas del norte del país y de Canadá. Incluso tienen un nombre indígena: Sasquatch y el autor también hace algo de mofa al respecto:

"El bigfoot es tan americano como la tarta de manzana y las armas en las escuelas"

La novela  no esconde en ningún momento que estos seres legendarios serán parte fundamental de la trama —sólo hay que fijarse en la portada—. Brooks especula de manera científica con la existencia de esta especie de homínidos en el mundo pero especialmente en un área tan frondosa y que ha sufrido tantos supuestos avistamientos como el estado de Washington. El autor intenta aproximarnos a la figura del Bigfoot bajo una perspectiva enigmática con pequeñas dosis de terror que rodea un entorno preparado especialmente para el lucimiento de esta leyenda sin tropiezos y miradas indiscretas (nos encontramos, recuerdad, en una comunidad aislada donde no puede haber interferencias del exterior). El resultado es una aventura satisfactoria, con capítulos potentes y que siempre nos mantiene despiertos por la lectura.

El hecho de que el autor haya incorporado las entrevistas y los puntos de vista científicos da un aire de verosimilitud a la historia y nos permite soñar con monstruos que viven entre nosotros sin demasiadas dificultades. Al mismo tiempo, la novela también es una crítica bastante punzante a las personas que creen que es posible dominar a la naturaleza o convivir con armonía con esta. Que todo es fácil e ideal y que la naturaleza por muy salvaje que sea se comportará correctamente hacia el hombre si el hombre la respeta. Y no, precisamente una de las lecturas que podemos extraer de esta novela es como el salvajismo descontrolado de la fauna o la flora puede actuar contra la humanidad por mucho predispuesto que uno esté a integrarse en la naturaleza.

(...)” La naturaleza es pura. La naturaleza es real. Conectar con la naturaleza saca lo mejor de ti. Eso es lo que oyes decir a esos pobres gilipollas de mierda que vienen aquí todos los años con su ropa de senderismo recién estrenada (...). Y luego nos los encontramos unos cuantos días más tarde arrastrándose por el fango, medio muertos de hambre, deshidratados, con alguna herida gangrenada.

Todos quieren vivir en “armonía con la naturaleza” hasta que alguno se da cuenta, demasiado tarde, de que la naturaleza es cualquier cosa menos armoniosa”. (...)

Involución es, pues, una novela especulativa que flirtea con un terror básico representado aquí por un peligro proveniente del bosque y de un animal mítico que no debería existir. Quizás la puesta en escena de Brooks la veo un poco forzada para que los parámetros que propician la aparición del terror, resulten creíbles, pero no deja de ser un ejercicio entretenido e interesante alrededor de dos pequeñas comunidades que se enfrentan para sobrevivir. Lástima que el punto de vista humano no haya sido del todo suficiente (algunos personajes aportan poco a la historia) y que no podamos discernir el comportamiento de la parte salvaje de la ecuación, pero a pesar de estos pequeños flecos mejorables, es una novela ligera que se merece una lectura.

Eloi Puig
05/09/2020

 

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