Está claro que si de algo sirvió la terrible pandemia que todos recordáis es porqué mientras quedábamos recluidos en casa los creadores tuvieran tiempo de generar nuevos contenidos, fueran literarios, audiovisuales o de cualquier otro tipo, y también de inspirar nuevas ideas y tramas por un subgénero de la ciencia ficción, el catastrofista, que de repente había pasado a ser real.
Parece que el hecho de que la gente tuviera que quedarse encerrada en su casa durante aquella primavera del 2020 espoleó la mente de Jordi de Manuel para imaginar otro tipo de pandemia... esta vez, a la inversa de la real: Una enfermedad que afectaba al interior de los espacios cerrados, en las casas, pisos, tiendas, almacenes... y provoca que la sociedad tuviera que vivir fuera de estos espacios... en la calle, intentado mantener —eso sí— una distancia prudencial.
Esta es la premisa de Àcars, la nueva novela de Jordi de Manuel, una historia catastrofista con un planteamiento brillante, con una estructura notable y una ejecución más que eficiente. Estamos en el año 2037 y en los días y semanas previos a la Noche de San Juan una microscópica plaga se ha ido apoderando de los hogares catalanes... desde la Catalunya Nord hasta llegar a la ciudad de Barcelona. Unos ácaros microscópicos que se infiltran en el cuerpo humano por las mucosas o las uñas y que en pocas horas se convierten en mortales. Y claro, estos arácnidos asquerosos viven en libros, colchones, ropa, almohadas o animales de compañía y no los podemos ver ni detectar. La única solución —provisional— es marcharse de los lugares donde se reproducen e intentar mantener una distancia de seguridad con otras personas.
De Manuel nos lleva, pues, directamente a esta Noche de San Juan, con las calles de Barcelona inundadas por gente que debe salir de casa por un decreto nacional que la República ha emitido. Empieza la Operación Fahrenheit que consiste en tratar de limpiar los hogares de cualquier lugar donde puedan desarrollarse los ácaros. Por el momento no parece que las nuevas tecnologías puedan ayudar en ese aspecto. En 2037, ya cuentan con robots de todo tipo: Robots barrenderos, Androides de carácter asistencial... pero la ciencia biológica no parece tan desarrollada y sólo tenía experiencia previa en la gran plaga del COVID-19 de dos décadas atrás. Esto es nuevo completamente. Y no hay demasiado tiempo.
La catástrofe se ha visto venir en pocas semanas y no ha habido tiempo suficiente para preparar a la población psicológicamente el hecho de tener que dejar sus hogares y de desconocer que puede depararles el futuro. Brillante, como decía, una idea estimulante que nos hace especular mentalmente qué haríamos nosotros en una situación similar y también intentar atisbar en qué se podría convertir una sociedad que de repente es privada de los servicios más básicos, de cómo los habitantes de la ciudad más poblada de la República Catalana se comportarán ante unos hechos tan trágicos que provocan miles de muertes y que dirigen a la ciudadanía a la que parece una catástrofe absoluta.
Y la forma en que Jordi de Manuel estructura esta historia es muy interesante: A través de capítulos que enfocan la mirada a personajes anónimos de la ciudad. Desde familias con niños, a vagabundos, científicos o bomberos por poner algunos ejemplos. Cada episodio nos muestra una rendija de lo que ocurre la noche de San Juan (y en la segunda parte de la novela, los días posteriores) a través de las vivencias estas personas. Una visión coral que describe todo tipo de situaciones lógicas y esperables de la tragedia en que se está convirtiendo vivir en Barcelona.
Por ejemplo, tenemos capítulos en los que los bomberos ejecutan las cremaciones de materiales susceptibles de llevar ácaros, mientras un público deshecho contempla cómo sus pertenencias se destruyen. Tenemos también la visión más alejada de una joven vagabunda y su perro que acaba de aterrizar en la realidad después de pasar largas temporadas viviendo en el bosque o dramas muy personales como los que viven un par de ancianos en el capítulo Coets (uno de los mejores) y que exploran momentos muy intensos.
Los personajes, a menudo, se asoman de forma secundaria en otros capítulos y los vemos de refilón mientras la acción se conduce por otros senderos y eso nos anima porqué los reconocimiento de otros escenarios y nos sentimos un poco más cerca de ellos .
Como comentaba, en la segunda parte de la novela vemos las consecuencias de días y días en los que la nueva realidad se ha impuesto y empiezan a faltar comida y agua. Los primeros robos, las primeras incursiones fuera de la ciudad para intentar encontrar alimento en el campo, en el bosque, donde sea... los primeros asesinatos y momentos de tensión y también los primeros indicios de que la pandemia también puede servir de forma egoísta a personas que lo aprovechan para dañar, para hacer lo que nunca se habían atrevido a hacer antes.
Jordi de Manuel escribe estas historias de forma muy fluida y como comentaba, ejecuta sus ideas de forma muy lógica y coherente. Quizás, sin embargo, la prosa me ha parecido algo fría, muy concisa, funcional...llega perfectamente a todo el mundo, pues describe situaciones de forma esmerada pero carente quizá de cierta emoción en la mayoría de los capítulos. También podría ser que el autor quisiera relatar unos hechos de forma más quirúrgica y expresamente se alejara de un texto más emotivo.
A destacar también el último capítulo, titulado “Marlowe” que ya había leído previamente como relato independiente en la recopilación especial El fill petit perd el seu vaixell cap a les croades i altres textos. Este capítulo es la parte de la novela en la que me he sentido más cómodo y es que este punto final tiene otro tono, tanto en la prosa como en intenciones. No le encuentro aquella distancia formal en la narrativa y en cambio aquí, en una ambientación que ha pasado a la fase post-apocalíptica y que como comentaba en su momento está narrada de forma más visceral, nos llega más profundamente por lo que parece que el hambre, la sed y la falta de esperanza se te introduzca en los huesos.
Un buen final, por cierto, pero quizá le he echado de menos más capítulos en la novela. Àcars, a través de su estructura toca muchos flancos, nos muestra varios intereses y situaciones pero todavía hubiésemos podido encontrar más. No me quejo: Jordi de Manuel ha escrito una novela coherente y sobre todo eficiente pero eso no quita que quiera más ¿no?
Eloi Puig
05/11/2024
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