Dioses menores
FANTASÍA- HUMOR
 
     
 
 
 
 

DÉUS MENUTS
Small Gods
(1992)

Terry Pratchett

Editorial:
Mai Més LLibres
(2021)


Colección:
Refugi A'tuin

Serie:
LIndependent/ 13

Núm:
---

Páginas:
364

Traductor:
Ernest Riera

Lectura del 2002:





Editorial:
Plaza Janés
(2002)


Col.lecció:
Mundodisco

Núm:
13

Pàgines:
312


Sèrie:
Independent

Traductora:
Cristina Macía

 
     
Dioses menores

El Mundodisco es un universo increíblemente diverso, vasto, inmenso y al mismo tiempo, paradójicamente, contenido, pequeñito y muy entrañable. Un universo que es descrito con una elegancia y un humor desmedido durante cuarenta y una novelas, de las que sólo me he leído más o menos la mitad. Pero esta, señores, esta novela llamada Dioses menores es la más completa y equilibrada de todas las que he tenido el placer de saborear. La más inteligente, de hecho.

La primera vez que la leí fue en marzo del 2002 y ya entonces la valoré con una excelente nota. Pero ahora he pensado que merece más que eso. Dioses menores es un referente a todo lo que significa el Mundodisco: Aporta fantasía y humor claro, pero también mucha información para hacernos reflexionar ofreciéndonos herramientas para debatir sobre nuestro propio mundo y sobre muchas más cosas. Eso sí, sin perder nunca el punto irónico, la diversión, y también esa sensación de hacer las cosas bien hechas.

Pero es que, además, Dioses menores, trata temas primordiales dentro de la historia de la humanidad: Nos encontramos con un tratado sublime sobre ética, religión, política, filosofía y en menor medida ciencia. Una mezcla deliciosa que acapara nuestra atención desde el principio y ya no la suelta hasta la última página. Éste, señores, es el sueño húmedo de los terraplanistas (si éstos fueran lo suficientemente inteligentes para leerse este libro, claro).

Omnia es un estado totalitario gobernado por una iglesia despótica. La religión es el fundamento de la vida cotidiana de los omninanos y la Santa Quisición su máximo órgano ejecutor de castigo y obediencia. Los omnianos dicen venerar al dios único: Om; y afirman también que el mundo es una pelota que viaja por el espacio alrededor del Sol. Nadie duda de esa verdad (al menos en voz alta) y el máximo exquisidor, Vorbis se encarga de que nadie se ponga a pensar en otras posibilidades.

Pero la cruda realidad es que ya nadie cree en Om. ¡Oh Sí! La gente realiza reverencias y ofrece ofrendas al dios, la iglesia habla y actúa en su nombre y quien más quien menos piensa que la divinidad está por algún sitio de allí arriba, o detrás de las fogosas estatuas e iconos que lo representan: Toros furiosos, bestias temibles etc. Pero en verdad no creen en él. ¿No? Bueno, alguien si que cree. Ese alguien es Brutha, un monje de la más baja casta que vive y trabaja en la Ciudadela, el lugar más sagrado dedicado a la veneración de Om. Brutha cree con todas sus fuerzas hasta tal punto que tendrá el terrible placer de conocer en primera persona a su dios. Sólo que actualmente éste ha logrado una forma de tortuga y se ha caído del cielo cuando un águila se lo quería comer.

Brutha y la tortuga empezarán una relación muy especial y la verdadera historia de la novela se centrará en los cambios que acontecen en el protagonista y en su forma de pensar, a raíz, sobre todo de las conversaciones con su dios y de los hechos que se propician en la historia: Una Guerra Santa, una no menos Santa Inquisición en toda la regla, un sistema de gobierno extraño que se llama democracia, varios dioses ociosos (I jugadores viciosos) y un movimiento secreto que cree que el mundo viaja sobre una Tortuga a través del Universo...y todo ello regado con buenas dosis de filosofía para todos.

Los personajes son todo un puntal de la novela: En primer lugar, Vorbis, el sumo sacerdote de la iglesia omniana que parece una versión eclesiástica del pragmático Patricio de Ankh Morpock… pero aún mucho más tenebroso.

(...) "Otros exquisidores anteriores habían extraído confesiones a gritos y aullidos coléricos. Vorbis nunca hacía eso. Él, simplemente, excavaba silencios profundos ante ellos." (...)

