2001: Una novela y una película

Josep Cuèllar (2007)

Es una obviedad, pero conviene recordarlo: 2001, una odisea del espacio, es una novela y es una película. Que, además, se realizaron en un largo periodo de cuatro años (1964-1968), de forma paralela y simultánea, pero no siempre sincronizada.

Hasta a finales del año 1964, Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke trabajaron codo con codo en el esquema argumental de la película. Pero a partir de aquí, novela y película siguieron un camino bastante más autónomo. Entre otras cosas, porque Clarke volvió a Sri Lanka, su patria de adopción, donde acabó el texto, mientras que Kubrick, ya instalado en Londres, se hacía cargo del largo y complicado proceso de rodaje del film. Eso dio lugar a que, como explica el propio Clarke, hubiera flujos de información en los dos sentidos, y que a menudo tuviera que revisar el manuscrito después de haber visto primeras copias de escenas basadas en una versión anterior de la historia. No es extraño, pues, que haya diferencias sustanciales entre la narración escrita y la de la pantalla. Nosotros las hemos dividido en tres apartados: diferencias de naturaleza técnica, de naturaleza artística y de tipo puramente anecdótico.

1) DIFERENCIAS DE NATURALEZA TÉCNICA

A nivel técnico, la realización de 2001 fue difícil y complicada. En parte, por las dificultades objetivas de llevar a cabo una empresa que implicaba la intervención de un gran número de especialistas en materias muy diferentes: iluminación, efectos especiales, vestuario, asesoramiento científico, diseño ... En parte también por la personalidad de su director, Stanley Kubrick, un egocéntrico obseso del perfeccionismo, para el cual no existía la palabra "imposible". En este sentido, resulta apasionante y muy recomendable la lectura del capítulo 12 de la biografía que sobre el director escribió John Baxter (1). Vemos a un personaje excéntrico y genial dirigiendo una aparente caótica función con una autoridad y claridad de ideas impresionante.

De todos modos, aunque Kubrick rechazaba un "no" a cualquier propuesta suya, algunos aspectos de la película se tuvieron que modificar por razones puramente técnicas. Hemos escogido dos que creemos quizás los más significativos:

Júpiter y Saturno

Arthur Clarke localiza los hechos centrales de la novela (el encuentro con el monolito) en la órbita de Saturno; Kubrick, los sitúa en la órbita de Júpiter.

No es casual ni sorprendente que Clarke escogiera el planeta de los anillos. Saturno ha sido desde siempre una debilidad especial para este autor británico, y encontraríamos numerosas pruebas leyendo su obra. ¿Por qué, pues, se cambió la localización?


El propio Clarke deja entender que fue por la voluntad de Kubrick de hacer más comprensible el argumento. En la novela, la nave Discovery atraviesa la órbita de Júpiter en dirección a Saturno, y los dos planetas tienen un protagonismo similar. Eso podría generar confusión entre los espectadores.

De todos modos, la explicación es más elemental y sencilla: se trataba de un simple problema técnico. Los encargados de la parte artística de la película no encontraron la forma de reflejar adecuadamente los anillos de Saturno, y se optó por la solución más fácil: cambiar de sistema planetario. Hay que reconocer, sin embargo, que el cambio no afectaba en nada al planteamiento de fondo de la obra.

El monolito
Es indiscutible que, dejando de lado el superordenador HAL 9000, el elemento más característico y emblemático de 2001 es el monolito, hasta el punto que se lo puede considerar como un icono de la cultura popular del siglo XX.

El monolito de 2001 (como, de hecho, toda la obra) tiene su origen en el relato "The sentinel", que Arthur Clarke escribió el año 1948. En aquella narración, sin embargo, más que de un monolito, se trataba de una estructura traslúcida, más o menos piramidal, y que estaba encajada en la roca como una joya gigantesca.

En la novela, Clarke describe el mismo monolito encontrado en la Luna de una forma absolutamente opuesta: como una losa vertical de un material completamente negro, tan negro que parecía que se hubiera tragado la luz (2). Y si la película siguió esta segunda definición, fue por razones exclusivamente de orden técnico. Según explica John Baxter en su biografía, la idea inicial de un tetraedro negro, demasiado parecido a una pirámide, se sustituyó por un cubo transparente, y más tarde por una simple piedra negra cortada en grafito aseado, y el motivo de este segundo cambio era muy elemental: no se había podido obtener plexiglás con la pureza necesaria (3).

Curiosamente, en la novela, el monolito que aparece a la Tierra ante una tribu de homínidos tres millones de años antes sí resulta ser completamente transparente (4).

