11,4 sueños luz
CIENCIA-FICCÓN
 
     
 
 
 
 

11,4 SUEÑOS LUZ
(2016)

Nicholas Avedon

Editorial:
Autoedición
(2016)


Colección:
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Núm:
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Páginas:
302


 
     
11,4 sueños luz

Hay que reconocer que una portada como la que nos ofrece la novela 11,4 sueños luz es una buena carta de presentación, y más teniendo en cuenta que es una obra auto-editada y que por tanto no tiene los recursos de otros. La ilustración de una ciudad de París fría, con una torre Eiffel ubicada en medio de rascacielos enormes y con esa atmósfera malsana que parece respirar la ciudad, nos abre el apetito de leerla. La contraportada nos subraya que el autor es Nicholas Avedon (pseudónimo) y la trama corrobora que está ambientada en el s. XXIV en la gran metrópolis de París pero también nos insinúa la existencia de un proyecto para viajar a las estrellas.

Estas dos propuestas básicas (la ambientación futurista en la gran ciudad y la posibilidad de irse para siempre del planeta) serán las que irán luchando entre sí para hacerse un lugar dentro la ambiciosa novela de Nicholas Avedon. Y esto será un de sus virtudes pero también uno de sus principales defectos. Pero vayamos por partes y empecemos por el principio: Ariel de Santos es un director especialista en dirigir sueños vividos, una técnica virtual para acercar sensaciones de otras personas a quien compre el producto. Vive en una París de 50 millones de personas, en una Europa aislada que sólo se relaciona con otras grandes potencias. Una Europa donde la frontera queda al norte de África, los territorios de la cual se dedican a impedir el paso de los inmigrantes de más al sur. Y esta es una verdad que se repite por todo el mundo. Ariel de Santos puede ejercer su profesión en Europa con un permiso de clase B que lo identifica como inmigrante pero con ciertos derechos adquiridos. Su trabajo le permite vivir en una de las altísimas torres del centro de París y no en el piso cero, a nivel de calle donde miles de vagabundos sin trabajo campan como pueden y donde el resto de la población malvive de cualquier manera.

Esta es la situación inicial que presenta de forma loable Nicholas Avedon: Una ambientación distópica en una Europa irreconocible donde la población se divide entre los muy ricos y los muy pobres. Los primeros a menudo pasan toda su vida dentro de sus fortalezas de cristal, sólo subiendo o bajando algunas decenas de pisos para ir a trabajar o para tener momentos de ocio; los otros no salen de la miseria y de la peligrosidad de la calle donde incluso los privilegiados tienen carriles de seguridad vallados para desplazarse de forma segura.

Si a esta ambientación le sumamos los elementos tecnológicos, especialmente en el campo de la imagen y la realidad virtual o los cócteles de drogas que consumen de forma regular los protagonistas entonces comprobamos que la novela navega entre la distopía y el mundo ciberpunk. Avedon plantea con eficacia todos estos escenarios y nos va desgranando la vida diaria de Ariel de Santos a través de una narración en primera persona. Y lo primero que entendemos es que la plácida lectura en la que nos sumergimos es gracias a un estilo bastante elegante, firme y disciplinado por parte del autor. Pero es una prosa que parece mantenerse alejada de la trama en el sentido de que no cambia de ritmo ni de intensidad, como si todo lo que pasara a su alrededor no mereciera alteración alguna. Las páginas van pasando sin dificultad con sólo un gusanillo en el estómago cuando te das cuenta que has leído prácticamente una tercera parte de la novela y aún no ha ocurrido nada destacable.

Avedon ha querido mezclar elementos propios, como decía, de las distopías y el ciberpunk con también la ilusión que puede aportar el proyecto Veluss que consiste en enviar a miles de personas en una nave generacional en busca de un mundo mejor donde vivir. El caso es que durante el primer tercio de la novela este hecho ni se menciona y nos llega algo de repente. Como decía al comienzo de la reseña, esa virtud de mezclar subgéneros de la ciencia ficción que al principio nos animaba, luego se vuelve un pequeño lastre pues no entendemos demasiado bien hacia dónde se dirige la novela... pues además se le suma una cierta trama policíaca en torno a una nueva técnica virtual de capturar sensaciones y sentimientos que no acaba de cuajar, en mi opinión.

El hecho, sin embargo, es que no se acaba de desarrollar a fondo ninguno de estos escenarios... y que le he echado de menos sobre todo intensidad, tensión en algunos capítulos clave. Cierto es que hay varios momentos bien logrados pero también hay capítulos que parecen destinados a llenar de hechos superfluos el libro como los viajes - demasiado largos- al interior de mundos virtuales o algún capítulo también demasiado enfocado a los procesos de selección para poder obtener plaza en la nave generacional que resulta interesante pero que aporta poco al conjunto de la novela.

Pero repito que la técnica del autor es más que amena y su estilo bien elaborado para que la novela fluya aunque no te sientas especialmente inmerso en las tramas argumentales. El hecho, también, que la narración sea en primera persona, obviamente refuerza muchísimo el rol de nuestro protagonista pero al mismo tiempo deja de lado a los secundarios que tienen un carácter liso en comparación, poco desarrollados.

Resumiendo, 11,4 sueños luz (presupongo que el título se refiere a la distancia donde quieren enviar las naves del proyecto Veluss para alcanzar una vida mejor, un sueño para la mayoría de la población terrestre) es una novela con una muy recomendable prosa que nos acerca a una trama distópica un poco desajustada pero que cumple los objetivos iniciales de entretener y dar argumentos para la reflexión. Una novela de lectura agradable pero que quizás le falta un poco de resolución en ciertos capítulos y tocar menos objetivos. Claro que probablemente algunos de estas temáticas que aquí no se desarrollan serán explotadas en novelas posteriores. 11,4 sueños luz es autoconclusiva pero parece sembrar las bases para aventuras futuras.

He quedado satisfecho pues; quizás más por la capacidad del autor en mantenernos atentos a sus palabras que por el argumento en sí que repito he encontrado demasiado disperso y blando en algunos momentos. Pero es una muy buena primera novela y esto hay que tenerlo en cuenta.

Eloi Puig

25/02/17


 

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