Los Hijos de Hurin
FANTASÍA HEROICA
 
     
 
 
 
 

ELS FILLS D'EN HURIN
The tale of the childrens of Húrin
(2007)

J.R.R. Tolkien

Editorial:
Columna (2007)

Colección:
Clàssica

Núm:
719

Páginas:
281

Lecturas relacionadas:
El Silmarilion

Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media


Otras ediciones:

ESPAÑOL:
2007 Minotauro
2007 Círculo de lectores

 
     
Los Hijos de Hurin

Vuelvo a los orígenes.

Hacía mucho tiempo que no leía nada de Tolkien y para mí ha sido como retornar al principio de mi afición por la fantasía, pues con Tolkien me inicié y con sus libros pasé momentos inolvidables de grata lectura. No pensaba que llegaría a leer ninguna obra nueva de este autor, claro que la palabra nueva no se puede aplicar correctamente en este caso pues Los Hijos de Hurin, la Narn y Chîn Hurin ya fue publicada anteriormente dentro del amparo de los Cuentos Inconclusos.

Vayamos paso a paso que vale la pena dejar las cosas claras: J.R.R. Tolkien escribió durante decenas de años toda la mitología de Arda (La Tierra, el mundo) pero no la publicó nunca. Su hijo, Christopher Tolkien, en el año 1977, hizo un paso de gigante compilando dicha mitología en un sol volumen, El Silmarilion, magnífico pero denso y espeso como pocos y no apto para cualquier aficionado. Obviamente muchas historias, cuentos y esbozos se quedaron fuera y algunos de ellos, por su extensión o por la simple incapacidad de ser integrados con coherencia en El Silmarilion, serían nuevamente recopilados en Los Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media. Es aquí donde por primera vez pudimos deleitarnos con la Historia de los hijos de Hurin. Aunque de manera incompleta, representaba el grueso principal de texto dedicado a la Primera Edad en aquellos Cuentos inacabados. Y ahora, años más tarde, Christopher Tolkien ha vuelto a remover en la obra de su padre para ofrecernos una versión más acabada y quizás más verosímil de la trágica historia de los hijos de Hurin. Una versión que ha integrado textos tanto de El Silmarilion, de los Cuentos Inconclusos como también de cosecha propia para ofrecernos en una edición bellísima que cuenta con el conocido talento de Alan Lee como ilustrador, la historia completa y esperemos que definitiva.

La Narn y Chîn Hurin, pues, nos narra el descalabro de la Nirnaeth Aernoediad -la Batalla de las lágrimas incontables- la peor derrota de los pueblos libres delante de Mórgoth durante la Primera Edad y lo que sucedió después, centrándose en la familia de Hurin. Éste fue capturado en las postrimerías de la batalla y encadenado a Thangorodrim y debido a su orgullo y su renuncia a delatar a los suyos, el propio Mórgoth lo maldijo a él y a su familia. Y ésta es la historia protagonizada por Turin, su hijo mayor; su infancia, su crecimiento personal con los elfos grises de Doriath, sus días de proscrito y su etapa de madurez, quizás la más trágica de todas y donde la sombra del hado lo persiguió con más fervor.

Alguien dijo una vez que Tolkien había ajustado el final de El Señor de los anillos - que recordemos pasaría miles de años más tarde que esta historia- para que acabara bien. Nunca he compartido esta opinión pero leyendo la balada de los hijos de Hurin sería impensable creer que el autor mima a sus personajes. Tolkien escribió lo que probablemente era su historia preferida después de la de Beren y Luthien: La tragedia, casi shakesperiana, que trajo la maldición a la familia de Hurin, tanto a su mujer - Morwen-, como a sus hijos, pero especialmente a Turin. Encontramos aquí una narración elegante, con aires majestuosos, muy típica del estilo del maestro pero que hunde a la miseria a prácticamente todos sus protagonistas, vertiendo tristeza y hechos dramáticos por todas partes. La alegría brilla por su ausencia y el frío y los vientos del invierno en Beleriand se nos meten hasta el fonso de la mente. A pesar de la afinidad que tenía Tolkien para describirnos el paisaje que rodeaba sus historias, en esta balada, el calor del Sol o el verano son marginados, quizás para dar un aire más triste a las desventuras de Turin y los suyos.

La balada resulta especialmente épica a ratos, sobre todo con la participación del Dragón Glaurung, el primero de los grandes gusanos creados por Mórgoth y quizás el más temible tanto por su potencial físico como por su malicia inagotable; pero la balada también ofrece momentos de ternura y de amores platónicos, compensando sobradamente los pasajes más bélicos. Así, Tolkien construyó un argumento muy completo que combinaba la guerra, el amor y sobre todo los sentimientos extremos: Orgullo, resentimiento, amistad, odio y desesperación.

Para los que no hayan leído nada de Tolkien sobre la Primera Edad es una buena manera de introducirse, pues a diferencia de El Silmarilion, la lectura de la Narn y Chîn Hurin no presenta problemas y es fluida y amable con el lector. Para los que ya conozcan la historia de los Hijos de Hurin por haberla leído antes en los Cuentos Inconclusos, ésta no aportará mucha información nueva, pero encontrarán un relato -de hecho novela corta- mejor estructurado y mejor finalizado que el texto anterior.

Es curioso cómo ves las cosas después de veinte años. Tuve la suerte de leer a Tolkien en el momento preciso, a los catorce años. En aquellos tiempos, la obra de Tolkien me deslumbraba; ahora también, pero añadiendo una pequeña sonrisa a mi rostro, más que ver con la nostalgia que con otra cosa. En el transcurso de estos años he leído mucha más fantasía, de estilos y argumentos muy diferentes, con prosas más duras y con personajes mejor trabajados, pero la obra de Tolkien -recopilada o no por su hijo- siempre la tendré presente. Son mis orígenes y forman parte de mí.

Eloi Puig, 16/04/08

 

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