Les causes invisibles
CF- UCRONÍA
 
     
 
 
 
 

LES CAUSES INVISIBLES
(2022)

Jaume Valor

Editorial:
Spècula
(2022)


Colección:
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Núm:
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Páginas:
420


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Les causes invisibles

Jaume Valor sorprendió hace unos años al fandom de este país con una idea tan ucrónica como fascinante: Que el imperio romano hubiera descubierto la tecnología de vapor y por tanto se hubiera convertido en una sociedad altamente avanzada con la que su caída no se llegó a producir. Aquella idea se reflejó en la trilogía de La República Neumática. Y ahora, Valor vuelve, pero atención que lo hace por la puerta grande, porque no sólo nos presenta una nueva ucronía steampunk, sino, que además su novela, Las causes invisibles, es el pistoletazo de salida de la nueva editorial Spècula, dedicada a promover la ciencia ficción de autores catalanes.

Las causes invisibles es un nombre que me encanta y que creo que es muy y muy adecuado para esta novela que así de entrada, podríamos definir como una ucronía steampunk repleta de política al más alto nivel europeo, por tanto, una historia de política- ficción que especula sobre el camino que tomaron los diferentes estados y naciones de Europa occidental cuando Napoleón, después de conquistar medio continente, fuera asesinado en el momento de su coronación, en 1804.

¡Pero ah! Señores, aquí no estamos solo para especular de política. Jaume Valor habla de las causas invisibles, de todas aquellas corrientes filosóficas, científicas, sociales, racionales que determinaron el futuro de un continente en la cuerda floja. Una Europa que acababa de comprobar cómo una revolución decapitaba a regentes, como otra revolución empezaba con pies de plomo al concebir la producción industrial, cómo la religión se imponía con fuerza en ciertas naciones mientras que otras la abandonaban a marchas forzadas; incluso cómo nacía un nuevo género literario como es la ciencia ficción. Corrientes, pensamientos, ideas invisibles, etéreas que cambiaban el futuro de Europa y de rebote del mundo entero.

Vamos a paso a paso: Estamos en el año 1822. Hace un lustro que el mundo se ha vuelto grisáceo debido a la mítica erupción del volcán Tambora en Indonesia. Los veranos son sin sol y las cosechas se vuelven escasas. Francia es un estado revolucionario donde la razón y el orden han ganado —después de años de guerras contra las monarquías europeas— y han formado un nuevo estado, llamado el Cuerpo, que extiende sus brazos republicanos y ateos por otros territorios. Uno de ellos es una Catalunya debilitada que se ha podido deshacer por fin de los borbones españoles y que ahora actúa como estado satélite de Francia —al igual que Holanda, Bélgica o la república helvética—. Mientras el Reino Unido respira más tranquilo después de que el intento de invasión de los jacobinos franceses acabara en fracaso contra todo pronóstico. Lord Nelson y especialmente Lord Wellington salvaron in extremis a las islas británicas. Las batallas se libraron por tierra, mar... y aire. Pues la tecnología de vapor permite la circulación de dirigibles, aerostatos lo llaman, y el lanzamiento de bombas desde el cielo. Pero ahora, el rey Jorge IV permanece enfermo y debilitado en la cama y Wellington es el nuevo hombre fuerte del país, un general que desea la guerra con Francia de nuevo. En la corte estos movimientos se ven con temor creciente, especialmente por parte de algunos filósofos y consejeros y también por la legítima heredera de la casa de los Hannover.

Y mientras, en Barcelona, ​​la situación también es tensa. La presión en forma de policía secreta enviada por París (los Ojos) para asegurar las buenas maneras de la población catalana es cada vez más extrema. Un grupo crítico que algunos llaman terroristas y otros liberadores, La mà roja, desestabiliza la ciudad poco a poco. La milicia no siempre puede hacerles frente y eso depara que París, con el ciudadano Fouché al frente, tanteen el terreno para enviar fuerzas pacificadoras... y probablemente quedarse.

Tres escenarios pues: París, sede de la Revolución, centro del mundo y donde la Razón impera y pretende extenderse imperturbable por las naciones europeas. Londres, que acaba de perder las colonias americanas, con un régimen monárquico debilitado y una filosofía natural —ciencia— que parece lejos todavía de la del enemigo del otro lado del canal. Y Barcelona, ​​una ciudad oscura, repleta de fábricas y donde la industria creciente enturbia la sociedad: Huelgas, protestas ciudadanas, terrorismo incipiente, tráfico de influencias y un gobierno, el Comú de Catalunya, que pese a estar bajo el protectorado de los jacobinos franceses, mira el cielo de la ciudad con angustia creciente pues la enorme máquina de guerra que es la Amitié patrulla de forma incesante... vigilante.