2) DIFERENCIAS DE NATURALEZA ARTÍSTICA

Son sin duda las más numerosas y las más importantes. Stanley Kubrick no era obviamente un simple artesano encargado de trasladar a la pantalla un texto literario o un guión cinematográfico. Era un artista, un creador. Para muchos, también un genio. En cualquier caso, un hombre con una fuerte personalidad, con ideas propias y con una voluntad clara de imprimir en la película su sello personal. Y a fe que lo consiguió ...
La mayor parte de las diferencias artísticas entre novela y película responden a la idea que fue adoptando Kubrick durante el rodaje sobre el significado que tenía que tener su obra. En un principio, el planteamiento era semidocumental. Se quería que una serie de expertos hablaran sobre la posibilidad de vida extraterrestre y sobre los viajes espaciales. A partir de aquí, vendría una segunda parte donde se desarrollaría la vertiente propiamente dramática de la película.

Pero todo este planteamiento se vio profundamente alterado a lo largo de la filmación. Cada vez más, Kubrick se inclinaba para hacer una obra poética, que fuera dirigida más a las emociones y a las sensaciones que al cerebro y a la razón. Aunque eso supusiera crear una cierta confusión en el espectador. Él mismo dijo que 2001 no aspiraba a la categoría de novela de ciencia-ficción, sino a la de música.

Además, y por si fuera poco, en el montaje final de la película se eliminaron muchas escenas esenciales para una adecuada comprensión del argumento. En este sentido, es todavía más recomendable leer la novela de Clarke. Porque, como dice A. Munné-Jordà, escritor y estudioso de la ciencia-ficción, "aquello que el film muestra, la novela lo explica” (5)

Y es que, fiel a su vocación de novelista científico, a Clarke le gusta dejar las cosas claras y bien razonadas.

HAL
Eso es especialmente visible en el caso de HAL 9000, el superordenador que se convierte en uno de los personajes más carismáticos de la obra. Un ordenador avanzadísimo capaz de experimentar emociones casi humanas y que, en un momento dado, se vuelve loco y asesina a la mayor parte de la tripulación de la nave Discovery. ¿Por qué?

Si nos limitamos a la película, es casi imposible de aclarar. Hay una conversación entre HAL y el astronauta Dave Bowman que puede dar algunas pistas. El ordenador le pregunta si tiene conocimiento de los rumores sobre un monolito que se ha encontrado en la Luna y que precipitó la salida de la expedición. Pero Bowman supone que HAL está elaborando simplemente un informe psicológico rutinario. Y aquí acaba la historia. Si queremos saber más, tenemos que ir a la novela. Y Clarke lo explica muy bien en el capítulo 27. En esencia, es eso:

HAL sufre de estrés informático, provocado por una contradicción terrible en su interior entre dos órdenes que ha recibido y que resultan opuestas. Lo han programado para comandar un viaje a Júpiter para averiguar de donde proviene una misteriosa señal que se ha disparado al desenterrar un monolito en Luna, y que parece claramente de origen extraterrestre. Pero no puede revelar esta misión a ninguno de los pasajeros humanos de la nave. Tampoco les puede mentir, lo han programado para no hacerlo. Cuando se plantea el conflicto, intentará acabar con la tripulación, y el único superviviente humano tendrá que desconectarlo. En este momento, vuelve a aparecer el componente humano de HAL, que ruega una y otra vez que no lo desconecten porque eso significa su muerte.

De hecho, todo el segmento central de la película, donde el superordenador se convierte en el principal protagonista, presenta numerosas diferencias con la novela:

-En el film, el encargado de salir al exterior de la nave para comprobar el aparato que presumiblemente no funciona correctamente (eso es lo que HAL les quiere hacer creer) es el jefe de la expedición, Dave Bowman. En la segunda ocasión, sale al exterior el otro miembro de la tripulación, Frank Poole. Es entonces cuando el ordenador provoca su muerte.

En la novela, en cambio, quien sale en las dos ocasiones a hacer la excursión espacial es el mismo Poole. Bowman permanece siempre en la nave, observando los acontecimientos a distancia.

-En el libro de Clarke, sustituyen la pieza que no funciona por una nueva. Cuando resulta que ésta segunda tampoco funciona, Poole vuelve a salir para instalar una tercera.

Kubrick lo enfoca de una manera diferente: Bowman sale primero a cambiar la pieza que parece estropeada por una nueva, y cuando comprueban que en realidad la vieja no tiene ningún defecto, sale Poole para volver a instalarla.

