Pícnic a la luz de la luna
TERROR SOBRENATURAL
 
     
 
 
 
 

PÍCNIC A LA
LUZ DE LA LUNA

Midnight picnic
(2008)

Nick Antosca

Editorial:
Orciny press
(2017)

Traductor:
Hugo Camacho


Colección:
Tar

Núm:
08

Páginas:
210

 
     
Pícnic a la luz de la luna

Dice la señora wikipedia que los premios Shirley Jackson son unos galardones dedicados al suspense psicológico, el horror y la fantasía oscura. Sí, he tenido que buscar por la red a la qué se dedicaban estos galardones pues el terror no es mi fuerte y me falta muchísimo por aprender al respecto. El hecho que de este prestigioso premio sólo se hayan traducido un puñado de novelas es algo extraño: De hace unos años encontramos El terror de Dan Simmons (que por cierto está a punto se ser llevado a la pequeña pantalla), y más recientemente también títulos como Broken Monsters de Lauren Beukes o la incomprensible Aniquilación de Jeff Vandermeer (a punto de estrenar una adaptación al cine también). Pero para solucionar este escaso interés de las editoriales del país en todo lo inquietante y oscuro que nos pueden ofrecer dichos premios tenemos a Orciny Press que nos presenta la novela corta ganadora del 2009: Picnic a la luz de la luna.

Y si podemos definir de una manera breve y esquemática a la novela de Nick Antosca es de inquietante, de tensa y muy oscura (no tiene nada que ver a que la acción transcurra siempre de noche, ya nos entendemos). El autor construyó una novela algo extraña que rodea a Bran, el protagonista absoluto. Un personaje aparentemente normal que de repente se ve inmerso en una pesadilla surrealista. El autor nos prepara una primera parte de la novela excepcional, con ingredientes que tejen una sensación de inquietud y te ponen la piel de gallina. Bran llega de noche a casa y atropella sin querer a una perra. Hace lo posible para intentar rematarla (para que no sufra) pero no es capaz. Al día siguiente conocemos a otros personajes extraños: Marian, la vecina depresiva y especialmente Adam, un niño de seis años que tiene mucho que explicar .... de su pasado. Son todos personajes solitarios, perdidos que buscan el contacto, el refugio de otra alma humana para sentirse bien. Incluso Bran parece perdido en el mundo que le ha tocado vivir.

Esta primera parte de la novela nos reporta flashbacks pretéritos, algunos narrados de forma sublime porque ya sabemos cómo acabarán pero que nos trastornan igualmente. Bran descubrirá un hecho insólito y totalmente alejado de lo que entendemos como nuestra realidad. Un hecho macabro que tiene relación con el Adam, el niño que lo visita en su habitación.

Pero una vez desvelado el pasado de Adam y qué busca con la ayuda de Bran el autor se adentra en una segunda parte muy diferente. Abandona casi totalmente estos elementos que tanto nos hacían remover en la butaca para ofrecernos una road movie de tipo surrealista a través de un recorrido por un mundo paralelo donde vivos y muertos conviven, donde los personajes solitarios se sienten cómodos o acogidos o tal vez donde vagan a la espera de algo que les haga reaccionar; no importa si su esencia es vital o si por el contrario arrastran cosas por resolver. Realmente leyendo las escenas inverosímiles que Bran y Adam protagonizan en esta segunda parte del libro me he sentido como mirando una película introspectiva, con imágenes constantes que te bombardean la cabeza sobre noches interminables, kilómetros de carreteras infinitas, sólo rotas por solitarias áreas de servicios o viejos moteles y parques en desuso. Muy americano todo ello, eso sí.

Tal vez la segunda parte pierde aquella inquietud que comentaba pues es más pausada y más contemplativa. Sí, también encontraremos escenas que nos harán abrir los ojos pero me ha interesado más la facilidad con que Bran acepta todo lo que ve que como avanza la novela, la trama de la que parece disolverse en este limbo extraño por donde viajan Bran y Adam. De hecho, el final es poco conclusivo y sólo sirve para evidenciar esta metamorfosis de la novela que va de más a menos, no por falta de calidad, sino que más bien parece dejarse caer expresamente, abandonarse al limbo, como los personajes que la pueblan.

Picnic en la luz de la luna es una novela extraña, incluso para estar catalogada como terror sobrenatural. Es una aventura con ritmo decrescendo que funciona muy bien al principio y que se va desintegrando a medida que avanzas, lo que creo el autor quería desde el comienzo. Pero es una novela que vale la pena leer precisamente por eso: por que lleva un ritmo diferente, porque es capaz de hacernos estremecer y también dejarnos boquiabiertos con la forma con que el autor la trabaja. Me quedo más con el camino que me ha hecho ver la novela que con el final o con la trama argumental que sin ser especialmente original, el autor le ha sabido encontrar el punto de interés.

Eloi Puig, 29/12/1017

 

Premios:

2009 Shirley Jackson

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