No soy un gran entendido en la bibliografía de James Graham Ballard, pero siempre he tenido esa sensación de que es un autor más que respetado aunque sus obras quizás no han trascendido al igual que otras de su generación. Es posible que este respeto proviniera, obviamente, por su calidad literaria pero yo casi que me atrevería a decir que su capacidad especulativa y pesimista sobre el mundo del futuro arraigó bastante en las corrientes de la New Wave de la época convirtiendo con el tiempo con un autor de culto.

Hasta ahora no había tenido el placer de leer ninguna historia corta de Ballard. Vuelvo a recordar que mi experiencia es más bien escasa: Apenas dos novelas: El mundo sumergido y El mundo de cristal por tanto me ha cogido con muchas ganas descubrir su narrativa más breve. Avió en vol ras es una antología publicada a mediados de los años setenta cuando la mayoría de los éxitos del autor ya se estaban digiriendo por universidades o eran focos de atención entre los hippies de la época y es que Ballard saca lo mejor de sus historias en el mensaje que nos da y en su ambientación. No tanto con personajes o en tramas muy elaboradas.

Y la presente antología no es una excepción. De hecho, la mayoría de los cuentos podríamos enmarcarlos dentro de su ciclo de catástrofes (de entre las cuales están las dos novelas antes citadas) pues muchos de los cuentos toman como base este mundo futuro desangelado que va muriendo poco a poco y que no permite atisbar ningún revulsivo que lo reviva. Esto y los aviones, por supuesto. Ballard fue piloto de la RAF y los aviones, a menudo se presentan en sus obras (recuerdad El Imperio del Sol por ejemplo).

Pero todos estos aviones y cataclismos y esta pérdida de fe en la humanidad... y mucho más lo encontraréis perfectamente detallado en la magnífica introducción que nos hace Sebastià Roig tanto del autor, como de sus influencias catalanas a través del Empordà, como de sus pequeñas obsesiones como escritor. No os perdáis el prólogo “Benvinguts a EmpuriaBallard!”

"La ciutat darrera" de hecho no es un relato... podríamos categorizarlo como novela corta y es de largo, la historia de la que más hablaré en esta reseña pues me ha dado mucho material con la que pensar . En una era postecnológica buena parte de los habitantes de la Tierra han vuelto a los orígenes preindustriales y se refugian en lugares como Ciudad Jardín, un enclave de tendencias utópicas donde los ciudadanos son vegetarianos y donde se aprovechan los recursos limpios como la energía solar. Un pequeño universo de orden y respeto a la naturaleza.

Pero Halloway, nuestro protagonista, sueña involuntariamente en algo más. Su talante es el de un explorador despreocupado y cuando se estrella durante un vuelo de pruebas con un planeador al otro lado del canal de la Mancha visualiza la cara de la moneda que quizás todavía no conocía lo suficiente. El contraste de Ciudad jardín con la destrucción y con los escenarios abandonados de la gran ciudad, el símbolo de lo que la ciencia y la tecnología lograron no hace demasiados años.

Ballard con un lenguaje vivo e instigador nos acerca descripciones cuidadosas y algo poéticas de los restos del mundo industrial. Un estilo hipnótico que te atrapa en los paisajes post-apocalípticos que narra armoniosamente mientras Halloway camina, explora y poco a poco enciende la llama de su alma dormida.

Sin dejar de hacer crítica a nuestra dependencia del petróleo (hacía poco de la gran crisis de 1973) “No era que hubiera ningún tabú contra los motores de gasolina (...). Simplemente existía la noción tácita de que durante doscientos años el hombre protoindustrial había saqueado los recursos de la Tierra y estas reliquias eras recordatorios inoportunos de una desafortunada historia.” ...Ballard aborda la rebelión contra todo sistema impuesto aunque sea lógico o efectivo. En realidad nos prepara para estar siempre a la contra de lo que te retiene y no te deja exprimir la voluntad de conocer más.

Esta mirada de desprecio y paradójicamente de admiración por los artilugios mecánicos construidos por los hombres de s. XX es uno de los rasgos que más me han sorprendido del relato: La humanidad quiere borrar vínculos con el pasado desastroso pero no es del todo capaz. La ciudad muerta desprende una áurea de curiosidad en Halloway como persiguiendo una nostalgia que nunca ha sentido (él tiene 18 años y el colapso se produjo unos 25 años atrás). La curiosidad se torna deseo por recrear la vida de una ciudad, devolverla a la vida con electricidad, contemplarla de nuevo, aunque sea a medio gas y alejada del refugio donde creció que le comprimía el alma sin saberlo:

“Halloway había empezado a odiar las alfombras de flores, aquellas plantas trepadoras que amenazaban con estrangular la ciudad antes de que él pudiera liberarla.”

