| 
             
              
              Kameron Hurley lo ha vuelto a  hacer: Nos ha sorprendido cuando menos lo esperábamos, nos ha fintado con una  delicada pero imprevisible maniobra y nos ha dejado asombrados mientras  intentábamos comprender las implicaciones de su nueva novela: La  brigada de luz. Sí, ya realizó algo semblante con Las estrellas son Legión: Partiendo de una premisa aparentemente  inocente, romper esquemas, saltar muros invisibles y traernos una obra fresca,  amena y con varias capas de lectura que es imposible que nos deje indiferentes  . 
            ¿Por qué afirmo que Hurley nos  trastoca las expectativas? Porque nos plantea una novela pero nos desarrolla  otra. Tratemos de explicarlo: Tenemos un futuro no muy lejano donde las  corporaciones dominan el planeta. Los estados, las naciones, han dejado de  existir. Las peores pesadillas del movimiento cyberpunk se han hecho realidad  (al menos en cuanto a la política) y la Tierra es el resultado de las guerras  internas entre estos conglomerados empresariales que no dudan a eliminar de la  competencia de la manera que sea. Tambien tenemos a otro jugador en este  tablero: Un planeta Marte más o menos colonizado y con humanos que han querido  huir del status quo que se vive en la  Tierra. Y naturalmente tenemos la guerra, la lucha que se libra desde que Marte  fundió la ciudad de Sao Paulo con dos millones de personas evaporados, o desde  que un trozo de la Luna fue también destruido por los marcianos. 
            Dietz es soldado de una de las  grandes corporaciones. Es de origen humilde; de hecho es carroña, que es como se denomina a las personas que no poseen la  Ciudadanía. El hecho de ingresar al ejército de manera voluntaria le  proporcionará este nuevo estatus. Sí, os suena, es normal. Estamos ante un  homenaje nada disimulado a Tropas del  espacio de Heinlein (incluso el  territorio elegido, el cono sur de Sudamérica, coincide con la novela). Como  decía, sí, tenemos unos primeros capítulos que también nos muestran las típicas  incidencias de los soldados rasos ante las pruebas exigidas por los  entrenamientos militares. Pero aquí es donde Hurley se separa drásticamente de  estos capítulos iniciales de obras como la mencionada anteriormente o por  ejemplo, la más recientemente, La vieja  Guardia de John Scalzi. ¿Y cómo  lo hace? Planteándonos un tipo de guerra que pocas veces antes alguien había  puesto sobre la mesa, como mucho, mirado de reojo, nos podríamos fijar en los  cuentos del gran Fritz Leiber en Crónicas del Gran Tiempo. 
            Estoy hablando de la  frustración de ciertos soldados cuando entran en batalla y cuando vuelven a la  base y no entienden el porqué están luchando o si el objetivo vale la pena.  Pero a diferencia de otros autores, Hurley utiliza un ingrediente perturbador y  claramente original como son los viajes en el tiempo; y los pone al servicio de  una reflexión antibelicista, ligada con movimientos de libertad del pueblo y en  contra del poder de las corporaciones (o de quien gobierne, no importa). 
            Dietz y los otros soldados son  enviados a la guerra de una manera un tanto inquietante: Se teletransportan,  saltan a otro espacio, se convierten en luz (de ahí el nombre de la brigada) y  aparecen donde los mandos deciden que deben hacer acto de presencia. Pero Dietz  percibe cosas que no son posibles, recibe inputs diferentes de la realidad en la que debería haber ido a parar y que podrían trastornar  a cualquier soldado. El miedo a licenciarse antes de tiempo prevalece por  encima de la lógica y esconde estas sensaciones hasta que descubre la verdad. 
            Kameron Hurley nos presenta  pues, una novela que denuncia de forma continuada los canales de propaganda  gubernamental y la manera con que la información que recibimos desde las altas  esferas se nos presenta para que hagamos lo que las élites desean que hagamos,  pensando que es idea nuestra: 
            "Me  di cuenta de que quizás no llegara a saber nunca qué había pasado realmente. La  guerra iba de aniquilar la verdad. Cualquier buen dictador o consejero delegado  lo sabe ". 
            Y más adelante: 
            "Era más fácil obedecer órdenes. Creerte mentiras sólo hace que todo sea... más fácil, cuando estas mentiras sostienen tu visión del mundo ". 
            La brigada luminosa es una  crítica nada sutil a las fuerzas del orden, a los conflictos innecesarios y  especialmente a la pobre voluntad del pueblo para romper con lo que no cree. 
            "Hemos dado la vida a las corporaciones a cambio de aire limpio, comida  limpia, infraestructuras, mierdas que hubiéramos podido hacer colectivamente  nosotros mismos. Nos olvidamos que la gente es el poder. Es por ello que se  esfuerzan tanto en controlarnos ". 
            Sin embargo, no olvidemos que  el formato de la novela es de acción, de inmersión en una brigada, en un  pelotón que lucha contra un enemigo a menudo invisible. La autora nos muestra  escenas de guerra que podrían estar extraídas de cualquiera de las muchas que  ha sufrido nuestro planeta en las últimas décadas. No rehuye este escenario  bélico (como sí ocurría con Tropas del espacio excepto en el  último capítulo). La brigada de luz es eminentemente una novela de acción pero  que se mueve subrepticiamente, a escondidas, tras un objetivo mucho más  interesante: El despertar conciencias contra el abuso y el poder que ostentan  unos pocos (llámales consejeros delegados, dictadores o reyes, que de eso  sabemos mucho por aquí). Si sólo estuviéramos analizando estos puntos,  podríamos pensar que la novela es interesante aunque no innovadora pero aquí es  donde Hurley nos rompe los esquemas al utilizar este elemento tan imprevisible  como son los viajes en el tiempo. Esto le da un empuje sobrenatural a la  novela, una fuerza incuestionable que nos permite entrar en el sentido de la  maravilla sin olvidar el mensaje mucho más terrenal que esconde esta aventura. 
            Una curiosidad que me hace  fruncir el ceño: La autora nos habla siempre de Dietz sin especificar su  género. No es que importe si es hombre o mujer pero a mí me gusta formarme una  imagen mental de los protagonistas y me ha costado mucho visualizar mentalmente  este personaje. También lo hizo de forma mucho más descarada (y tramposa) Ann Leckie en Justicia Auxiliar y me quedé con un mal sabor de boca. Aquí, Hurley  desvela finalmente el sexo de Dietz y realmente, como decía, no es para nada  importante, lo que me lleva a preguntarme el porqué de este experimento. Quizás  es una manera de recalcar el feminismo de la autora. No es que lo encuentre  mal; pero quizás era innecesario. 
            Alianza/ Editorial y el sello  Runas, pues, siguen apostando fuerte por la autora Kameron Hurley i demuestran  su buen olfato para acercarnos a una autora que se está consolidando con una de  las más revolucionarias voces femeninas dentro de la actual ciencia-ficción.  ¡Felicidades por el acierto! 
               
              Sea como sea, La brigada de Luz es una apuesta original y contundente que nos  ha llegado de forma directa en dos ediciones y eso me ha llamado mucho la  atención: Ha sido publicado en catalán y en castellano por diferentes  editoriales (Mai Més Llibres y Runas respectivamente) y en bastante poco margen  de tiempo. Un hecho casi extraordinario tratándose de ciencia ficción de plena  actualidad y que me lleva a pensar que poco a poco se pueda normalizar este  tema en Catalunya y recibir de una vez las  las traducciones en las dos  lenguas al mismo tiempo.. 
            Eloi Puig, 13/11/2019 
              
           |