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            Cuando  abres una novela de Paolo Bacigalupi sabes que te encontrarás dos  hechos inalterables (al menos hasta ahora): Que esta se adentrará en la  ciencia ficción catastrofista y que estará traducida por Manuel de  los Reyes. Y lo cierto que estas dos características son sinónimo  de alta calidad como se evidencia con toda la bibliografía que nos  ha llegado hasta ahora. 
            Desde  que Paolo Bacigalupi aterrizó en este país con la formidable La  chica mecánica el autor nos ha traído siempre historias  ambientadas en el futuro cercano, tramas distópicas con un elemento  que exprime por sobre todos los demás de forma clara: La decadencia  de la civilización debido al cambio climático o de las plagas... en  definitiva de la acción humana. Sea como sea, nos sitúa siempre en  el ojo del huracán, en el momento que las cosas se empiezan a torcer  y la humanidad ha sobrepasado el punto de inflexión que le  permitiría atemperar la furia de los elementos. 
            Si  bien en La chica mecánica el énfasis se situaba en la  manipulación genética, aunque también tocaba de forma importante  la desaparición de las energías de origen fósil, en obras  posteriores como El cementerio de barcos o el cuento que  comparte universo con la presente novela, "El cazador de  tamarindos" (publicado en la antología La bomba número  seis) el cambio climático y sus derivaciones sobre la humanidad  son el elemento clave bajo el que se desarrolla la acción. 
            Y  en Cuchillo de agua, este cambio climático que hace  años los científicos están avisando que se consolidará,  finalmente llega a Estados Unidos de forma entrópica, caótica, bajo  la acción de huracanes en el Golfo de México, intensas lluvias en  el norte del país y sobre todo con un sequía monumental en el  suroeste, en el área que actualmente forman California, Nevada,  Arizona y Nuevo México donde el agua es un bien tan escaso que la  gente mata por ella, literalmente. 
            El  agua lo es todo en unos estados que actualmente ya sufren sequía: Ya  hoy en día sólo hay que ver como la cascada más alta de EEUU, en  el parque de Yosemite, desaparece durante el verano; o comprobar como  las polvorientas carreteras de la antigua Ruta 66 sólo ofrecen  refugio a los turistas y como ciudades completamente artificiales y  situadas en lugares absurdos como Las Vegas o Phoenix tal sólo  subsisten por el agua que drenan al río Colorado, el único río  decente que atraviesa estos territorios. 
            Esto  que he descrito no es ficción, es la pura realidad y está pasando.  Pero Bacigalupi va más allá y nos plantea un futuro con una escasez  de agua de tal magnitud que estos territorios se han convertido en  casi estados independientes que luchan para sobrevivir. Y para ello  todos necesitan captar agua del río que los hace frontera a los  cuatro: El Colorado. California es una potencia con recursos -  presumiblemente por su costa en el Pacífico y por la cordillera de  Sierra Nevada donde seguro hay más posibilidades de acumular  recursos hídricos, Nevada tiene la suerte de poseer la presa Hoover  en su territorio y controlar el lago Mead - el único motivo para que  Las Vegas continúe existiendo incluso en la actualidad-; Nuevo  México es un desierto que básicamente intenta detener los  refugiados provenientes de Texas que huyen de los huracanes del  golfo. Y nos queda Arizona, un nombre que parece pronosticar su  esencia, un estado que sobrevive como puede en la sequía y con una  capital, Phoenix, donde Bacigalupi ha centrado su historia. 
            Tres  son los personajes a través de los cuales podremos contemplar el  declive de Phoenix: Angel es un sicario, un cuchillo de agua que trabaja para una mafiosa de Las Vegas, una persona que tiene como  misión sabotear presas, eliminar a los contrarios y confabular  especialmente contra los intereses de California. Lucy Monroe es una  periodista freelance que trabaja en Phoenix desde que la  ciudad comenzó a ser el centro de atención de los medios, cuando  ésta se convirtió en un espacio cosmopolita donde las mafias  campaban como Pedro por su casa, donde miles de refugiados tejanos  vivían como podían y donde la cruz roja / camarada china instalaban  fuentes de agua para que la gente simplemente no muriera  deshidratada. Y tenemos también a María, una inmigrante de Texas,  despreciada por los zonales -habitantes de Arizona- como hoy día los  americanos desprecian a los mexicanos, por el simple hecho de venir  de un área devastada y sin recursos, por el simple deseo de querer  dirigirse al norte, cruzar el Colorado y tener alguna posibilidad de  salvación. 
