Un final
CF- CATASTROFISTA
 
     
 
 
 
 

UN FINAL
(2021)

J. P. Sansaloni

Editorial:
Raig verd
(2021)


Colección:
Raigs Globulars

Núm:
43

Páginas:
169

Otras ediciones:

No existen ediciones en castellano

 
     
Un final

La primera novela de J.P. Sansaloni es una obra de ciencia ficción catastrofista —incluso casi post-apocalíptica— con un planteamiento conocido pero con una ejecución muy prometedora que nos traslada a una situación irreversible y pesimista para un mundo —el nuestro— que parece no tener remedio.

Un final es un título reivindicativo, crítico y notablemente bien llevado, una novela valiente y arriesgada, quizá a veces peca de carencia de atractivo en las vertientes de personajes o de intriga argumental pero en cambio cuida de forma excelente la ambientación. La acción nos abre las puertas in media res, sin ningún aviso o preámbulo, en una escena donde una científica realiza experimentos a un grupo de personas que están sufriendo convulsiones mientras quedan aparentemente sin sentido. En paralelo, también nos encontramos con un hombre, equipado con un traje ignífugo y mascara antigás que vaga por las calles de una ciudad muerta donde la lluvia ácida parece deshacer tanto las paredes como las esperanzas.

Sansaloni utiliza la lluvia como una metáfora de destrucción (y quizá de limpieza y renovación) en un mundo que se acaba. Hace poco también leía una novela del mallorquín Jaume Oliver, Crònica desordenada de Ciutat Antiga—donde también la lluvia deshacía estructuras y almas en un mundo en plena caída libre. Aquella quizá poseía una visión más romántica, más onírica y un estilo más elaborado. Aquí, en cambio, el autor menorquín es directo y cruel. Es devastador. Me ha llamado la atención de cómo los dos autores isleños han escogido el agua, la lluvia como el elemento catalizador de la destrucción de todo lo que conocemos.

Hablaba de la ambientación que creo desempeña un papel firme y que nos ayuda muchísimo a introducirnos en esta disertación catastrofista.

(...) El campo de visión llega a la costa, donde los desechos, fundiéndose, arrastrados por arroyos de ácido, han formado una playa viscosa y gris. Sobre el océano rojizo flotan decenas de cadáveres que, con las extremidades sumergidas, inertes, van desintegrándose minuto a minuto. (...) Dos barcos rectangulares de hierro se columpian a la deriva. De las cubiertas, abarrotadas de residuos, se desprenden vestigios de teclados de ordenador, teléfonos móviles, discos duros externos, cuerpos muertos; derrumbes que se precipitan en el agua, hacen volar salpicaduras rojizas hacia las nubes y quedan suspendidos unos segundos en la superficie. (...)

Un final es también una visión desconcertante de una humanidad hundida que parece haber estado a punto de tocar el cielo mediante la tecnología. Durante el texto encontramos referencias a una ciencia superior que la civilización ha utilizado, pero que parece no haber podido controlar. Por ejemplo, existen pastillas somáticas (que nos recuerdan a Un mundo feliz de Huxley) o modificaciones corporales que parecen una base para una especulación cyberpunk, también conceptos perturbadores como amortalidad, u otros especulativos que se mueven por caminos como la conciencia redactada y almacenada en pastillas... como veis, un conjunto de elementos propios de la ciencia ficción pero donde el autor no se detiene, no se recrea, sólo los utiliza como parte del escenario de esa sociedad corrupta y quizá patética que los humanos están perdiendo.

De hecho, el tono pesimista de la obra se evidencia por multitud de imágenes decadentes y un ambiente opresivo que curiosamente provoca mayor reacción en el lector que en los personajes deshumanizados que ni siquiera poseen nombre propio.

Sin embargo, hacia el último tercio de la novela, la visión que nos transmitía el autor cambia, se modifica sutilmente. Pasamos a un texto que arrastra explícitamente un espíritu crítico sobre las masas de gente y su vinculación (y dependencia) de la tecnología.

(...) “personas yendo de aquí para allá, desgastando el planeta, consumiendo la información de miles de fuentes disponibles para entender unos eventos que, versión a versión, en vez de hacerse más reales, más neutras, se hacían más distantes, se ensuciaban de perjuicios, intereses y opiniones; y todo esto mientras estas mismas personas dedicaban cada uno de sus esfuerzos a adaptar la realidad a sus deseos particulares (...)

La novela se enfoca a denunciar los males de la sociedad actual pero de una forma desordenada y un tanto caótica, leyendo recortes de periódicos y donde uno de los personajes medita sobre disertaciones filosóficas en medio de la desesperación por encontrar más pastillas, que le lleven por el camino hacia la felicidad. Nos encontramos con varios flashbacks fragmentados que van describiendo los estados finales de la civilización, recortes de información que generan puzzles depresivos con los que intentamos encajar lo que pasó poara haber alcanzado un presente tan dañado. Hay que decir que tanta filosofía y especulación sobre la tecnología y autocomplacencia va en detrimento de la trama de la historia que hacia el final se atasca un poco.

(...) “La pregunta que debemos hacernos es, pues: ¿Realmente queremos ser felices? La felicidades absoluta y constante es aburrida, es estéril. Quizás debemos aceptar que no queremos ser felices, quizás debemos aceptar el grado de autodestrucción que nos caracteriza.” (...)

Un final es una obra de aquellas que te detienes cada dos páginas tomar notas porque la crítica y las ideas sobresalen por doquier pero quizás todas estas ideas que se nos vierten sin freno no acaban de materializarse en un hilo argumental que pueda absorberlas todas. Estos dardos envenenados de crítica lapidaria sobre el papel de la humanidad en este planeta quizás necesitan algo de orden y concierto para poder hacer un análisis.

Claro que entonces, ya fuera de la novela y de su buen final, nos topamos con un epílogo escrito por L.J. Salart que parece haber escuchado mis pregarias y realiza una tarea increíble sintetizando las ideas y dirigiendo los dardos que Sansaloni había lanzado hacia una meditada conclusión sobre la novela.

En resumen, Un final es una obra corta que se adentra en las tramas catastrofistas para denunciar el egoísmo de la humanidad. Me ha encantado el estilo del autor y también cómo desarrolla la novela. Quizás, paradójicamente, echo de menos un final, no distinto, sino con una carga crítica más ordenada. Pero sea como sea, es una muy buena primera novela.

Eloi Puig

20/12/2021

 

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