"La ciutat darrera", pues, es una fotografía sobre la esencia humana: Aquel equilibrio precario y quizás antinatural que todo individuo busca entre la paz y la tranquilidad y la efervescencia del progreso, de la excitación y del nervio. La paradoja entre una vida relajada y la fascinación por lo que somos capaces de realizar, aunque sea destruyendo nuestro entorno.

“En Ciudad jardín, cada prenda, cada lavadora y cada cocina de energía solar funcionaban siempre con perfección deprimente. En el raro caso de ni siquiera la menor avería, el diseñador se presentaba en la puerta tan rápido como su bicicleta podía llevarlo. En cambio, el emocionante funcionamiento de la metrópoli era andar por el corte de una navaja.

El siguiente relato de la recopilación es “Avió en vol ras” que da nombre a la antología y que me atrevería a decir que es el cuento más completo que encontraremos. Nos encontramos con un mundo en declive en el que la inmensa mayoría de los bebés nacen con malformaciones. Ballard retrata un Empordà vacío y resignado (como el resto del mundo) donde los supervivientes languidecen en colosales espacios abandonados, antiguos resortes vocacionales que permanecen inamovibles, como guardianes de hazañas pasadas en un paisaje triste e inerte. Judith Forrester está esperando a un bebé y el matrimonio tiene la esperanza de que éste será normal, un recién nacido que superará las mutaciones y se convertirá en una persona más de este nuevo sistema donde la población sufre por mantenerse pero que encara el futuro con todo el pesimismo del mundo.

Es una historia muy bien llevada, con una buena ambientación y con un mensaje que debería hacernos abrir los ojos. Tiene un aire de nostalgia y resignación pero también de esperanza en un nuevo futuro que apenas comienza, aunque no sea como se tenía previsto y que quizás podríamos resolver si amplíamos nuestra conservadora mirada. Todo se resume muy bien en esta sentencia:

"La distopía última es el interior de nuestra cabeza"

En cambio, "L’astronauta mort" es un relato más extraño. También se centra en una Tierra desganada, en la que los viajes espaciales son cosa del pasado. Los astronautas abandonados en el espacio van cayendo con sus naves poco a poco y la gente busca sus restos. Lo he encontrado interesante también por este sentido de desgaste, pero no se encuentra entre los mejores de la antología.

"El meu somni de volar a l’illa Wake" trata sobre una obsesión enfermiza de un ex-astronauta de volar a una remota isla del pacífico (poco más que un par de pistas de aterrizaje utilizadas durante la II Guerra Mundial) y de cómo quiere conseguirlo. Otro complejo turístico abandonado y sólo tres personajes solitarios y abatidos. Un ejemplo de la sencillez de las propuestas de Ballard que esta vez coquetean con la locura

"Después del licenciamiento decidió hacer su viaje de la vuelta al mundo, externamente a la isla Wake e internamente por los planetas de su mente".

Pero dejamos el catastrofismo y cambiamos de registro (pero sin olvidar el pesimismo innato en la sociedad humana) con ese gran cuento que es “La vida i la morta de Déu”. Un buen relato sobre la ambigüedad de la creencia en Dios cuando, a través de la ciencia, se descubre su existencia. Ballard retrata a una sociedad falsa e interesada, cómo cambia el mundo en pocas semanas reflejando la hipocresía humana y cómo puede volver a cambiar cuando las respuestas no son las esperadas. Un relato muy inteligente.

En “El major espectacle televisiu de la Tierra” tenemos un relato irónico sobre la manipulación de las grandes guerras históricas del pasado a través de las conexiones en directo que pueden hacer las televisiones gracias al viaje temporal. Una buena idea sobre esa máxima de 'todo por la audiencia'. Todo vale para agrandar el espectáculo. El relato no sostiene las especulaciones sobre cambios en el pasado pero es directo y divertido.

"Un lloc i un momento per morir" nos traslada a un relato bélico sobre dos hombres que miran la llegada del enemigo. Final un poco raro (si fuera el final fantástico que todos esperábamos sería mejor). Quizás me ha gustado más la forma que el contenido.

En cambio, “Els àngels dels satèl·lits de comunicacions” es una lectura que te atrapa desde el primer momento. Un periodista investiga qué se ha hecho con supuestos genios infantiles que han ido desapareciendo sin dejar rastro. Ballard nos engancha a una trama conspiranoica con un final altamente original. Muy bien.

Finalmente "Els assessinats de la platja" es una especie de ejercicio literario que se enfoca a tratar de descubrir el secreto en una trama de espionaje. ¿Un juego para el lector? No he podido entrar en ningún momento. Prefiero no opinar.

Avió en vol ras, pues, nos acerca a las manías Ballard y es un buen ejemplo de aquella ciencia ficción enérgica y crítica que podíamos encontrar en los años setenta. Muy recomendable para quienes busquen más preguntas que respuestas y más ambientación y literatura que tramas emocionantes.

Eloi Puig
12/03/2023