CF- CATASTROFISTA

APOCALIPSIS SUAVE
Soft apocalypse
(2011)

Will McIntosh

Editorial:
Gigamesh
(2016)


Col.lecció:
Gigamesh Ficción

Núm:
58

Pàgines:
269

Traductor:
Lluís Delgado

Apocalipsis suave

No nos engañemos: Lo que más me atrajo de esta novela cuando conocí su existencia fue el título. Oh sí! Apocalipsis suave... son dos palabras antagónicas que te sugieren imágenes que no encajan. Un sustantivo que directamente te conduce a una visión pesimista y probablemente terminal de la especie humana condicionada por un adjetivo que calma las expectativas más funestas, que te envuelve como si te quisiera abrazar y ralentizar el tiempo.

Y señores, esto es precisamente la clave de todo: El tiempo, porque a diferencia de la mayoría de obras catastrofistas donde nuestro entrañable planeta galopa hacia su destrucción sea por medio de guerras nucleares, plagas, invasiones alienígenas o lo que la mente retorcida del escritor de turno haya pensado, en esta novela de un desconocido escritor neoyorquino llamado Will McIntosh, la degradación de la humanidad y su apocalipsis se presenta de manera más razonable, más sincera y realista: en un período de 10 años que parecen el comienzo del fin de todo

Apocalipsis suave sigue la mirada en primera persona de Jasper, un licenciado universitario que en un inquietante y demasiado próximo año 2023 forma parte de una tribu nómada que vive a la intemperie por la falta de trabajo y de posibilidades. McIntosh nos irá relatando la vida de Jasper a medida que pasan los meses y años por medio de capítulos largos que saltan en el tiempo para profundizar cada vez más en la urgente crisis económica y social que padece la humanidad. Los problemas se van acumulando de forma gradual y los síntomas son cada vez más asfixiantes para la inmensa población que cada vez es más pobre, mientras que los ricos son cada vez más millonarios. La desaparición de la clase media en las ciudades de los EEUU es el primer aviso sobre lo que puede pasar a corto plazo.

Y así es, Jasper se verá inmerso cada vez más en la degradación de la civilización tal como la conocemos hoy en día, observará como los servicios sociales comienzan a desaparecer, así como las fuerzas del orden etc. Un poco me ha recordado los síntomas que sufría la familia protagonista de Un minuto antes de la oscuridad de Ismael Martínez Biurrun. Cuando tu salud y tu seguridad está en peligro, incluso en tu casa, es cuando percibes que todo se acaba. La crítica social, pues, está ahí; McIntosh no la esconde pero prefiere mostrar los síntomas de los problemas que acusar directamente a la sociedad o a los gobiernos de mala gestión.

McIntosh nos hace pasar muy bien la novela. Su táctica consiste en soltar detalles de lo que ocurre en el mundo... una contaminación masiva aquí, una bomba nuclear allí, rumores, nuevos virus de diseño, plagas... pero todo de forma sutil, sin recrearse especialmente con los protagonistas o su entorno y dejando que la imaginación del lector especule sola. También nos habla de los movimientos subversivos que quieren luchar contra las políticas del gobierno, movimientos que se radicalizan y que a veces provocan males mayores a lo que ya tienen.

Sea como sea, en estos años Jasper contemplará la caída del imperio, el hundimiento del mundo civilizado al menos en el rincón del mundo donde ocurre la historia: La ciudad de Savannah en el estado de Georgia, en unos Estados Unidos que nos recuerdan demasiado a menudo la facilidad que tiene la población de acaparar armas. Curiosamente, como decía, al autor no le interesa tanto centrarse en la situación política mundial o de los propios EEUU sino en seguir buscando aquellos sentimientos universales que se presupone tenemos todavía y que nos define como humanos: El compañerismo, amistad, sacrificio y sobre todo la búsqueda del amor. Jasper se pasa todo el libro buscando su media naranja y quizás esta fijación a veces pasa factura pues al lector le importan más otros temas que la vida sentimental de nuestro protagonista. Es una elección que ha hecho McIntosh para dar vida a la aburrida vida de una persona que trabaja de forma precaria, que come sólo de cuando en cuando y esquiva los conflictos siempre que puede. No, Jasper no es especialmente carismático - al igual que el resto de su tropa-: llora, gime y se frustra por cuestiones mundanas... como todo el mundo hoy en día. Este talante tan normal, sin embargo, le otorga humanidad y en el fondo es como una resistencia al caos que lo rodea, un impulso a seguir luchando para que los sentimientos proporcionen fuerza a una humanidad que está cada vez más perdida. Por ello uno de los principales enemigos de la novela es cierto virus que anula buena parte de estos sentimientos y al que Jasper le tiene pánico.

Apocalipsis suave, pues, es una aproximación a un miedo racional que a todos nos ha pasado por la cabeza: Esta tendencia hacia el caos, lenta pero constante que parece estirar nuestra sociedad como una goma elástica, tensandola y haciéndola sufrir cada vez más, cada vez más y más y que todos tememos que un día se rasgue, caiga, estalle y sitúe estratégicamente a los más ricos a un lado de la carretera, del barrio, de la ciudad, protegidos por vallas de seguridad y los otros a la intemperie, luchando entre nosotros por los escasos recursos disponibles.

Esto es Apocalipsis suave

Eloi Puig

03/11/16

 

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