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            Encontrar maneras de acercarse a los  mitos de Cthulhu de una forma original parece cada vez más difícil pero  obviamente siempre hay alguien que consigue sorprender al lector y doblegar una  trama argumental para que se adapte a la mitología lovecraftiana de forma  verosímil. Y así es como William Browning Spencer logró la meta de mezclar  conceptos tan antagónicos como la precariedad laboral con el terror cósmico en Currículum  con monstruos. 
            La editorial Gigamesh nos presenta, pues, un autor desconocido en casa, con  una obra breve y con el premio International  Horror Guild por esta obra. Y hay que decir que es una decisión valiente y  arriesgada por parte de la editorial porque por mucha atracción que el lector  pueda tener por la mitología lovecraftiana, integrarlo con una trama tan  extraña en torno a los trabajos y contratos basura da un resultado curioso que  quizá no acabe de gustar a todo el mundo. 
            Ya en la primera página de la novela encontramos nombres propios de la  altura de Cthulhu, Yog-Sothoth y Nyarlathotep, todos ellos dioses y monstruos  primigenios de los mitos de Cthulhu,  todos ellos una declaración de intenciones nada disimulada de lo que está por  venir en esa aventura. Philip es un hombre de mediana edad que trabaja de forma  precaria en una imprenta, preparando y adaptando currículos entre otras tareas  menores. Su pasado reciente es oscuro, muy tenebroso: Se marchó de su antigua  ciudad hasta Austin donde vive ahora, persiguiendo la que en ese momento era su  novia Amelia, después de un mal trago escalofriante con monstruos de otras  dimensiones incluidos. 
            O por lo menos esto es lo que él dice. Su antigua pareja no tiene muy claro  qué pasó y le reprocha que la imaginación de Philip le está pasando factura. Él  lleva escribiendo una novela desde hace años. Larga, interminable y que trata  sobre mitología lovecraftiana. Ella cree que todo le está afectando y que tergiversa  la realidad sobre lo que ve o cree ver en rincones oscuros de habitaciones  desordenadas: 
            "En casa escribías sobre  monstruos —dijo Lily—, y los veías con el rabillo del ojo mientras trabajabas.  (...) Pero, aunque no sé cómo se llama algo, ese algo existe." 
            Philip quiere recuperar el amor de su vida pero no quiere renunciar a seguir  escribiendo su magna obra. No quiere apartar de su vida todo lo que conoce  sobre los dioses primigenios y su regreso a nuestra realidad. Conocerá a Lily,  una psicóloga retirada con la que establecerá conexión y amistad. A través de  las sesiones de terapia iremos desgranando el pasado de Philip, sus obsesiones,  la vida familiar, las relaciones... y sus encuentros con los monstruos. 
            William Browning Spencer, el autor de esta paranoia que se adentra en el  terreno de la comedia cotidiana y del terror sutil a partes iguales sufrió  durante décadas lo que llamamos precariedad laboral: trabajos mal pagados,  horarios abusivos, contratos infames. Un sistema que funciona porque los  trabajadores lo acatan y porque parece estar supeditado a la propia cultura estadounidense.  En la novela, Philip se topa con un concepto que define como 'el Sistema'. Una  palabra que este entorno equivale a opresión y que también puede usarse como  metáfora sobre el miedo y el desconcierto que podrían provocarnos la aparición  de cualquier ser de los Mitos de Cthulhu.  Hasta el punto de que a menudo habla de los tentáculos  del sistema como si esta inestabilidad profesional estuviera estrechamente  vinculada con la probable llegada de Cthulhu y su tropa y por tanto del fin del  mundo. A veces utilizando un humor sutil cargado de crítica que juega con el  lector: 
             " (...) Soy sindicalista. Supongo que he visto unos cuantos monstruos." 
            Otro punto donde es necesario discernir la realidad de la ficción es con  perspectiva de un estado mental concreto: La locura. ¿Es Philip un loco que  imagina cosas? ¿O acaso la visión atisbada de formas imposibles, tentáculos  reptantes y seres que no deberían existir la ha vuelto medio loco? Esta locura  como parte intrínseca de cualquier relación con la visualización de un monstruo  lovecraftiano, muchos la comprenderéis (especialmente si habéis jugado al juego  de rol) y otros quizás necesitéis saber que nuestra mente no está preparada  para asumir ciertos aspectos de una realidad tan impactante como la que nos  proponía Lovecraft en sus obras. 
            Así, durante buena parte de la novela estaremos pensando si todo es el  resultado de la imaginación o de hechos contrastados por la experiencia directa  de nuestro protagonista. La novela se divide en tres partes bastante  diferenciadas. En la primera se nos expone la vida actual de Philip, sus  problemas de relación y sobre todo de trabajo. La segunda es la que mejor  consiguió con viajes astrales a través del tiempo a la antigua empresa donde  trabajaba Philip y donde conoció a Amelia: MicroMeg,  de modo que conectamos con todo lo que les pasó en el pasado a la desventurada  pareja. Tiene más ritmo y las piezas encajan mucho mejor y acaba convirtiéndose  en un buen tour de force narrativo.  En la parte final nos encontraremos de nuevo en el presente de Philip y las  consecuencias de todo ello con un final incluso de carácter humorístico que no  sabría decir si encaja bien con el resto de la novela 
            Es complicado decir lo que me ha parecido Currículum con monstruos.  He encontrado que la manera de encajar los mitos en la vida cotidiana de Philip  es por un lado original y refrescante pero también algo forzado. Quizás el  hecho de que la parte que se arrastra más durante la novela poco tiene que ver  con el terror cósmico sino con la monotonía laboral. A pesar de estar de  acuerdo en la voz crítica que levanta Spencer sobre la precariedad en el  trabajo que nos narra el protagonista, después de oírselo durante todo el libro  acabas un poco harto. 
            (...) “Habló de sus empleos. Habló  del tedio, un tedio que llegó a ver como el señal de la bestia, su hedor acre y  sofocante.” 
            La sensación de que durante muchos capítulos (por otra parte cortos y  rápidos de leer) no ocurre demasiado o que el autor se reitera mucho en sus  afirmaciones sobre los problemas de trabajar dignamente contrasta con los  breves intentos que el autor dedica al terror psicológico, en la oscuridad, en  los tentáculos y las sombras y en todo lo que quizás tenemos ante los ojos pero  que no queremos ver (porque nos volveríamos locos). Realmente cuando Spencer se  dedica a narrarnos terror lo hace más que bien, pero particularmente he  encontrado que la parte más cotidiana de la novela, la vida estresante y  aburrida del trabajo de Philip es mucho menos atractiva. Y demasiado larga. 
            En definitiva, una obra eminentemente original pero que quizás me ha  costado un poco entrar a pesar de la amenidad con que se expresa Spencer.  Quizás me esperaba más monstruos y menos currículos y el resultado, aunque  satisfactorio, no ha estado del todo a la altura de las expectativas. 
            Eloi Puig 
              05/02/2022 
               
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