A veces hay que mantener la cabeza fría a la hora de ponerse a escribir una reseña. Y a veces no. He querido empezar esta reseña varias veces pero nunca sabía cómo ponerme ello dado que es una lectura compleja y de la que no siempre se detecta rápidamente su calidad que al menos por ahora le ha proporcionado -por ejemplo- las nominaciopnes a los premios Hugo y Nebula a la mejor novela corta. Así que he ido al grano y me he puesto a releer lo que escribí en el tuit que hice inmediatamente después de cerrar su última página. Esta (traduzco):
"Intentando procesar las sensaciones que me ha dejado "Axí es perd la guerra del temps”. Original, barroca, poética, imprecisa, apasionada, surrealista. Un embrollo que va de menos a más. No deja indiferente "
Y a partir de ahí la cosa ha ido más rodada. Pero antes de analizar este cúmulo de adjetivos medio contradictorios que mi cabeza espesa dictó el teclado del móvil, hay que empezar por el principio. Y es que lo primero que pensé cuando leí la sinopsis de la novela fue con el gran Fritz Leiber. Quizás para muchos de vosotros no significa demasiado este nombre pero yo lo he considerado siempre un grandísimo autor, imaginativo, efectivo... y a veces quizás un poco anárquico, pero indudablemente uno de los grandes. Ya en 1964, Leiber escribió Crónicas del gran Tiempo, un fix-up de relatos que complementaban su novela El gran Tiempo. En estos breves cuentos describía una guerra interminable y temporal entre dos facciones (las serpientes y las repugnantes arañas) que luchaban a través de agentes del tiempo para controlar la galaxia.
Desconozco si Amal El- Mohtar y Max Gladstone, los autores de Així es perd la guerra del temps se inspiraron en la obra de Leiber o no pero el hecho es que esta pareja de autores ha ido un poco más lejos y nos ha proporcionado lo que decía al principio: una lectura original, barroca, imprecisa, apasionada y surrealista.
El tema de la originalidad —dejando de lado la referencia que acabo de hacer a las serpientes y las enfermizas arañas de Leiber— se transmite por la estructura con que los autores nos presentan a las dos protagonistas: Roja y Azul, dos agentes que se infiltran a través del tiempo y por los numerosos hilos paralelos para sabotear las acciones de la otra, para intentar influenciar —aunque sea brevemente— puntos concretos de la historia y que estos, poco a poco, puedan evolucionar y favorecer a una u otra facción. Mohtar y Gladstone nos presentan capítulos muy breves, describiendo a veces el final de una batalla en un planeta lejano, o resumiendo los años que una agente ha pasado junto a un conquistador mongol... para a continuación mostrarnos las cartas que se van dejando, escondidas pero visibles, Azul y Roja.
Porque lo que empieza como un enfrentamiento dialectal y unos retos al orgullo a través de pequeñas burlas para la rival se va convirtiendo en una peculiar historia de amor entre dos iguales que luchan en una guerra interminable por el tiempo y el espacio. No diréis que esto no es romántico. Roja pertenece a una sociedad futura llamada la Agencia que podríamos definir como una especie de utopía cyberpunk donde la tecnología está integrada a la perfección dentro de los cuerpos de los humanos y donde el automatismo gestiona las vidas de quienes la habitan. Por el contrario, Azul, es miembro del Jardín, que como su nombre indica es una especie de macro-organismo vivo que parece poseer una sola mente colectiva. ¿Un borg naturista? - perdonad el chiste, demasiado café-. No importa, las dos estructuras de futuros distantes no pueden sobrevivir juntas porque se excluyen mutuamente, sus bases evolutivas intrínsecas son antónimas. Sólo una debe ganar en esta eterna lucha por imponer su orden utópico. En este punto, sí que he echado de menos mínimamente una explicación del porqué no pueden evolucionar, por ejemplo, en líneas temporales diferentes.
He afirmado también que la lectura es barroca, poética o incluso surrealista. Sí, los autores no pretenden detallarnos unas luchas concretas o mostrarnos escenas de duelo y horror; prefieren soltarse por una inspiración de marcados aires líricos —especialmente en las cartas que se escriben las dos protagonistas— para dejar constancia de un lenguaje a menudo retorcido, lleno de pasión, incluso cursi en muchos momentos, que contrasta con la cruda realidad de los actos que ocurren en los hilos temporales que las agentes pretenden manipular: Asesinatos, guerras, genocidios etc... y esto al principio sorprende; hasta que no nos dejamos ir nosotros mismos para absorber esta poética sin preocuparnos de si entendemos qué están haciendo las agentes, no empezamos a disfrutar de la obra pues ésta persigue más una idea, un pasión, un sentimiento, que no ser racional y explicar el porqué de las cosas. Un ejemplo (traducido por mi mismo)
"Quiero ser un cuerpo para ti.