Estas diferencias pueden parecer anecdóticas, pero no lo es tanto un hecho que tiene lugar exclusivamente en la película. Con el fin de decidir privadamente, sin la presencia de HAL, qué harán con el superordenador que parece que se ha vuelto loco, Bowman y Poole se reúnen en una cápsula en el interior de la nave. Pero HAL, aunque no los puede oir, lee sus labios y de esta manera se entera de que los dos pasajeros humanos de la Discovery quieren desconectarlo, dándole tiempo a adelantarse a su jugada.

En esta escena se ha querido ver una advertencia de Kubrick sobre el peligro que puede comportar para el hombre el dominio y el control de las máquinas, tal como señala Juan Carlos Polo en su libro Stanley Kubrick (6). En cualquier caso, es significativo que Clarke, siempre mucho más optimista sobre el futuro tecnológico, no incluya la escena dentro de su novela.

También presenta diferencias notables la forma de plantear el clímax que se produce después de que HAL haya asesinado a Poole y Bowman se quede solo con el ordenador en la nave. Esta parte es sin duda una de las más intensas, épicas y fascinantes tanto de la película como de la novela. Es muy recomendable hacer una comparación. Es la constatación de que los autores de 2001 eran dos grandes genios, cada uno en su papel, capaces de dar dos versiones diferentes pero igualmente magistrales de una misma idea.

En la novela, Clarke localiza toda la tensión en el interior de la nave. Una vez muerto Poole, HAL, con el objetivo de hacer fracasar la misión, abre las puertas de la nave provocando una terrible descompresión. También elimina a los tres pasajeros que viajaban hibernados. Bowman tiene que hacer frente a una situación desesperada, sin oxígeno, sin luz, con un huracán que sopla dentro de la nave ... hasta llegar a la cámara donde está el cerebro del primer asesino cibernético de la historia y conseguir desactivarlo.

Kubrick lo enfoca de otra manera. Cuando ve que su amigo ha salido disparado hacia el espacio, Bowman sale a rescatarlo, pero sin éxito. Cuando vuelve a la nave, HAL no lo deja entrar y se ve obligado a acceder por una escotilla de emergencia. Después desconecta a HAL en una de las escenas más impresionantes de la película y que recomiendo de manera especial. Si el lector de este trabajo, aficionado ocasional a la ciencia-ficción, no se ve con ánimo de aguantar los 141 minutos que dura la película, que al menos saboree esta escena magistral.

Precisamente en esta escena se pone de manifiesto otra diferencia que puede parecer también anecdótica o trivial y que no lo es nada. Cuando desconectan a HAL, éste hace noticia de la fecha de su nacimiento. En la novela de Clarke es el 12 de enero de 1997; en la película de Kubrick es cinco años antes, el 12 de enero de 1992. ¿Por qué?

Bien, pues, el director americano cambió la fecha porque quería dramatizar los hechos. Desconectar (matar) un ordenador de 9 años le parecía más cruel y trágico que hacerlo con uno de 4 años. Pero Clarke tenía razón. Porque, como muy bien sabemos, un ordenador de 9 años hoy día se considera viejo y, por lo tanto, difícilmente se podía convertir en el cerebro de una misión tan trascendental como la que nos relata 2001, una odisea del espacio.

El secreto
Cuando Bowman se queda completamente solo en la nave a millones de kilómetros de la Tierra, le informan finalmente del objetivo de su misión, que hasta aquel momento le habían escondido. El encargado de hacerlo es Heywood Floyd. En la novela lo hace en directo desde la Tierra; en la película, es a través de una grabación que se encontraba archivada en la propia nave.

En este mensaje hay otra diferencia notable: Floyd dice que el monolito encontrado en la Luna tiene cuatro millones de años de antigüedad, en vez de los tres millones que indicaba la novela. De todos modos, de acuerdo con las más recientes investigaciones en el campo de la paleontología, esta diferencia no parece revestir excesiva importancia en aquello que afecta al argumento de la obra.

Según lo que se conoce hoy día, hace entre tres y cuatro millones de años nuestros antepasados se encontraban en la fase evolutiva conocida como de los australopitecus. Los homínidos que aparecen a la primera parte de la obra serían, pues, unos australopitecus. Más concretamente unos australopitecus afarensis. Y eso, tanto si damos la razón a Clarke en la datación como si la damos a Kubrick.

