El oceano al final del camino
FANTASÍA JUVENIL
 
     
 
 
 
 

L'OCEÀ AL
FINAL DEL CAMÍ

The Ocean at
the End of the Lane

(2013)

Neil Gaiman

Editorial:
Obscura Editorial
(2023)


Colección:
---

Núm:
---

Páginas:
192

Traductor:
Lluís Delgado

Ilustrador:
Marc Vilaplana



 
     
L'oceà al final del camí

La última lectura de 2023 fue una grata sorpresa y se convirtió en una de las mejores del año. Neil Gaiman tiene un prestigio innegable pero esta novela, El océano al final del camino, es de esos títulos que no retenía en la cabeza y del que no sabía nada. Así que llegué a su lectura algo despistado y curioso para comprobar qué nos quería contar el autor inglés.

Y no es que Gaiman nos haya descubierto nada nuevo o haya transgredido sus propios temas preferidos (los cuentos de hadas, la fantasía con sentido de la maravilla...), es que se reafirma aún más en ellos, pero con una prosa y una solvencia que me ha hecho escoger esta novela como la mejor que he tenido el placer de leer del autor hasta ahora.

Y es que Neil Gaiman nos acerca a un mundo mágico lleno de maravillas pero también peligroso. Mucho. Recordemos que sus novelas juveniles, en especial Coraline, ya tratan de profundizar en tramas muy oscuras y que no se esconden a la hora de mostrarnos el puro horror aunque presumiblemente vayan dirigidas a los más jóvenes.

(...) ¿Qué haré contigo? Algo adecuado. Quizás tendría que darte la vuelta como un calcetín y dejarte con el corazón, el cerebro y la carne por la parte de fuera y la piel en el lado de dentro. Te guardaría envuelta en mi habitación y tus ojos mirarían para siempre la oscuridad de tu interior. Podría hacerlo” (...)

Siento que Gaiman es un autor que utiliza la magia y la fantasía como los cuentos de hadas tradicionales (antes de ser azucarados o incluso cambiados por nuestra puritana cultura occidental). Si los cuentos clásicos —La caperucita roja, Hansel y Gretel etc— tenían en origen una mala leche mucho más firme y grotesca de cómo nos han llegado, las historias de Gaimán también se dirigen por ese camino.

Nuestro protagonista es un hombre maduro, que vuelve al pueblo de su infancia por un entierro de un conocido. Una vez allí, decide visitar el lugar en el que había estado su casa, donde pasó sus primeros años, pero también se siente atraído por la casa del final del camino, una granja vecina, donde le parece recordar que tenía una amiga, Lettie. Y entonces se pone a recordar... ese verano donde un señor sufrió un accidente de coche frente a su casa y murió, cuando conoció a Lettie, unos años mayor que él; cuando el horror llamó la puerta de su casa o cuando sintió por primera vez la frustración y la impotencia de no poder hacer nada por ayudar a sus padres.

El terror puede tener muchas formas. Algunas obviamente salvajes, otras amables. Gaiman sabe jugar con los sentimientos infantiles para provocar reacciones que llegan al lector como latigazos y aquí no se corta un pelo, especialmente a partir de la mitad final de la obra. Nuestro protagonista será como un títere que observa cómo su mundo se desintegra —literalmente— ante sus ojos. Sólo la presencia de Lettie que esconde un poder que no entiende podrá alejarle de la locura. Hay que decir que el niño que observa este terror sólo tiene siete u ocho años y que el malestar y la impotencia le afectan de forma mucho más visceral que a los adultos.

Pero no sólo una trama oscura es lo que me ha cautivado de esta novela. La prosa de Gaiman es más esmerada que nunca y estoy convencido de que Lluís Delgado, el traductor, le ha sabido trasladar perfectamente a nuestra lengua [el catalán]; su capacidad de hacernos soñar y llevarnos a realidades y momentos oníricos es sublime. No podemos dejar de leer lo que le ocurre a nuestro joven protagonista, ni siquiera cuando la fantasía se apodera de forma total de la trama de la forma más sutil, bajo una prosa, recalco, cuidadosa y preciosa aunque esté describiendo algo ominoso.

Aquello era el vacío. No era ni la negrura ni la nada. Aquello era lo que se escondía tras el lienzo recubierto por una fina capa de pintura que era la realidad”

El océano al final del camino nos traslada al pasado con el poder de sentir nostalgia por un momento y unos hechos que no hemos vivido, que pertenecen a otro; también con el vínculo de la amistad y la admiración hacia personas que sabes que te protegerán. Vuelve a reafirmar que la juventud posee una imaginación desbordante que quizá se apaga con las personas adultas.

(...) “Los adultos siguen caminos. Los niños exploran. Los adultos se conforman con recorrer el mismo camino cientos de veces, o miles; y quizás no se les ocurre nunca la posibilidad de salir del camino, de escurrirse bajo los rododendros y encontrar los espacios abiertos entre las vallas.” (...)

Me han venido ganas de leer más de Gaiman. Mis últimas lecturas del autor han sido satisfactorias: Nevewhere, por su planteamiento original de fantasía urbana, Mitos nórdicos, como lectura relajada sobre los dioses escandinavos y también el cuento ilustrado La aguja y la chica dormida estuvo bién, pero después de esta novela, busco más intensidad emocional, como la que encontré hace años con Coraline. Repasando la reseña de este último libro, que data del 2010, me decía a mí mismo que debería ser hora de que me pusiera a leer de una vez El libro del cementerio o su recopilación de relatos (Objetos frágiles) que siguen en la pila de La Biblioteca del Kraken desde hace eones. Como veis no he hecho demasiado caso a mi yo del pasado. Pero esto debe cambiar sí o sí, tanto por la relectura de Buenos presagios que me espera desde hace tiempo como sobre todo por la novela que saldrá próximamente en catalán gracias a Obscura Editorial: Uno de sus clásicos: Stardust.

Eloi Puig
18/01/2024

 

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