Quiero perseguirte, encontrarte; quiero ser burlada, provocada y adorada; quiero salir derrotada y victoriosa: Quiero que me cortes, que me afiles. Quiero tomar té a tu lado dentro de diez años o dentro de mil. En un planeta lejano, Céfalo, crecen flores, y estas flores se abren una vez cada siglo, cuando la estrella viva y su agujero negro binario entran en conjunción. Te quiero preparar un ramo, con flores cosechadas a lo largo de ocho mil años, para que puedas repasar todo nuestro compromiso".
También menciono que la obra es imprecisa. Cierto, y este acto está, obviamente, premeditado: Los saltos temporales al pasado o al futuro, las nuevas creaciones de realidades en universos paralelos, las mil y una formas de manipular estas existencias y cambiar cientos de mañanas posibles no importan. Este fantástico fragmento lo ilustra perfectamente:
"Es rápida y salvaje, y a diferencia de sus perseguidores, a ella no le importa no encontrar el camino para volver a casa. Salta de hilo en hilo. A su alrededor, florecen y se descomponen ciudades. Mueren estrellas. Cambian de lugar continentes. Todo empieza y todo fracasa. "
Los autores dejan abierta una puerta a nuestra imaginación tanto por los hechos descritos en el pasado que podrían resultar trascendentes, con personajes históricos como Julio César o Gengis Khan, a otros que no reconocemos o que incluso nos pueden parecer míticos— en nuestra propia realidad— como por ejemplo la leyenda de la Atlántida. Las descripciones, pues, de estos escenarios, a menudo se hacen de forma imprecisa y en algunos momentos, especialmente ubicados en otros mundos o en futuros improbables, la prosa de los autores coge un marcado acento surrealista. Pero nada de esto nos afecta, señoras y señores, que la intención de los autores es que disfrutemos de un sentido de la maravilla más cercano a Ray Bradbury, poético, improbable y entusiasta que a un espectáculo de ciencia ficción hard. Por no saber, no conocemos en ningún momento cómo funcionan los saltos en el tiempo. No es necesario.
Puede parecer a medida que empezamos a leer que no hay establecida una dirección clara y que nuestras agentes, Roja y Azul, juegan a componer una historia de amor y confundirnos cada vez más en donde esconden sus líneas de afecto. Pero poco a poco, la trama se va cohesionando y en el último tercio de la novela entramos en aspectos más firmes y que nos cautivan de manera más directa. Vamos, que la novela nos engancha a medida que avanza. Esta te va atrapando sutilmente como si alguien (¿Tal vez una agente temporal?) hubiera plantado una semilla con instrucciones de carga lenta en los primeros capítulos y esta no floreciese hasta el final. — ahora estoy imitando de forma burda el estilo de los autores, lo sé—
La novela no deja de ser también una crítica a los conflictos, especialmente interminables, donde las causas del origen a menudo se pierden en el pasado (o futuro) remoto. El hecho de combatir sin descanso, manipular, transgredir el tiempo, el espacio y los universos abruma y deja a esta guerra infinita como un razón más de la propia existencia. Dentro de la futilidad de todo encuentran un camino a seguir que sólo se sostiene por su propio peso.
"(...) Gana una batalla, pierde otra, estrangula un viejo malvado en la bañera de su ático en un rascacielos, y todo lo encuentra vacío porque lo es: la guerra que libran a través del tiempo, ¿Qué ventaja duradera obtienen asesinando fantasmas que, con un pequeño cambio de hilos, volverán a la vida o vivirán vidas diferentes en que no encontrarán nunca el corte del verdugo? El asesinato es una tarea repetitiva. Mata pequeños monstruos y vuélvelos a matar, como las malas hierbas ":
Quizás no es una novela apta para todos los gustos; a veces requiere un poco más de inmersión de lo normal por parte del lector. Tal vez su imprecisión no gustará a otros, pero creo que es una apuesta muy interesante a tener en cuenta que retuerce —una vez más— las tramas de viajes en el tiempo y especialmente la manera de ponerlas en escena. Su originalidad apoyada con aquella agilidad de saltos mágicos y poéticos y a veces envuelta en una neblina sorprendente y surrealista nos acabará fascinando.
Eloi Puig
23/04/2020
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