            Las  vidas de los tres se irán cruzando durante unos días siempre  alrededor de unos documentos que todo el mundo busca, unos papeles  que podrían trastornar el status quo de toda el área y hacer  que territorios se empobrecieran y otros se enriquecieran. Es curioso  como en las postrimerías de la civilización en unas áreas que no  pueden ofrecer nada, Bacigalupi todavía se aferra a la legalidad  para provocar que la sociedad imparta orden, que la Guardia Nacional  o los poderes fácticos del país tengan aún derecho a desequilibrar  los recursos- el agua- en favor de uno u otro estado. Si comparamos  esta apología del cambio climático con las historias que podíamos  leer en La chica mecánica, parece  que el autor haya querido defender a su país como un  territorio que todavía quiere seguir el camino recto, un país que  aún no ha caído en un feudalismo basado en la ley del más fuerte,  donde las leyes se deban de respetar respetar aunque sólo sirvan  para alargar la agonía. 
            Yo  veo esto como un ejercicio de crítica a la hipocresía del mismo  gobierno americano: Si un documento escrito hace un siglo dispone  unos derechos ... debo acatarlo, tengo que creérmelo. Hoy día, si  prometes no intentar asesinar a nadie puedes entrar en el país; es  lo que te preguntan cuando pides un visado electrónico para entrar  en EEUU. Pura hipocresía surrealista. SI juras debes ser  consecuente; si un papel dice algo, hay que cambiarlo todo aunque  mates a medio país por el camino. 
            Lo  cierto es que Bacigalupi aprieta la llaga con todas sus fuerzas y  equipara a los Estados Unidos a los países de los que siempre ha  despreciado por su poca tradición democrática o por el simple hecho  se ser pobres. Ahora es el turno del gigante americano y sus pies -  los estados del sur-oeste- están empezando a hundirse en el barro. 
            El  autor hace un ejercicio, como siempre, sublime en cuanto a la  ambientación, recreando tanto los problemas climáticos como los  sociales. Si en la Tailandia de La chicha mecánica pasé calor leyendo el libro, en el Phoenix de Cuchillo de agua he pasado sed, mucha sed. Y es que esta ambientación es marca de la  casa. Bacigalupi la tiene como uno de los elementos más importantes  que explota cuando escribe sus novelas, hace que el lector esté allí  mismo, mirando cómo sufren los zonales, como huyen los vaqueros de  las miradas de los que ya no se consideran compatriotas suyos, como  la rica California maltrata a todo el mundo que hay detrás de su  barrera de agua. Todo lo podemos entrever sólo con las  descripciones. También nos hacemos una idea de los complejos que  arrastran los americanos cuando grandes corporaciones chinas  establecen en ciudades como Las Vegas o Phoenix rodeadas de lujo ...  y agua ... mientras lo que queda de la orgullosa población autóctona  debe hacer de todo para seguir viviendo. El autor define a estos  últimos como: 
            "(...)  Ratas del apocalipsis que se dedicaban a roer las entrañas del  desarrollo y la promoción urbanística" 
            Cuchillo  de agua es pues un puñetazo en el vientre del estado más  poderoso del mundo. Una historia que por desgracia es más cercana de  lo que podamos pensar y que se sustenta por unos buenos personajes,  especialmente nuestro sicario Angel que es quien aporta más matices  de gris. Quizás el papel de Lucy, la periodista, se afianza más  como un visor que cada vez se vuelve más parcial con el que observa.  Pero también el talante desesperado de Maria nos da una idea de lo  que pueden vivir las personas cuando están castigadas por fuerzas  que no pueden contener. Bacigalupi ofrece muchos fragmentos tensos,  impresionantes para los tres personajes. Momentos de gran intensidad  narrada con total maestría que hacen que la presente novela alcance  cotas de más vitalidad que otras obras anteriores. 
            Si La chica mecánica nos abría las puertas a una  sociedad en plena caída y llena de contradicciones, aquí Bagicalupi  no se queda corto pero a diferencia de aquella primera novela que  quizá quería tratar demasiados temas diferentes aquí el autor se  centra en exclusiva en estos efectos devastadores del cambio  climático. Y creo que esta fijación le da más fuerza a la novela. 
            Léedlo  y ya me diréis. 
            Eloi  Puig, 
            02/08/2017
             
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