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             Lo mejor de leer a un autor desconocido es que no te esperas  nada de él. Me explico: No tienes unas expectativas, no tienes un marco  anterior donde comparar su obra, incluso podemos decir que la contraportada es  la única referencia para decidir si la debemos comprar el libro o no. A no ser  que el efecto popular del boca-oreja dé muestras de una vitalidad inusitada, lo  que nos hace pensar que la obra puede tener méritos ocultos.  
                 
              Es difícil ubicar a Fín. Lo que tengo claro es que es  una gran novela, una enorme ópera prima de David Monteagudo. Terror  psicológico, fantasía post-apocalíptica, metaliteratura ... todas estas  etiquetas se quedan cortas, no acaban de definir qué nos podemos encontrar  cuando acabamos Fín. Coincidí hace unos días con el autor en una mesa redonda  sobre CF y él mismo afirmaba que hay que tomarse la lectura de Fín de una forma alegórica. Según él, nunca pretendió dar explicaciones racionales  sobre los aspectos más fantásticos de la novela, pero que si convenía, cada uno  podía buscarlas según su propia interpretación de la obra. Si uno quiere, puede  dar explicaciones científicas para que le quede la conciencia más tranquila,  pero éstas quedan más bien en la imaginación de cada lector.  
   
  ¿Porque digo todo esto? Pues por que el final de Fín es controvertido. A muchos lectores  no les ha gustado, lo han encontrado simple, fácil, poco desarrollado,  tramposo, inocente. En otros en cambio no les ha importado este final, pues lo  mejor del libro es el trayecto, las vivencias de unos personajes que Monteagudo  es capaz de ofrecernos de manera excelente. Mi opinión se queda en un término  medio: Me hubiera gustado un final menos abierto y con más respuestas, lo que  mi mente racional hubiera aprovechado para etiquetar la novela de ciencia  ficción catastrofista / post-apocalíptica, pero tampoco veo mal las alegorías  que suelta el autor, la falta de respuestas, ese terror invisible ... lo que me  permite clasificar la novela más como terror psicológico.  
   
              Hablemos de la trama para ilustrar todo esto: 25 años  después de una noche inolvidable bajo las estrellas, un grupo de amigos se  vuelve a reunir en el mismo refugio de montaña para conmemorarlo. Todos rondan  la cuarentena ahora y tienen sus vidas muy lejos los unos de los otros hasta el  punto que la fiesta de reencuentro es extraña, intranquila ... además cierne  sobre ellos el fantasma del único miembro que no ha aparecido todavía: un joven  al que le gastaron una broma macabra y que rompió su amistad 25 años atrás.  
   
              Pero de repente sucede un fenómeno extraño, un cataclismo  sutil que los aísla y los junta al mismo tiempo. Este hecho es el que poco a  poco provocará que el grupo vaya sacando los miedos que llevan dentro, los  temores escondidos, y que las hipocresías queden atrás y afloren las auténticas  naturalezas de cada uno. Monteagudo es un virtuoso a la hora de retratar los  sentimientos, las ansias, los miedos ocultos de los protagonistas. Hace  equilibrios con unos diálogos inmensos, llenos de naturalidad y de fuerza.  Hasta el punto que éstos son el motor que mueven la novela, pero de una forma  frenética. Uno no puede parar de leer, de comprobar cómo poco a poco las  máscaras van cayendo, como los miedos van convirtiendose en los protagonistas y  provocan que el grupo vaya disminuyendo poco a poco.  
   
              Imagínese una obra que mezclara lo mejor de la película Los  amigos de Peter y de la novela Diez negritos. Es una comparación  burda pero efectiva en muchos aspectos pues por un lado las relaciones  personales son uno de los platos fuertes de Fín y por otra la desaparición progresiva de los miembros del grupo es también un  factor importante que mezclado con el ambiente de terror post-apocalíptico nos  proporciona la esencia de la novela.  
   
              El nombre de David  Monteagudo ya era conocido por mí, no por sus hazañas literarias, si no por las  castelleres (fue integrante del tronco de los primeros Pilars de 8 amb folre i manilles del siglo XX con  los Castellers de Vilafranca). Tal  vez se le ha encomendado un poco esa fuerza, equilibrio, valor y sensatez (1)  que demostró haciendo castells. Lo  que es seguro es que la fuerza que mantiene en los diálogos, el equilibrio de  los personajes, el valor de escribir un final como el que nos deja y la  sensatez que me ha parecido que demuestra en sus comparecencias públicas le  otorgan una posición de autor novel destacadísima. Al menos para mí, Fín,  es la mejor novela de lo que llevo de año.  
   
            Leedla sin saber  demasiado, saborearla sin complejos, y no busquéis recionalizar todos los  aspectos de la trama ... encontraréis pura literatura. 
            (1) Força, equilibri,  valor i seny (Fuerza, equilibrio, valor y sensatez). Lema casteller  
            Eloi Puig, 21/04/10 
              
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