Pero todos estos escenarios no tendrían demasiado valor sin buenos personajes. Ésta es una novela coral, sin protagonistas absolutos y donde podemos encontrar desde científicos, políticos, filósofos, militares, o espías a simples pelacañas barceloneses y sirvientes ingleses acomplejados. Todos ellos tendrán puntos de vista expresados ​​a través de capítulos cortos que alternan o complementan la acción, según el caso. Sólo Jacquard, el francés inventor, que trabaja en el burdel de cierta dama misteriosa, expresará sus inquietudes en una fabulosa segunda persona, hablando consigo mismo a través de su diario personal. Todo un reto que Jaume Valor ha sabido superar con creces.

Sinceramente, me han parecido muy reales, bien conseguidos. Valor tiene la capacidad de hacernos partícipes del carácter de los personajes con cuatro frases que los definen. Un ejemplo sobre el ciudadano Fouché, el máximo representante a la sombra de la nueva República Francesa:

Tomó un trago de café. No entendía que aquel brebaje caliente y amargo despertara tantas pasiones en la gente. A él, de pasiones sólo le interesaban las de los demás, bien archivadas para utilizarlas cuando fuera necesario.”

Hay que decir, además, que la labor de documentación de Jaume Valor ha sido extrema y que en la novela se mezclan personajes perfectamente reales (con la vida modificada debido a la ucronía) con otros imaginarios. Es difícil saber a menudo cuáles son auténticos y cuáles no. El compendio final de personajes —tan reales como ficticios— con las descripciones cuidadosas de lo que fueron (o podrían haber sido) es imprescindible.

Dejando a un lado la trama política principal, en Les causes invisibles podemos extraer tres líneas de acción diferentes donde se concentra la ambientación de la novela: En primer lugar la tecnológica y filosófica, pues es muy interesante cómo esta ucronía avanza algunos años hechos reales y los traslada a décadas antes, muy especialmente la Revolución industrial, transformada aquí a causa de la tecnología a vapor. El hecho de que el nuevo régimen dirigido por el ciudadano Joseph Fouché (en esta ucronía vive y maneja el destino de los europeos) a través del departamento de la Razón promueva estudios como la frenología (la ciencia para anticipar los crímenes midiendo aspectos faciales, análisis de sangre etc ) nos recuerda a ciertos experimentos nazis de la II Guerra Mundial o también la vacunación contra enfermedades de rápida transmisión para evitar pandemias son conceptos que se adelantan a su época; con todo ello nos damos cuenta de lo conflictiva que fue la historia de aquellos años y de cómo un hecho trascendental como la muerte prematura de Napoléo podría alterarla aún más... cómo quiere evidenciarnos el autor.

Otro foco importante es la lucha de clases que desencadenan las mencionadas revoluciones —y más en un espacio de tiempo tan corto—: Los obreros, las fábricas, las exigencias de los mutualistas (que podríamos definir como pre-sindicalistas) y cómo estas corrientes de revolución social se hacen fuertes en lugares como Barcelona (ciudad que más adelante resaltaría en estos asuntos). También aquí hay que ver el control político, la manipulación de la información e incluso vislumbramos con cierta tristeza de lo que son capaces de hacer los servicios secretos gubernamentales para alterar las políticas de las naciones que quieren emanciparse.

Y también tenemos, como ocurre a menudo, la vieja lucha entre la razón y la religión. La razón del hombre representada por la Revolución francesa contra el misticismo religioso que tan bien encaja en las naciones monárquicas, cuyos regentes quieren parecer divinos. Pero siempre buscando aquella escalera de grises que tanto me gusta:

Él no sabe cómo era la religión católica de los franceses, pero el culto a la Razón que le ha sustituido es frío como un reloj y viscoso como la grasa de los engranajes. Porque todo lo que han levantado los jacobinos no ha sido para agrandar la figura de un rey, sino para hacerle ver a la gente que las máquinas son la cima de la creación y las personas no pueden aspirar a nada más que servirle las como los lacayos sirven a los señores de Londres.”

Todas estas ideas, personajes, confluyen, poco a poco, en una sola línea de acción en la que la mayoría de personajes se verán las caras. Desde Pawn, nuestro siervo inglés que es arrastrado en una misión que no entiende, a Valeria Valira (que por cierto tiende a hablar mucho consigo misma y hubiera agradecido que estos pensamientos se hubieran expresado en cursiva), barcelonesa que forma parte del cuerpo de espionaje de la Razón. Todos añadirán su granito de arena para construir esta ucronía y que resulte coherente.

Sin embargo, si algo me ha tambaleado un poco es alguna línea de acción del final de la novela que creo que quizá se resuelve de una forma un tanto ingenua o simple. Quizás hubiera esperado un acabado más sobrecogedor, y más después de que las maquiavélicas maquinaciones de unos y otros se esmeraran tanto en dar el golpe ganador sobre el tablero de ajedrez que fue la Europa occidental de principios del s. XIX.

Les causes invisibles, es pues, la primera novedad que nos presenta el nuevo sello de ciencia ficción en catalán, Spècula. Con una imagen retro absolutamente deliciosa y enfocada a publicar a autores autóctonos. Esperamos que sea el primero de muchos.

Eloi Puig,

10/10/2022

 

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