(...) “Él no amenazaba. Él nunca intimidaba. Sólo daba a todo el mundo la impresión de que su espacio personal irradiaba hasta una distancia unos metros más allá de su cuerpo, y que cualquiera que se acercara a Vorbis interrumpía algo importante” (...)

El contrapunto lo ofrece en Brutha y su inocencia por todo lo que desconoce pero también por la diligencia aplicada tanto a sus tareas cotidianas como con las que tienen que ver a cuidar de un dios menor.

“Aquel chico tenía algo raro, pensó Nhinoth. Era esa manera que tenía de mirarte cuando hablabas, como si te escuchara

Y obviamente tenemos también a Om, un dios que se ha estrellado en su proceso evolutivo y ha degenerado en un dios menor, un ser que está a punto de desaparecer por falta de fieles y de la fe con la que se alimenta. Y también cabe mencionar a los secundarios claro: Una muchedumbre de personajes imprescindibles todos ellos: Desde ermitaños que viven felices en el desierto, a filósofos que descubren la ciencia como por casualidad o guerreros ateos que no quieren creer en los dioses que tienen delante de los morros. Y águilas especialmente pesadas.

Brutha sufrirá dos viajes en esta novela. Uno físico y uno espiritual. El físico le llevará a deambular por mares y desiertos pero también le abrirá los ojos en el reino de Efebia, un país lleno de blasfemos y gente extraña. Un lugar donde de forma repugnante se escoge al gobernante de la nación por votación popular, un proceso de degenerados que llaman democracia, pero dirigida por un jefe que se autodenomina 'Tirano'. Descubrirá con sus propios ojos una sociedad esclavista y también a unos hombres extraños que pululan por las calles, desnudos, con una toalla colgada a la espalda y una esponja de baño y que de vez en cuando gritan: ¡Eureka! Son filósofos, gente que piensa, gente que no conviene que exista en la iglesia omniana.

“—¿Qué es un filósofo?– dijo Brutha.
—Alguien que es lo suficientemente espabilado como para encontrar un trabajo donde no hay que levantar pesos— dijo una voz en su cabeza.”

Efebia, además, es un país que venera a muchos dioses algo que va en contra de las tradiciones y escrituras a las que está acostumbrado Brutha.

(...) “Los efebios tenían dioses al igual que otras ciudades tienen ratas" (…)

El segundo viaje de Brutha, como decía, es espiritual y es un crecimiento personal. Una lucha sublime y deliciosa entre las creencias arraigadas a lo más profundo de la mente y el descubrimiento contrapuesto de las nuevas verdades que se van abriendo paso y que el monje observa de primer mano, de forma empírica como cuando dejas de asentir a todo lo que te dicen y empiezas a pensar por ti mismo. Lo de pensar es peligroso porque hace que la gente se plantee cosas.

También hay que añadir aspectos que Pratchett retrata de forma sublime como el hecho de que el ateísmo y la ciencia van muy ligados y que ésta avanza gracias a la filosofía. En el fondo, estamos ante una evolución de la espiritualidad humana explicada en una novela breve, compacta y perfecta donde podemos atisbar estos cambios trascendentales: Cómo la religión y el misticismo se pueden transformar en filosofía y cómo esa filosofía alimentada por el pensamiento crítico puede convertirse en ciencia.

Dioses menores es una novela independiente del Mundodisco y no utiliza ninguno de los personajes habituales. Sin embargo, encontraremos cameos de secundarios de otras sagas como la Muerte de las Ratas (¡iiic!) o el incombustible Y-Voy-A-La-Ruina_Escurridizo. Y la MUERTE, naturalmente. Nos sentiremos tan a gusto como siempre y además, se nos ensanchará la visión mística del comportamiento celestial de los dioses. Una novela imprescindible que debería estar en todas las aulas de instituto y en las de filosofía.

La tortuga Gran A’tuin se desliza por las corrientes del universo sin ningún freno, transportando encima un pequeño universo de diversión, un mundo plano repleto de reinos, dioses, creencias y gente de todo tipo y condición. Algunos dicen que esto es imposible y que en realidad el mundo es como una pelota que flota por el cosmos. Blasfemia, sin duda.

Pero recordad...

¡La tortuga se mueve!

Eloi Puig
20/11/2021

 

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