Viaje alucinante

La última parte de 2001 es una de las más fascinantes, sorprendentes y misteriosas de esta gran obra de la ciencia-ficción del siglo XX. En la película se encabeza con el título Júpiter y más allá, el infinito. En la novela corresponde básicamente al capítulo 6, titulado Por la puerta de las estrellas.

David Bowman acaba su misión y entra en contacto con el monolito situado a la órbita de Saturno (o de Júpiter, en el caso de la película), transformándose en un nuevo ser, una nueva etapa en el proceso de evolución de la Humanidad. Es el Niño Estelar.

Pero antes de llegar a este desenlace final, Bowman vivirá una experiencia increíble, un viaje alucinante a través del espacio y el tiempo, un recorrido fantástico por planetas y estrellas situados en los lugares más alejados de la Galaxia.

A nivel técnico, ésta fue una de las partes más complicadas a la hora de hacer la película. Fue el gran momento de los efectos especiales. De hecho, 2001 sólo consiguió un Óscar, y fue justamente por los efectos especiales.

En este apartado participaron cinco técnicos, contando el propio Kubrick, director del film. Y se pasaron casi un año para completar todos los efectos visuales.

Pero el responsable único de esta parte final con el viaje alucinante de David Bowman fue Douglas Trumbull. Su idea era crear una sensación de caída muy acelerada por una especie de corredor de anchura infinita, entre paredes adornadas con dibujos de luz. Se quería crear un efecto que provocara más mareo que cualquier montaña rusa. Y a fe que lo consiguieron. Ver estos minutos finales de 2001 se convirtió en una experiencia psicodélica, alucinógena. Hasta el punto que se explica que cuando llegaba este momento de la película, la gente se acercaba hacia las primeras hileras de la sala para obtener un efecto todavía más acentuado del vértigo que provocaban las imágenes (recordemos que se estrenó el año 1968, en plena efervescencia del movimiento hippy).

En cualquier caso, el hecho incuestionable es que este fragmento de la película (y, en realidad, toda ella) va más dirigido a los sentidos que a la mente. Es básicamente una experiencia sensorial.

En cambio, la novela de Clarke plantea el viaje final de David Bowman también como un hecho prodigioso, pero al mismo tiempo como una experiencia intelectual. Una lección de astronomía. Delante de los ojos del lector, desfilan cúmulos globulares, gigantes rojas, enanas blancas y regiones remotas de la Galaxia. Todo con el habitual rigurosidad de este autor británico, aunque esté en un marco fantástico como es el viaje de Bowman.

El niño estelar
Bowman transformado en el Niño Estelar. Ésta es la última imagen de la película de Kubrick.

Pero Clarke fue un poco más allá. El nuevo Bowman se encamina hacia la Tierra y, sólo llegar, hace estallar un anillo de bombas atómicas situadas en la órbita de nuestro planeta. En una primera versión de la película también aparecía esta escena final, pero el director la eliminó a última hora en el montaje definitivo del film, como lo hizo con tantas otras.

3) DIFERENCIAS DE TIPO ANECDOTICO

Hay muchas. Destaquemos dos.

Una de las más curiosas es el hecho de que Kubrick cambió el nombre de uno de los tres personajes (o no personajes, porque su papel es inexistente) que viajan en hibernación en la nave Discovery.

En la novela de Clarke, los tres silenciosos pasajeros se llaman Whitehead, Kaminski y Hunter. En la película, desaparece Whitehead, que es sustituido por Jack Kimball.

Una de las diferencias más simpáticas es sin duda la aparición de una niña de cinco años que representa a la hija de Heywood Floyd, y que habla en videoconferencia con su padre cuando éste se encuentra a la Estación Espacial 1 que hace una escala camino de la Luna. Es una de las escenas más emotivas desde el punto de vista humano de una película muy fría con respecto a las relaciones personales. Y todavía más entrañable es el hecho de que esta jovencita actriz fuera la hija del director, Vivian Kubrick.

En este sentido, paradójicamente, el texto de Clarke es más impersonal porque, en la misma escena, Floyd se limita a llamar a su secretaria para darle una serie de encargos.

Notas bibliográficas:

(1) Stanley Kubrick. Biografia, T & B Editores, Madrid, 1999
(2) 2001, una odissea de l’espai, Proa, 2000, pags.106-107
(3) Ídem. Pág. 214
(4) Ídem Pág. 44
(5) Artículo en el semanario “El temps” del 14-7-1997.
(6) Stanley Kubrick, Ediciones JC, 1999, Madrid, pags.113-114

Traducción del catalán

Publicado originalmente en JcFicció

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